El viaje de Vlady, Molins, Serge y Laurette de París - Agen -Marsella (verano de 1940)
Paris - Agen Marsella
Académie de la Grande Chaumière
La Grande Chaumière es una conocida escuela de pintura y escultura en la cual estudiaron, entre otros, Fernand Léger, Alberto Giacometti y Balthus. Está situada en el barrio artístico de Montparnasse, antaño uno de los focos artísticos de la capital gala y Vlady la frecuentó brevemente en 1940.
Sin embargo, como su padre, el escritor Victor Serge, el pintor ruso-mexicano fue básicamente autodidacta. Según él mismo narra, de niño, en Leningrado, se desempeñó como un alumno flojo y desganado. Cada vez que podía, se iba de pinta al Hermitage, situado cerca de la residencia familiar en calle Zeliabova. El museo, uno de los mejores del mundo, exhibía, entre otras, una gran colección de obras renacentistas. En la atmósfera sofocante del estalinismo, la pasión por la pintura brotó en ese niño introvertido como escape de una realidad angustiosa. Hacia el final de su vida, le dijo a Claudio Albertani: “la pintura fue para mi a la vez una fuga y un medio para afirmar mi personalidad en un mundo hostil”.
En 1933, con tan sólo 13 años, el joven artista compartió con Serge la deportación en la ciudad de Oremburgo, camino a Siberia. En la escuela de esa ciudad de inviernos glaciales y veranos ardientes, los otros niños lo discriminaban por ser “extranjero” e hijo de un disidente. La experiencia fue tan cruel que tiempo después, ya en México, Vlady la plasmó en uno de sus cuadros más significativos y, a la vez, enigmáticos: La escuela de los verdugos.
La etapa parisina fue crucial. “Durante los tres años que pasa en París -escribe Jean-Guy Rens- Vlady irá todos los días al Louvre por lo menos una vez, pero pueden ser dos. Durante horas copia a Rembrandt, a Rafael, a Tiépolo y, por encima de todo, a Rubens y la escuela flamenca”. Serge hizo un intento poco exitoso de mandar a su hijo a la escuela consiguiéndole una beca para la Academie Paul-Colin, especializada en el diseño de carteles, vestuario y decoración teatral. El joven rebelde -sigue Rens- no manifestó, sin embargo, el menor interés por el grafismo y la publicidad, de manera que fue una experiencia fugaz.
Un hito fue la lectura (por recomendación de Wifredo Lam) de la Historia del arte de Elie Faure, otro autodidacta genial, sobrino del geógrafo anarquista Eliseo Reclus, y formado en las ideas de Nietzsche y Bergson. En los seis tomos de esta obra monumental, se moldea una concepción romántica y heroica de la creación artística que, junto a los escritos de André Malraux, ejerció una enorme influencia sobre Vlady.
La Grande Chaumière aparece en el Cuaderno no. 2 acreditando que, a pesar de ser autodidacta, Vlady contaba también con cierta formación académica. El resultado son varios bocetos de desnudos femeninos y masculinos, un estudio de La Piedad de Miguel Ángel y otro que evoca las iconografías clásicas sobre Jesús.
Narcis Molins i Fábregas en los recuerdos de Vlady
Asocio el nombre de Molins con la adolescencia cuando, de manera inconsciente, se hacen cosas que influyen en el resto de la vida. Era un hombre moreno, robusto, bajito, con unos bigotes bien recortados y la cara típicamente española. Cuando lo conocí, sin darme cuenta, lo escogí como maestro, tal vez porque transmitía seguridad. Yo diría que Molins, como todo buen militante, tenía una vocación de pedagogo; le gustaba enseñar. Era el representante del POUM en París y sin ser un líder famoso, era un cuadro de gran capacidad y de mucha calidad humana. Queda en mi memoria como el arquetipo del obrero culto que sabe trabajar con las manos y con la cabeza, una figura del siglo XIX que se ha ido borrando con el tiempo.
Narcis Molins i Fábrega [1910-1964] procedía de un pueblo enclavado en las montañas de Cataluña desde donde, a lo lejos, se divisan las aguas agitadas del Mediterráneo. Su familia era paupérrima, pero muy niño Molins tuvo facilidad con el latín y, gracias a la ayuda de un cura, se fue a Barcelona a estudiar para sacerdote. No era su vocación: pronto dejó el seminario, trabajó de pastelero y a los 14 o 15 años ya era sindicalista. Allí empezó a desarrollarse como periodista, llegando después a ser redactor en jefe de La Batalla, el periódico del POUM. A pesar de haber ido a la escuela, Molins fue un autodidacta que además de poseer una sólida preparación política se interesó también en ciencia, religión, literatura antigua y moderna (recuerdo nuestras largas discusiones sobre D'Annunzio y Pirandello), y los historiadores de la antigüedad clásica.
Lo vi por primera vez hacia 1937, en el local del POUM de París donde yo hacía trabajo militante llevando recados e imprimiendo volantes. Molins habrá tenido unos cuarenta años y, a pesar de estar muy ocupado, encontraba el tiempo para orientarme y compartir mis inquietudes. Recién llegado de la Unión Soviética, yo vivía con la pesadilla de los procesos de Moscú. Contemporáneamente, en España se desarrollaba la doble contrarrevolución fascista y estalinista. Por ser defensor de un socialismo libertario radicalmente diferente al modelo soviético, el POUM, junto a los anarquistas, se convirtió en el blanco de sangrientas intrigas tejidas desde Moscú. La sede poumista de París era estratégica para los contactos internacionales del partido. Molins, que tenía un don para tratar con la gente y era muy versátil, se metía en todos los medios y en todos los café (en París muchas cosas acontecen en los cafés) haciendo un trabajo magnifico. Por ejemplo, había entablado amistad con el director de Air France que le ayudaba a mandar y recibir cosas a España.
En el local del POUM, encontré a mucha gente: sobre todo españoles e italianos. Entre estos, recuerdo a los hermanos Rosselli, después asesinados por los fascistas y a Angelo Tasca, fundador del Partido Comunista Italiano y uno de sus primeros disidentes.1 Pronto, Molins me tomó bajo su protección y se convirtió en una especie de confidente y preceptor. Yo era un adolescente inmaturo: nunca había convivido con gente de mi edad y era muy avanzado en algunos aspectos y muy atrasado en otros. Molins fue como un hermano mayor y me enseñó muchísimo. A pesar de que no sabía de pintura comprendió mi vocación y me estimuló a que dibujara. Cuando, después de terminar el trabajo, yo iba al Louvre, él intentaba darme consejos y, al día siguiente, me hacía preguntas sobre lo que había visto.
Molins fue el inspirador y la cabeza del grupo Nouveau Depart en el que yo milité y, aunque por su tareas en el POUM, no siempre participaba en las reuniones, su función fue clave para todos nosotros.2 En una época de gran división en el seno del movimiento obrero, él dio la idea de la unión por la base, independientemente de las diferencias de partido. Era el planteamiento de la revuelta asturiana de 1934. Molins había participado en la UHP quedando marcado por esos acontecimientos sobre los cuales había incluso escrito un libro.3 Cuando lo conocí, sus simpatías políticas iban hacia Trotsky, aunque siempre mantuvo una gran independencia de criterios.
Recuerdo que tuvo graves problemas con la IV Internacional. Cuando se dio la ruptura entre el POUM y Trotsky, los de la Cuarta intentaron convencerlo para que hiciera una escisión y se llevara la caja.. Molins no aceptó. Aquí, debo abrir un paréntesis para decir que hago una diferencia entre Trotsky y los trotskistas. Algunos eran peores que los agentes de Stalin. Por mi parte, sin ser partidario de una escisión pensaba que la posición de Trotsky era la correcta. ¿Cuál fue el problema entre Trotsky y el POUM? Las diferencias principales se centraban en la participación del POUM en el gobierno del Frente Popular (a lo cual Trotsky se oponía) y, ya estallada la revolución en la cuestión de las milicias revolucionarias. Éstas estaban integradas por los militantes de los diferentes grupos y Trotsky pensaba -con razón- que su disolución de dichas milicias e integración en el ministerio de la Generalitat era un grave error. Con el pretexto de ganar la guerra y bajo la presión de Moscú, el gobierno del Frente Popular integró las milicias en un ejército regular. El POUM estaba en desacuerdo con esta política, sin embargo, para no quedarse aislado, aceptó, lo cual provocó la ruptura definitiva con Trotsky.4
Mientras la izquierda se desgarraba en peleas intestinas, en España la guerra se perdía junto a la perspectiva de una revolución libertadora. El fascismo triunfaba en toda Europa y, en 1940, al llegar los nazis a las puertas de París, tuvimos que huir. Algunos, como Mathias Corvin, se fueron a la clandestinidad, otros fueron ejecutados por los nazis. Mi padre, Laurette Séjourné (su nueva compañera) y yo nos quedamos hasta el último momento y, a falta de trenes, nos fuimos de la ciudad caminando, hasta que un taxi nos ayudó a cruzar la línea de fuego y nos fuimos hacia el sur. Molins se marchó junto a nosotros.5 Nos separamos en Dijon y nos juntamos de nuevo en Marsella, en donde junto a otros compañeros, decidimos realizar un proyecto que mantuviese vivas nuestras ideas. No sabíamos que aquella iniciativa se materializaría un año después, en México en la revista Mundo.
A los pocos meses, tuvimos que dispersarnos otra vez y, gracias a la ayuda de Varian Fry, Molins se fue a África en donde se quedó un año viviendo con los beduinos.6 Amaba el desierto y lo conocía desde joven, cuando había sido soldado. Llegó a México un año después de nosotros y jugó un papel importante en el grupo de exilados no estalinistas que se creó en los cuarenta. Rápidamente, se integró a la redacción de Mundo y al grupo del que mi padre era la cabeza principal.
Aquí en México, a diferencia de otros, nunca se metió a hacer negocios e intentó trabajar como periodista, con escasos resultados, a pesar de su gran capacidad. Ese hombre, tan comprometido con la revolución mundial, se apagó ante su derrota. Todavía joven, pero aislado y muy enfermo, murió en Cuautla en los años sesenta, sin que yo pudiera hacer nada para ayudarle. Ahora, más de medio siglo después, comprendo que con Molins, es con quien aprendí más.
Vlady
(Recopilación y notas, Claudio Albertani, febrero 1993)
1 Carlo (1899-1937) y Nello (1900-1937) Rosselli: militantes del grupo antifascista Giustizia e Libertà, asesinados en 1937 por encargo de los servicios secretos italianos. Carlo intentó una síntesis de los valores socialistas y libertarios en la obra Socialismo liberal (1928). Nello es autor de importantes estudios sobre el movimiento obrero (Mazzini y Bakunin, 1928 y Carlo Pisacane nel Risorgimento italiano, 1932). Angelo Tasca (1892-1960): integrante junto a Antonio Gramsci, Palmiro Togliatti y Umberto Terracini del grupo Ordine Nuovo (1919-20), fue expulsado del partido en 1929.
2 Nouveau Départ (Nuevo Comienzo) fue un pequeño grupo antitotalitario que existió en París, a finales de los años treinta y que incluía militantes de filiación anarquista, trotskista y socialista. Entre ellos estaba Dina Vierny (1919-2009), entonces modelo del escultor Aristide Maillol, de la cual Vlady realizó varios retratos.
3 Unión de Hermanos Proletarios, organización formada por la CNT-FAI (anarquistas), PSOE-UGT (partido socialista y su sindicato), PCE-CGTU (Partido Comunista y su sindicato) y la Alianza Obrero y Campesina, de Joaquín Maurín y Julián Gorkin, núcleo del futuro POUM. La insurrección de Asturias inició en octubre de 1934 con la proclamación de la república socialista por parte de los mineros que crearon una red de Comités revolucionarios en los barrios de las ciudades y en los pueblos. En 10 días se organizó una Armada Roja integrada por unos 30 mil mineros. La insurrección fue aplastada gracias a la intervención de la Legión y de los Regulares marroquíes, sin embargo quedó como el primer intento de los obreros de crear una unión desde abajo y tomar el poder por medio de organismos de clase.
4 A pesar de esta política frentista, en mayo de 1937, sobre- por instigación de Moscú, se desencadenó una encarnizada represión en contra del POUM y de los anarquistas de la CNT-FAI que culminó con los asesinatos, entre otros, de Andreu Nin, Germinal Vidal (secretario de la organización juvenil del POUM) y del anarquista italiano Camillo Berneri.
5 En sus memorias, Serge cuenta la huida de París bajo el acoso de los nazis junto a un "camarada español". Ahora, por el testimonio de Vlady, sabemos que es Molins.
6 Varian Fry (1907-1967), creó en Marsella el Comité Americano de Socorro (CAS) que ayudó a miles de personas a fugarse de la persecución de los nazis. Véase: Varian Fry, Surrender on Demand, 1945.
Victor Serge
Journal de la défaite
(Diario de la derrota)
París-Agen. Verano de 1940
El "Journal de la défaite" es un breve texto inédito, procedente del archivo de Laurette Séjourné1 que narra la primera etapa del largo y angustioso viaje que llevó a Victor Serge y a Vlady, su hijo, de París a México pasando por Marsella, Casablanca, La Martinica, Santo Domingo, Haiti y Cuba. El 14 de junio de 1940, el ejército alemán entró en París; el 22 el mariscal Petain firmó el armisticio y el 23 Hitler desfiló por los Campos Elíseos al frente de sus tropas. El día 10, Victor Serge, su nueva compañera, Laurette Séjourné2, Vlady y Narcis Molins i Fábrega3, militante del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), huyeron de París, "ciudad en peligro"4, sin saber a ciencia cierta a donde dirigirse. Se encontraban en gran riesgo pues Vlady era judío por parte de madre, Molins era veterano de la revolución española y Serge tenía un pasado de "peligroso anarquista" y agente de la Internacional Comunista.
"Huimos con un sentimiento de alivio que linda a veces con una especie de alegría. Todo lo que tenemos son a algunos paquetes", anotó impasiblemente Serge en sus Memorias.5 Habría que precisar que dichos paquetes contenían auténticos tesoros: manuscritos de obras inéditas o inconclusas de Serge, además de los dibujos y apuntes que Vlady cargaba desde su niñez en la URSS.
El manuscrito comienza describiendo la lúgubre atmósfera anterior a la invasión y se extiende desde la noche del 10 de junio, cuando los cuatro caminantes se trasladaron en taxi a la vecina comuna de Fontainebleau hasta el 12 de julio, cuando se separaron en Agen, en la sureña región de Lot y Garona. A partir de ahí, Vlady y Molins prosiguieron por su cuenta, y los cuatro se volvieron a encontrar a finales de mes en Marsella. Fue un recorrido zigzagueante por la campiña de Francia, en tren, en auto y a pie, durmiendo bajo las estrellas, en casas abandonadas o de conocidos, con los nazis pisándoles los talones. Extremadamente sobrio, en ocasiones despiadado -por ejemplo cuando describe las miserias de la muchedumbre en fuga o la venalidad de comerciantes que lucraban sobre los sufrimientos ajenos, Serge registra con precisión lo que ve: el derrumbe sin gloria de una civilización, el fin de un mundo que se quiebra "como las rocas bajo una erupción volcánica". Aunque no pensadas para su publicación, estas breves notas presentan un gran interés porque conforman el material bruto del penúltimo capítulo de las Memorias de Serge que incluye una versión más pulida, aunque menos detallada, del mismo recorrido.6
Claudio Albertani
Transcripción del manuscrito y notas en francés a cargo de Jean-Guy Rens.
Sur les routes.Paris-Agen Été 1940 "Journal de la defaite"
Paris - 1
Le brouillard - 2
Gare de Lyon - 3
Route dans la nuit - 3
Fontainebleau - 4
Gens en fuite - 5
Nevers, Vierzon - 6
Bombardements à N. - 9
Souillac - 10
Message Paul Reynaud - 15
Autobus de Paris - 16
Demande d'armistice - 17
Épisodes - 17
La terreur - 18
Auberoche - 19
« L'illustration » 1917 - 18 20
La Vézère - 21
Les Eyzies - 21
Port-Sainte-Marie - 22
Un État-major - 23
Agen - 23
Armistice - 25
Un Marocain - 25
Paris des Derniers Jours - 27
Illisible - 28
Parachutistes - 29
« La civilisation écrite » - 31
Une prédication chrétienne - 35
Responsabilité du socialisme - 36
Désoeuvrement des soldats - 26
Les sirènes - 30
Pompiers de Charleroi - 34
Un soldat - 37
NRF sur la réaction - 39
6 - 7 - 8 juin 40. Paris - ville en danger. [París - ciudad en peligro]
Propos de J. : « Nous défendrons la ligne de la Loire... » Je réponds : Comment ?
Chez les Américains. Sherry. S'évacuent à Tours. Champs-Élysées presque sans autos. Beau temps. Terrasse.
Entretien avec P. Mab. [Pierre Mabille8] sur les jours critiques : de samedi à mercredi. « Impressions plutôt rassurantes ».. « On s'est ressaisi. Ils s'essoufflent. Weygand a-t-il eu le temps d'établir des positions suffisamment défendues ? »
Rumeurs : ils sont à Beauvais - à Mantes - à Évreux. Les autos s'en vont matelas ficelés sur le toit. Calme. La fuite silencieuse se généralise.
Dim. 9 juin 40
Chez les illisible. Ils s'embarquent le 15 pour le Brésil. La radio par pour Tours. Lettres et démissions en vrac sur le plancher. Lui - amer. Écoutons la TSF, appel de Weygand. Je sors dans le voisinage, quartier Saint-Germain, ministères. Camions chargés de dactylos et de fonctionnaires. Emballages. Militaires stationnent. Rue bourgeoise, peu animée où une sorte de panique discrète, blafarde, s'est figée. On comprend qu'il n'y a plus de ligne de la Somme, qu'ils sont presque aux portes de Paris.
Lundi. 10 juin.
Matin, allé à Time. En pleine évacuation. Fort peu d'animation aux Champs-Élysées. La chaussée nue. Une voix au téléphone. : « Je ne peux rien vous dire, partez tout de suite. »
Paquets faits, recherche d'un taxi, du haut de Belleville à la République et gare de l'Est. Les taxis pleins de valises illisible en tous sens, pas un libre. Place des Fêtes, un café - plein comme d'habitude. Atmosphère : plus rien à faire, « ils sont là » - une sorte de résignation sans panique ni peur. La population a le sentiment que l'on a perdu la guerre. Passive - pas inintelligente.
Vers 9h. du soir, retour au Pré-Saint-Gervais. Fatigués. Décidons partir par nos propres moyens, avec fardeaux. Hâte. Une sorte de brouillard bleu-gris s'étend, stagne sur la banlieue - du haut du Pré - au-dessus de Pantin, Le Bourget. (La nuit précédente incommodé par une odeur de fumée; brouillard. Gens disant : brouillard artificiel, répandu par eux, par les nôtres ?) (Vers 8h, près gare de l'Est, brouillard, boutiquiers écoutant le souffle court du canon. Pas la DCA - le canon, c'est bien ça.)
Silhouettes de la banlieue dans ce triste brouillard ardoisé.
Nous quittons le Pré - sans les rücksacs. Métro. À Réaumur-Sébastopol., foule, embouteillage, attente. - Décidons de gagner à pied le Chatelet. Nuit tombée, boulevard noir, presque vide, sinistre. Marchons accablés. L. arrête un taxi dans la nuit. Le chauffeur a un visage blafard avec un oeil déchiré, sanguinolent. Gare de Lyon, rumeur de foule surexcitée stagnant dans la nuit. On se jette sur le taxi. Gare barrée, mobiles, police, plus de trains, - on vous l'avait dit, vous ne partirez pas, il y en a pour plusieurs jours.
Pourparlers avec le chauffeur qui consent à nous conduire à Fontainebleau pour 350 frs. Remontons d'abord à Belleville chez S. chercher sa valise.9 Bistro. Le chauffeur à l'oeil déchiré : « Pour moi; c'est foutu. Je reste. Plus rien à faire. J'les crains pas, moi. Drôle la guerre. »
10 juin.
Route dans la nuit. Porte d'Italie déserte et noire. Aucun contrôle. Par instants, la pluie fouette. Serrés à quatre, de bonne humeur, l'alacrité du danger, le contentement de fuir. Dans la forêt, autos, camions sur le bord de la route, campeurs dans la désolation, désolés. Le phare fait surgir un monsieur en chapeau melon près d'une carrosserie (matelas), fantôme à binocle. Des soldats casqués règlent de loin en loin la circulation. Ils émergent de la nuit, sans énervement. Rares tanks. Camions géants passent en sens inverse, mastodontes.
Fontainebleau, recherche de la gare dans une nuit totale par des routes boisées qui virent. Un soldat, tout à coup : Éteignez, on est en alerte, vous n'entendez donc pas tirer ?
(Sur la route la contrariété des gens qui éclairent, qui aveuglent, ne songeant qu'à eux-mêmes. S'ils voulaient bombarder...)
La petite gare endormie de Fontainebleau-Avon. Rien ne s'y passe, on ne sait rien. Des gens sur des ballots dans l'odeur fade de la salle d'attente. - Une maison, hôtel, on n'ouvre même pas, une voix ensommeillée : Pas de chambres. - Allez au diable de la guerre, nous autres on dort au chaud sur du bon argent.
Couchons à la belle étoile sur une pelouse, parmi des buissons. Au petit jour, découvrons que nous sommes dans le petit square devant la gare, mais nul ne s'occupe de nous. Un petit café ouvre, une vieille femme et sa fille, assez jolie aux traits sévères s'affairent avec une cafetière. L'idée de faire vingt tasses de café d'un seul coup ne leur est pas venue. Des assoupis, encrassés dans le petit profit.
11 juin. Gens en fuite.
Gare, attente d'un train pour Montargis, l'air bleuâtre sur le bois (brouillard artificiel). Surgissent de très beaux soldats, athlétiques, des Tchèques. - Des Africains avec un officier. - Une femme débarbouille longuement ses enfants à la pompe. - Un monsieur correct, serviette, valise, une couverture s'affaire. Il fait comme il irait au bureau, mais embarrassé par la couverture, gêné de n'être pas rasé. Envie de lui dire : Monsieur, la Fin du monde est pour 11h23. Il s'engouffre dans un wagon par une portière et ressort par l'autre. Nous rions. Le brouillard léger cesse quelque part entre Montargis et Nevers. Voyageons avec des paysans de Château-Thierry évacués par l'autorité militaire. Un vieux, casquette du nord et lourdes moustaches tombantes tient sur ses genoux le petit fils. Trois quarts de siècle : il pourrait être né pendant la première invasion : l'autre Sedan. Des vieilles gothiques. Un petit gars tout pareil aux petits russes. Une mère allaitant son nourrisson. Une femme aux traits virils, bronzés, qui plaisante. La jeune mère a les larmes aux yeux, femme de mobilisé. Tous se félicitent que les mioches ne soient pas malades. - Donc on se bat à Ch.-Thierry ! - Depuis plusieurs jours, monsieur.
11 juin
Gare de Nevers, rue encombrée. On nous conseille de prendre le train de Vierzon, c'est peut-être le dernier. - Il fait un demi-crochet vers le Nord, par Bourges, mettant plusieurs heures à faire le trajet d'une seule. Arrêts inexpliqués dans la campagne. Compagnons de route : une laborantine, une jeune femme recrue de fatigue qui fait nonchalamment d'amères réflexions, un scout cath. très éveillé. Vlady peint.
12 juin
Vierzon - cohues, la gare brasse les foules. On s'écrase à la petite porte de sortie, on passe librement à côté. Bêtise. Nous tirons des plans puisqu'on a raté l'express de 10h45. Vers 3h un train arrive soudainement qui va vers le sud. Il est bondé. Nous nous y entassons dans un couloir, les bagages dans le illisible. - Une femme au visage blessé, tuméfié (accident d'auto), silencieuse. Dans le coupé voisin, un capitaine blessé au bras, à la nuque et le visage égratigné (bombe à Évreux) : cordial, navré. - Un couple gentil de jeunes ouvriers ( ?) parisiens, illisible, nous raconte comment ils se sont sauvés par le métro Massy-Palaiseau, puis à pied vers Limours, recueillis en route par un camion de l'armée. - Une dame bien habillée, l'air cultivé, déplore d'avoir laissé à Paris 25 kilos de sucre : « ah, si je l'avais économisé ! Et sans faire de tort à personne, croyez-moi. » - Il ne sera pas perdu pour tout le monde, madame. « Mais de penser que les boches vont manger mon sucre. » Dame pincée, rance et pleine d'assurance. Sa fille, lunettes et lèvres peintes, lit. C'est la première fois qu'elles voient « le peuple » de si près, - ah, quelle guerre ! - Dans les bousculades et l'étouffement du wagon, beaucoup d'entente et de convivialité spontanées. Des petites bonnes fuient Paris, chacune pleine de son émotion veut lui raconter, moi, je... - et l'autre lui répond de même, et le grand événement de chacun n'est plus rien du tout comme elle-même. On est des grains de sable que le vent roule.
12 juin
J'étais descendu à Vierzon, ville sans intérêt, envahie, cohue d'autos, de motos, gens campant sur les places, courant à la recherche de pain. Entré dans un bazar de quincaillerie, menus achats, je demande que l'on me vende un peu de ficelle. À la caisse, une petite vieille, grand'mère de propriétaire, pareille à un petit singe tout ratatiné avec une mousse de cheveux blancs sales au front, marque la recette, rend laborieusement la monnaie, de ses doigts de petite momie. « Non, monsieur, ce serait bien volontiers, mais nous manquons nous-mêmes de ficelle, tenez : si vous voulez en acheter une pelote... » Dehors s'écoule le flot des réfugiés - en auto du reste et fort bien vêtus la plupart).
11 juin
Nevers. Cohues aux environs de la gare, cafés et restaurants bondés. Le gros marchand de crêpes, joufflu, au costume de cuisinier. Sur le trottoir, vendeurs de liesse, cartes-postales. Vieilles rues, coins pittoresques, fort belle vieille église St Étienne. Larges ponts sur la Loire aux pentes douces, vertes, aux lointains d'un doux gris-bleu. La Loire est telle que je la pressentais. Les autos filent sans arrêt vers le pont. Dînons dans un petit café du quai. Gens anxieux écoutant la TSF. Personne ne se doute de l'invasion proche ici même. Essayons de dresser la tente au bord de l'eau, mais on nous dit que nous serions pris pour des parachutistes. - Pas de chambres, nulle part. - Franchissons le pont pour camper en pleine campagne. Défenses dérisoires sur l'autre rive, sacs de sable en carré, un canon, territoriaux fumant leur pipe, tout cela enfantin. - La pluie nous surprend dans un petit champ où nous allons nous installer. Un réfugié belge (sa femme, Flamande, leur sept enfants aux beaux yeux bleus) nous offre une pièce : c'est propre, vous dormirez sur le carrelage. C'est un terrassier. « On nous traite comme des chiens. » Il a trop d'enfants, évidemment.
11-12 juin
Bombardement. Dormons sur une toile de tente, à même le carreau, dans cette maison abandonnée. Pleine nuit, moteurs dans le ciel, explosions, tirs de DCA, fracas de bataille. Nous sommes près du pont de l'Oise (ou de Loire) et des terrains d'aviation. - Jamais n'ai mieux réalisé le danger immédiat. Disparaître ? C'est tellement concret que je suis tout à fait tranquille. Laurette, recrue de fatigue, ne se réveille pas. V. et J, bougonnent : Merde ! Ils ne peuvent pas nous laisser dormir tranquilles ! - Explosions proches. Cris de femmes : Où est le poste de secours ? Y a des blessés. Cris encore : Les secours ! L'abri ! - Plusieurs fois le ronflement des moteurs grandit en vrille, s'éloigne, recommence. Sans doute les bombardiers reviennent-ils, cherchant leurs objectifs. J'écoute ces bruits croître, décroître. M'endors. Au matin, pas trace des alarmes nocturnes, pas de destruction visibles. L'église St Étienne et la ville s'étagent au-dessus du fleuve. Vieilles maisons où des petites vies calmes, médiocrement industrieuses se continuent depuis des siècles.)
Brive, prenons le train pour Aurillac. Fatigués, longue attente exténuante du départ dans la nuit. Arrêt loin de la petite gare, sans avertissement, nous débarquons au milieu de la nuit à Gourdon. Couchons à la salle d'attente puis dans un pré sur la hauteur, entre pluie et soleil, heureux du grand air. Gourdon : colline boisée, vieille église à deux tourelles.
Souillac sous l'averse. Volés par des chauffeurs qui nous conduisent L. et moi au château de la Freyne en quintuplant leurs prix. - Beau site du château (à Pinsac) à pic sur la Dordogne. - Des Argentins ont confié leur domaine à un M. M., anar pauvre de moyens qui joue au châtelain. Mal reçus, par une dame à lorgnons qui s'afaire dans vaste cuisine. Allez-vous en, vous trouverez à loger à l'auberge. Pluie, départ. Rues de S., rencontres. L'église romane du XIIe à trois coupoles basses, la tour goth. du XIIe également (démolie en partie pendant guerres de religion), vieilles ruelles, petite place de l'église, beaux arbres, coins de moyen-âge, averses et soleil. Café de Paris, 5 f., M. Joseph. Bourg riche, pittoresque, paysages montueux, verts et lumineux. Falaise sur la Dordogne en face des prés. Approche et venue de l'orage. Nous courons à travers champs sous le souffle violent de l'orage et nous réfugions dans une grange avec des paysans illisible aux yeux ardents (un homme surtout illisible et illisible racines et braise d'yeux) qui nous parlent de la grande grêle de 1924 qui tua les récoltes. Sur la guerre : ils sont d'avis qu'on est battu, faudra payer le prix, ce sera dur. Plusieurs paysans nous diront la même chose, unanimes. Quant aux responsabilités, ils sont prudents : une fameuse incapacité. - Par temps d'illisible, un autre et sa femme nous offrent du café. Des lys dans le jardin, la pluie est belle sur les fleurs et les feuillages.
Berry commerçant, riche, sans librairie. Chez la marchande de journaux : « Le mari, la femme et l'amant » par Paul de Kock. « Le crime du wagon bleu ». - Aucune vie spirituelle. Des commerçants exploitant la route, qui font des affaires d'or et majorent sournoisement ou odieusement les prix. Un pharmacien à tête fleurie (mais bilieuse) de Victor Hugo dans la soixantaine me majore d'un franc le tube de crème à raser de 6fr. 25. - Jour de marché, paysannes râblées en noir et grands chapeaux de paille noire, pressées d'exploiter la cohue des réfugiés. Une (panier d'oeufs) répond : J'les vends pas encore, j'attends le cours du marché - en économiste. C'est p. être à elle qu'un réfugié s'en prend et envoie un coup de pied dans le panier aux oeufs. Altercations. - Mes sous d'abord.
On me fait payer quinze francs un mauvais petit repas dans la saleté. Ces gens ne sont qu'avides. Ils vivent d'ailleurs sur le contentement d'eux-mêmes, sans besoins intellectuels ni moraux - et dans la crasse. Terre riche, pays vaste, intérieurs obscurs, vieux, enfumés, sales. Tout va au bas de laine et chez le notaire.
Notaire, huissier. « Goulinard et Moliflor , receveur des rentes » - belle maison carrée. - Des réfugiés du Nord hébergés dans la villa d'un cheminot absent, refusent l'accès de la cuisine (eau, évier) à d'autres réfugiés. Un cheminot aux yeux de lapin alcoolique apprenant que je suis de Bruxelles apostrophe violemment Léopold III, puis reproche à M. Joseph de m'héberger, « faut être prudent. » Tout grouille et croupit, je pense au monde de Mirbeau.
Je loge plusieurs jours chez une toute petite vieille, pareille à un insecte, aux cheveux flottants, blancs mais jaunis de fumée. Crasse, odeurs de boues brûlées, un w.-c. très propre pourtant. Elle lit le journal, comprend très bien, éveillée et actrice à près de 80 ans (Place de l'Église). Un peu à l'écart du bourg, sur la côte, les villas riches. Une en style baroque, peinte en bleu illisible est celle de M. Malvy10, le maire. J'y vais, reçu par une agréable vieille dame (illisible) qui avec la bonne mettait la table dans à manger donnant sur la terrasse. Rencontre de M. Malvy à propos d'un incident arrivé à Vlady. Quelques mots sur le temps où il était ministre de l'Intérieur (illisible illisible) Vlady dessinait l'église romane, un monsieur décoré (off. de la Lég. d'ho. !) s'en émeut, alerte la gendarmerie. J'explique que s'il est défendu de dessiner les ouvrages d'art, il ne l'est pas de dessiner les oeuvres d'art. Le monsieur : « Ce n'est pas le moment de dessiner ! » - Moi : « Au contraire, monsieur, c'est celui pour un jeune homme de toujours travailler - et c'est son travail. » Tête de bouledogue, bureaucrate à lunettes. J'apprends de M. Malvy que c'est l'inspecteur de l'enseignement public du départ. Nous restons suspects et embêtés par la gendarmerie jusqu'à l'entretien avec Malvy.
Une nuit au centre d'accueil. C'est une très vieille église (XIIe s.), - celle à la tour d'horloge. Haute voute ogivale, peinte en couleurs voyantes, du bleu, du rouge. Paillasses. Des Flamands. Des familles, marmailles, édredons, odeurs, linge séchant sur des cordes. Même spectacle que dans un centre d'hébergement des Espagnols après leur défaite à Pontarlier, où j'ai trouvé sur son grabat le vieux illisible illisible - en tête à tête avec l'abandon et la mort, un martyr vivant du Greco. Ici - moins de tragique et moins de force. Des gens quelconques. Des jeunes gens inséparables de leurs bicyclettes qui sifflent à tue tête de bon matin sans se soucier des dormeurs. Et il faudrait se battre avec eux pour les faire taire. Étrange plaisir de gêner autrui (muflerie et défi, formes basses de l'affirmation de soi). - Puis ils jouent longuement aux cartes. Jeunes ouvriers et (parait-il) étudiants flamands. - Je m'endors bien sous ces voutes, dans cette foule. Toute place m'est bonne parmi les hommes - si je peux étendre mes membres.
Dormi aussi chez M. Joseph. Après cinquante ans, dit-il, j'ai senti chaque année mes forces décroitre comme si je descendais d'un degré. Après soixante, c'est de moins en moins que l'on se sent vieillir... - 64 ans, grand et droit, bavard, plein d'histoires juives de sa jeunesse, de sentences pratiques, bougon, il désespère sur la route dès qu'on le laisse s'attarder à l'arrière - et tout lui paraît sans but et lui-même inutile et vieux et illisible.
Bord de la Dordogne. Vlady et Sogos 11 font des ricochets dans l'eau en longues séries éblouissantes qui se terminent en par un frôlement de la pierre sur l'eau. Laurette : Le style du vieux maître et le style du jeune ! - En fait, il y a là des styles différents. On se presse en foule pour écouter la radio. Où sont-ils ? Communiqués laconiques et réticents qui s'évertuent à voiler encore, inutilement, le désastre. Sont-ils entrés à Paris ? Des gens arrivants disent : le jeudi soir - ou nuit - par la porte des Lilas et la porte de Neuilly. Un comm., enfin, sur le gouvernement qui a quitté Paris.
13-14 juin
Message de Paul Reynaud à Roosevelt. D'étonnantes phrases là-dedans : le gouvernement se réfugiera s'il le faut dans les colonies d'Amérique pour continuer la lutte ! - Aux Antilles alors, ou en Guyane ? Il faut avoir bien perdu la tête pour tenir ce langage, s'il n'annonce en réalité une capitulation après quelques gestes désespérés. - La réponse tarde. Mines maussades et concentrées autour de l'appareil de TSF. Pendant ces jours, le flot des réfugiés coule sans cesse sur la route, autos, cars, camions, motos, il en passe, passe, de partout, ambulances; camions industriels de Reims, de l'Oise, de la Somme, voitures de tourisme chargées de bardas phénoménaux, roulottes improvisées avec des gosses, des cuisines, et tout. Une auto mitraillée, criblée de balles. Les gens disent que Limoges est pris, Moulins aussi, la ligne Maginot attaquée à revers... Les communiqués confirment ces rumeurs avec un peu de retard. La sensation grandit d'un effondrement d'armée - total. Un soir des camions militaires passent, passent. Reine dit, désolée : « Quelle débâcle ! » - Un officier triste se retourne et la regarde longuement, méchamment. Apparition des autobus de Paris sur la route, tout barbouillés de vert. Le 89 « Porte de Versailles ! » Conducteurs et chauffeurs, on les entoure. Ils expliquent qu'on leur a dit : « Foutez le camp avec les voitures, emmenez vos familles... » Mais ils ne sont pas sûrs de se faire rembourser l'essence qu'ils paient eux-mêmes. « C'est au matériel que la Cie pense, bien sûr, - des familles, elle s'en fout. » Ils ont raison.
Dans tous les propos la même raison dure et réaliste - matérialiste. Crue, directe, narquoise. - Au Café de Paris, cependant, des évacués bien habillés et des gens de l'endroit à physionomie de villégiaturers font retomber toutes les responsabilités sur le Front populaire et les congés payés. Leurs congés, on voit qu'ils se les paient eux-mêmes. Cette route au clair de lune. Passent des autos de DCA et d'énormes camions militaires. Attroupements. Des couples se forment. Églises et toits du moyen-âge - quelle guerre était-ce ? Des motocyclistes casqués et poudreux ont bien l'air d'hommes d'armes.
15 juin
Vers 1h j'apprends par un propos surpris que le maréchal Pétain a demandé l'armistice. Défaite avouée, la fin. Des larmes montent à la gorge. Et tous ces morts ! Reine et L. disent aussi qu'elles ont failli pleurer. Deux officiers, têtes dans les mains ont pleuré sur une table de café.-À quoi ça sert de pleurer, dites ?
D'ailleurs l'armistice ne vient pas. On l'attendra une semaine dans la défaite et l'incohérence, l'invasion avançant partout et l'idée qu'elle sera totale s'imposant de plus en plus. Les journaux annoncent l'aide américaine, ne disent rien du front, disent que la RAF a jeté deux bombes à Diré-Daoua en Abyssinie...
Les gens vont répétant que c'est inconcevable, incompréhensible. Alors, nous n'avions pas de matériel ? On n'a pas prévu ceci-cela ? Où sont passés les millions des armements ? Inconcevable, inconcevable, - c'est le mot que l'on entend le plus. (Vlady a 20 ans.)
Episodes
Femmes et enfants, dans un convoi bombardé sur une route se couchant sous une auto, s'aperçoivent ensuite que c'est un camion citerne d'essence !
Chars allemands cheminant parmi les évacués sur la route.
Char all. se rangeant pour laisser passer des enfants.
Réfugiés bombardés à l'aide de bombes en bakélite (?) qui font grand bruit et peu ou pas de mal, arme psychologique.
Une dame en deuil qui conduit son mari, malingre personnage en melon et pardessus à col de velours (le masque à gaz au bras) raconte la destruction de leur maison et magasin à Amiens. Il y a eu 250 morts dans la seule rue du Gros Caillou.
Réflexion sur la terreur. Hitler a fait la guerre avec des méthodes révolutionnaires, contrevenant aux règles et usages. Les bombardements de popul. civiles et des réfugiés créent une panique qui est une des fins de l'action. Buts : provoquer la fuite de populations qu'il n'y aura pas à nourrir dès lors (les approvisionnements restent à L'envahisseur); troubler les communications de l'ennemi, contrarier les transports par routes en y jetant des cohues affolées; pousser des millions d'hommes vers un territoire de plus en plus restreint et désorganisé - et difficile à défendre.
19 juin 40
Auberoche. Quittons Souillac par la route. Le paysage se fait plus rude et plus boisé, moins habité. Grands bois, collines, roches. On passe devant une vieille église puis par Montignac, gros bourg commerçant et pittoresque. Beaucoup d'officiers, on dit que l'État-major ou un état-major a passé hier.
Auberoche en pleine solitude dans les bois de la Dordogne, un vieux petit castel aux tours basses, devenu ferme, - une petite ferme sur la hauteur avoisinante. Les Anglais ont tenu garnison ici pendant la guerre de cent ans.
Laurette est ravie du site, du calme absolu, de l'isolement, de la petite côte abrupte qu'il faut gravir au milieu de paysages aérés, riches et un peu sauvages, pour rentrer « chez nous » - ravie de l'âtre où nous faisons du feu de branches mortes, la cuisine et illisible sur des trépieds; et l'on ranime le feu avec un soufflet. Calme inouï. « J'en ai des remords, dit-elle, d'être si loin de la guerre, on l'oublierait presque... » Sur les routes cependant, avec ses chars et ses hommes casqués, la guerre roule vers nous.
Les petits P. sont de rudes petits gars aux muscles durs aux regards vifs et comme cloutés- La grand'mère, l'âtre, la vaste cuisine où l'on mange des pâtés, du porc salé, des salades. La vie a un goût de terre propre, verte, vigoureuse. Les soirs sont splendidement reposants. Une lune rousse se lève, des insectes font dans l'herbe leurs bruits proches. Notre intimité; nous jouons aux dames, à la bougie.
Je feuillette de vieilles collections de l'Illustration, 1917-1918. Villes en ruines, tranchées, la victoire âprement acquise par les derniers combattants de ces ruines et de ces illisible, Foch, Clémenceau, l'armistice de Rethondes.... La révolution russe décrite par des correspondants tantôt aveuglés par un bourgeoisisme idiot, tantôt clairvoyant mais malhonnêtes, truquant et déviant toutes choses. Ils s'indigent des menus faits d'une guerre civile encore anodine, et de l'intervention de la violence dans la vie politique : à côté de leurs proses, photos et dessins de cités rasées, de campagnes couvertes de cadavres et de illisible. Aveugles ou fourbes ou les deux, ainsi le veut l'histoire qui a sa main écrasante sur eux et les mène où ils ne veulent pas aller. Poids inouï de l'argent. G.B.12 semble vouloir se débarrasser de nous à tout prix : propriétaire de l'endroit, membre du P.S., ami de Giraudoux, il me dit qu'en cas d'occupation il tirera parti des bonnes relations entre G. et von Ribb. Conte qu'un soldat qu'il a vu dit avoir tiré sur les Alle. à Brive. - Du peu de nouvelles que nous avons, il résulte que nous sommes dans la poche entre les deux armées dont l'une avance et l'autre recule. Décidons de partir. P. a trouvé de l'essence pour 120 km.
21 juin
En auto, conduits par P., vallée de la Vézère, vaste, monstrueuse, bordée d'un côté par des crêtes rocheuses où apparaissent des cavernes et plus souvent des fenêtres. Une ville dont les maisons se collent à la roche surplombante, se confondant avec elle. - Des longs convois d'armée en retraite - beaucoup d'aviation - font la même route que nous vers le midi.
21 juin
Halte aux Eyzies (cavernes, grottes, troglodytes; à peine si l'on y pense. Armée en retraite, autos, soldats fourbus, soleil). Conversation avec un soldat : « Quinze jours sans me déchausser. Batailels de Belgique. On a été trahis, c'est clair. » Plus d'un le dit. C'est la pensée des armées vaincues. Sans trahison, comment les forts pourraient-ils être vaincus ? Et socialement ils voient juste, ces soldats. La trahison inconsciente de ceux qui ont compté sur Hitler, Mussolini et Franco pour assurer l'ordre en vieille Europe est la grande explication.
Les Eyzies - des falaises de roches donnant sur une vaste vallée verte. Petits cafés dans la poussière de la route, un garage, encombrement, flots d'hommes et d'autos, chaleur. On voit des grottes creusées dans la roche vers les sommets. Un écriteau annonce une grotte merveilleuse éclairée à l'électricité. Musée. Troglodytes. L'armée en déroute dévale, camions sur camions. Fuite des paysages, nous passons à travers des pluies tièdes, anxieux d'être arrêtés aux limites départementales. Le gendarme : « Moi, je ne vous ai pas vu. » Recherche de l'essence à Fumel. Rencontre d'un cam. esp. du POUM. Petite ville aux boutiques pleines.
22 juin
Nuit : arrivée à Port Ste Marie pour manquer un train qui vient de partir vers Toulouse et Narbonne : nous apprendrons demain que c'est le dernier. Couchons dans des wagons de 2e, assez confortablement. Pour y accéder, il faut passer sous des wagons de marchandises ou les escalader. Port Ste Marie (Lot et Garonne) est une vieille petite ville insignifiante. La complète insignifiance de ces bourgs de route. Aucune vie collective, aucun urbanisme (vif contraste avec l'Als., la Belg., l'Autr., la Hollande), aucune vie spirituelle, tout est tué par un chacun chez soi croupissant (intérieurs vieillots, crasse, on vit bien mais sans confort). - Nul effort, nulle recherche. Déjeunons d'oeufs crus et de café longuement attendus dans un café, à côté d'un État-major d'artillerie replié de St Germain. Arrivée d'un général rasé de frais, saluts. Un jeune officier (juif) commente et explique tout. Les autres - une vingtaine, plutôt mornes, éteints. Quelques binocles. Je discerne que c'est un centre d'études, qu'ils tenaient des conférences. Illisible Illisible Illisible ne point emmener les stagiaires, mais ceux-ci ont pour leur propre compte réquisitionné des autos - et « le centre est là, au complet, mon général. »
23 juin
Taxi jusqu'à Agen. Place Jasmin. Nous nous installons dans l'autocar de Toulouse. Trop beau pour être vrai ! Refoulés à la limite du Tarn et Garonne, L. et D. n'ayant pas de sauf-conduits. On refoule quantité de gens. - Les gendarmes pas méchants ni désagréables comprennent qu'ils font un « métier de chiens ». L'un d'eux parle de la défaite en termes amers et brutaux. Retour à Agen. Illisible illisible L. et moi dans un hôtel borgne près du pont sur le chemin de fer. Puanteur d'usines, asphyxiante. (Cathédral. St. Caprais). Ville terne, quelques vieilles maisons, belle église aux absides du XIIIe ornées dehors de motifs sculptés (têtes) très vivants. Les restes de l'ancienne cité marchande ont du caractère, révèlent de l'intelligence (arcades) et de la vie publique. Les rues et boulevards modernes n'expriment que la boutique médiocre et satisfaite. Une petite statue de la République tient en mains une grosse lanterne en verre dépoli - qui s'allumera bientôt le soir.
Cohues - réfugiés, troupes de soldats perdus, aviation en pagaïe, belges, camions, cars, autos, fantassins, marocains, nègres d'un noir d'ébène, ville bondée. 28 000 hab. dit-on et 100 000 réfugiés. Courses pour le pain, les vivres. Cafés consignés à la troupe et aux officiers jusqu'à 6h du soir. - Une escouade de Marocains casqués barre aux issues la rue aux maisons closes. Plus de salut militaire. Les officiers circulent dans la cohue. Silhouettes. Un maigre jeune soldat au regard dur, un menton pointu. Illisible kaki, échancrée au col, pantalon de mécanicien - bleu -, espadrilles sur pieds nus, casque. Mains dans les poches.
Marocains enturbannés. Un poste gardant un croisement de routes, installé chez un marbrier, sur de la paille, parmi les monuments funéraires à vendre. L'officier s'est procuré une petite table de café, pliante, jambes croisées, haut képi bleu clair, il lit, jeune.
On se plaint de la maraude et de l'indiscipline. - Patrouilles de marocains précédés d'un petit sergent français. - « Boutonnez vot' vareuse, que j'vous dis ! - T'as pas une paire de molletières pour moi ? »
Armistice avec l'Italie, cessation des hostilités. Aucune joie observable, à peine une légère détente. On commente les déclar. du maréchal Pétain qui explique que l'armée fr. s'est battue avec 60 div. contre 120 (à vérifier) et que les Alle. avaient encore 80 divisions en réserve; que l'aviation fr. était à 1 contre 6; que les Angl. n'ont assuré que 10 div. Comment ne s'en est-on pas aperçu à temps ? N'a-t-on rien prévu ? N'a-t-on pas mesuré les forces avant l'épreuve ?
Soir, nuit tombante au bord de la Garonne, large et aérée. Nous fumons - un Marocain blessé et moi. L'homme -parlant sabir- une bataille en Belgique. La division sans chars ni aviation attaquée par chars et aviation. Chars entrant dans l'eau, en ressortant, écrasant, pourchassant tout. Cartouches faisant défaut, on leur fait mettre baïonnette au canon. « Y en a plus division, beaucoup tués, oui monsieur, moi blessé, nous partir. » Les Allemands prenaient le fusil aux hommes et leur indiquaient la direction à suivre pour sortir du feu. - S'est battu à Maisons-Laffitte. « Y en a beaucoup démoli là-bas. »
Petits cantonnements partout. De la paille, odeur d'humains sales et de cuir échauffé. Noirs splendides aux belles têtes régulières. Les Malgaches et les Marocains souvent moins bien. beaucoup plus de dégénérés et de tarés parmi les Blancs : le beau type exceptionnel. Navrant à voir le désoeuvrement total de tous. Par centaines de milliers, consignés, entièrement oisifs, ces hommes de toutes races et conditions abandonnés à eux-mêmes.
Depuis que l'Armée rouge leur a donné l'exemple, les armées chinoises, alle, ital., turque (sans doute) ont des services d'éduc. pol., des bibliothèques, des commissaires polit. qui procuraient aux hommes les journaux. Au moins, à l'état rudimentaire, ces services existent. On ne les a pas découvert ici. La flemme - des É. Mounier, des Laurat cependant étaient trouffions de 2e cl. et Laurat a disparu.**
** Laurat. Territorial, 42 ans, mitrailleur DCA en S. et O., devait se replier à pied en cas de retraite !
Paris des derniers jours avant l'occupation. Sensation générale, diffuse mais précise de la défaite. Ville dépeuplée de riches, dans autos. Le soir : artères vides, quartiers de l'Opéra, grands boulevards, l'asphalte net. Le soir tombe lentement, la nuit commence peu après neuf heures. Ce grand Paris désert, avec ses boulevards aux rares passants (filles) s'enfonce dans le crépuscule, sans lumières, sans mouvement, comme s'il coulait. Jamais ses profils n'ont été si expressifs et durs, découpés sur le ciel blafard. Les étoiles se lèvent, distinctes. Hauts immeubles, pareils à des carènes. Roches. Décors découpés s'il y a une lanterne - voilée. Tout à fait la ville dépouillée. La ville fantôme des mauvais jours de Petrograd en 19 au moment des nuits blanches.
(Avec L. à L'Opéra, une terrasse Pam-Pam. Halles. Châtelet. Les quais. Le Luxembourg.
Nuit. J'erre sur les anciens remparts, entre la zone peuplée (baraques et constructions des rôniers) et le illisible des Lilas. Détonations assourdies au loin. Une - deux - trois. Je pense que ce sont des bombes. Silence. Illisible grise et noire de la banlieue en métro-bus. Une lumière y surgit, s'éteint. Signal ?
Autre nuit. Avec L. assistons à une courte bataille aérienne. Les projecteurs sillonnent le ciel. Tirs de DCA, explosions, balles traçantes. Alentours le silence. Cela dure un instant puis s'apaise.
Le bombardement du 3 juin.
Belle journée, soleil. L. faisait le déjeuner. Un ronflement de moteurs, extrêmement puissant, paraît envahir tout, fait vibrer les vitres. Impression d'un ciel rempli - d'une nuée d'avions. Les tirs éclatent venus de tous les horizons. Nous restons à la porte ouverte du balcon, contemplant une large étendue de ciel pur où rien ne paraît. Sur un balcon voisin, une vieille femme avec des jumelles, observe et probablement ne voit rien. L'image me vient à certaines détonations illisible, illisible, d'avions descendus quelque part et jetant leurs bombes. Nous sommes tristes et tendus. L. s'appuie de la tête illisible, au bois de la porte. - « Nous pourrions disparaître ainsi. » Et d'autres en ces moments... Le fracas des moteurs remplit le ciel et donne une sorte de nausée. Aucune peur. Les vitres tremblent. Une ouvrière (masque, réticule) monte vers le métro. De craquantes détonations proches - q.q. part derrière la statue de la Paix qui est place Séverine ou dans le petit cimetière - la fait sursauter, comme enlevée par un souffle d'explosifs. Elle se retourne, ne voit rien, reprend sa marche calmement. On me dira plus tard qu'un avion a été abattu du côté du fort de Romainville, assez prêt. - L'après-midi, à Time (Champs Élysées, soleil, gens) j'apprends qu'il y a beaucoup de victimes. On en publiera 50 et 200 blessés - puis 250 et près de 100 blessés. Usines Citroën, avenue de Versailles, Issy. Du Pré, je vois monter des fumées d'une usine qui a été touchée vers La Courneuve. Des fillettes noyées et ensevelies dans une case-abri d'école. 1000 bombes; nous discutons du peu de rendement de l'opération. 25 avions all. abattus ? Pierre M. a travaillé comme chirurgien dans un hôpital d'une h. de l'après-midi à 7, dans la chair vive, interventions en série. Le colonel all. commandant les escadrilles est prisonnier, blessé.
Propos de Pierre M. « content que l'apocalypse devienne complète. » Nous parlons des illisibles : il dit les illisible. Je réplique et l'amène à convenir que le point de vue apocalyptique n'est pas rév. Parlons de ses deux natures opposées.
Un après-midi aux Champs-Élysées, building du 52. Tac-tac des mitrailleuses. Les gens de la terrasse voisine assurent avoir vu descendre des parachutistes. Attroupement en bas, les gens montrent de la main un coin de ciel. (On expliquera qu'un ballon-sonde illisible illisible a descendu par accident).
Animation, tension nerveuse. On parle de parachutistes tombés dans la forêt de Fontainebleau et fusillés sur place. Un journal du soir publie l'interview d'un gamin de 17 ans tombé en parachute. On en aurait arrêté un près du point de Neuilly. Quoi de croi ?
Les sirènes ont-elles joué ? Je ne sais plus. Le plus souvent elles ne jouent pas quand les avions alle viennent.
La nuit l'oreille guette le début insidieux de leur hurlement. Un moteur d'auto au loin, un klaxon y fait croire; mais le vrai cri on le perçoit à travers le sommeil, très lointain, doucement sinistre. Il monte, s'enfle, s'étend sur la ville noire, cauchemardant. Parfaite adaptation de ce hurlement à sa fin : cela dépasse le rationnel, atteint le symbole. Le cri des villes menacées.
Agen, chez un libraire :« Les prévisions du bon Astrologue par Maurice Prévot
1940 année de la splendeur française »10 fr.
Bibliothèque
À l'Hôtel de Ville, petite bibliothèque poussiéreuse, agréable. Jeunes gens, un vieux monsieur à moustache gauloise, illisible, discute très fort avec la bibliothécaire : « Je vous dis moi, que nous avons gagné la guerre de cent ans ! » Toutes les têtes se lèvent, amusées. - Vous allez fort, vous ! - Le monsieur explique qu'il a fait aussi la guerre de 14.
« La Civilisation écrite »
Parcouru dans l'Encyclopédie française, le volume de « la Civilisation écrite ». Werth m'en avait dit du bien; l'idée est nouvelle. - Saisi aussitôt par l'incroyable mauvaise qualité du travail et de la méthode. Science inexacte par excellence, faussée par les intérêts, la paresse, le contentement bourgeois de soi-même. Encyclopédisme apparent, superficiel, - bourgeoisement malhonnête. L'ouvrage traite du livre, du journal, de la revue.
Rien sur le livre-marchandise. Prix de fabrication, de vente, de répartition ? Illisible Illisible du fabricant, du livre, de l'auteur ? Variations, fluctuations ?
Rien sur la publicité, réclames, les modes, les lancements, les modes, les lancements, les prix littér. considérés comme affaires, les trucs de la concurrence. Pas de listes d'ouvrages, avec tirages, redevances, etc.
Rien sur la condition matérielle, sociale (revenus) illisible de l'écrivain, du journaliste, de l'homme de pensée, du militant d'idées. (Il y a quelques notes descriptives sur la publicité : ni étude de fonctionnement, ni mention de puissance, etc.).
Rien sur les assises matérielles du journalisme : intérêts de groupements, appuis financiers, capitaux. Rien sur les rapports entre les forces cachées du journalisme et l'opinion. Rien sur la valeur réelle de l'information dans la presse, du savoir dans les revues (degré d'objectivité et de savoir, miroirs déformants, systématisations).
Quelles belles études il y aurait à faire là-dessus : montrer le fait, la vérité, se débattant dans la presse ! Analyser les interprétations et les falsifications conscientes et inconscientes ! Rien sur le classement des oeuvres et des publics par origines et tendances sociales. (Combien de romans en 10 ans sur la vie des mineurs ? Combien sur la vie des viveurs ?)
Rien sur la presse d'extrême gauche sauf quelques mentions d'une crasse ignorance qui rapprochent les journaux trotskistes des journaux anarchistes (signé Georges Bourgeois, conservateur d'une bibliothèque; G.B. n'entend évidemment rien aux doctrines qu'il mentionne).
Impudence antiscientifique de ces lacunes dans une oeuvre aussi importante qu'elles disqualifient. L'hypothèse d'une intention falsificatrice étant exclue, constater la défaillance de méthode, l'inaptitude à saisir le réel et même le désir de le fuit : méthodes de la défaite sur le plan intellectuel. (Noter de jolies phrases de J. Chardonne sur la psychologie de l'éditeur, tout ça très vif, élégant et facile : l'homme de goût, etc. Le forban, le marchand de papier, le maître chanteur - pas mentionnés).(Rien sur le rôle des fonds étrangers et des fonds secrets dans la presse : ces mots même ne doivent pas se trouver dans ces 1 000 pages. L'Encyclopédie rose.)(cf. Raffalovitch13 et M. Luce14, journaliste américain, etc. etc.) Presque rien sur les trusts de presse.
Les chapitres consacrés aux États totalitaires ne mentionnent pas la pensée dirigée - ignorant ainsi le fait capital. Rien sur els censures et les épurations (sauf une allusion de deux lignes dans la préface de de Monzie15 et qui ne vise que deux pays totalitaires, Allemagne et URSS !) À ces égards, la documentation sur l'URSS, fournie par les dirigeants officiels de là-bas, est un chef d'oeuvre de truquage bête, par la statistique.
Millions d'imprimés en trente langues. : devinez vous même que c'est toujours le discours de Staline et que Pilniak a disparu !
À propos de la presse des émigrés en France, le Bulletin de l'Opposition, et le Sot. Vest.16 ne sont pas mentionnés; Giustizia e Libertà l'est, mais non la mort de Carlo Rosselli. Presque rien sur la presse de la révolution espagnole. Rien sur celle de la révolution russe (1917-)
Les chapitres attribués à la presse comm. (un grand chap. signé Jean Fréville) atteste que l'ouvrage date des bons temps du Front populaire et des Maisons de la Culture. Petite apologie officielle. Rien sur les ressources matérielles de la presse comm. (capitaux de Ce Soir ? - journal mentionné). Rien sur les méthodes particulières de l'information et de la polémique comm. Rien sur la synchronisation de cette presse dans le monde entier. Rien sur les infiltrations financières et idéologiques (R. Rolland; « Europe »; « Vendredi »; G. Tabouis, Pertinax et l'influence russe).17 Après cette décevante lecture, me suis plongé dans le robuste Napoléon de Taine. En ce temps là, l'Université française savait encore voir et penser. (Il y fallait un Taine, il est vrai; mais elle ne l'étouffait pas.)
Les pompiers de Charleroi se sont sauvés jusqu'ici - Agen - avec tout leur matériel flambant rouge... Beaucoup d'agents et d'officiers de police de Charleroi aussi. Les jeunes Belges vivent surtout entre eux, méfiants et prudents dans la conversation.
Prédication à l'Ermitage
7 juillet. Agen. Dim. après midi allés aux vêpres à l'église de l'Ermitage, petit couvent des Carmes, sur la hauteur. La rampe de feuillages, le rucher (nous y avons vu travailler la veille deux moines doublement encagoulés, gantés) - la belle vue : toits roses de la ville, pentes vertes au vaste horizon.
Prédication d'un jeune moine en brun et blanc. Éloquence apprise et répétée peut-être devant un miroir; pas une parole spontanée, pas un élan, sauf apprêté. Nullité des effets avec les hélas et les ah ! que. Thème : l'innocence et la confiance, supériorité de la confiance en Dieu sur l'innocence, - casuistique déliée, mais très pauvre et très bornée. L'orateur mentionne la psychanalyse. Atmosphère : fait penser à la religion selon Marcel Jouhandeau18 : Monsieur Godeau est certainement là. Assistance nombreuse, variée. Vie chrétienne ! Combien de boutiquiers et de cafetiers ici qui haussent leurs prix pour les réfugiés ? Combien de gens qui, pour héberger des rescapés de bombardements ont sacrifié leur salon-fétiche ? Cette croyance : spirituellement morte; humainement presque morte; mais une grande force de conservation sociale, exploitant le peu qui reste aux gens de vie spirituelle. Derrière moi un vieux monsieur bien vêtu, tout en noir, émacié, usé répète de sa voix creuse les répons... Émouvant : ce peu de chaleur de foi dans cette ruine d'homme.
Responsabilité du socialisme
Dans une lettre que j'écris à Brac.19 : L'histoire impitoyable finira par éclairer les plus aveugles. Elle dresse d'un coup le bilan de vingt années d'égoïsme, de laisser-aller, de médiocrité, de réaction larvée sans intelligence ni courage. C'est fait. Le socialisme en tout ceci a sa bonne part des responsabilités - pour s'être trop associé à ce qu'il eût dû combattre. Il a souffert de tous les maux d'un monde déliquescent - au lieu de s'y opposer. Il n'osait plus dénoncer à haute voix l'argent et la ploutocratie ! Voix que des falsificateurs s'accaparent de son vocabulaire. Conférence de Ferdonnet20 - Stuttgart par TSF il y a moins de 3 jours. Les historiens de l'avenir auront bien besoin du sens de l'ironie.
12 juillet.
Le soldat qui essaie de pénétrer comment ça s'est passé. Abattage du bois, motocyclette allemands passant sur la route. Bonne vie, popotes, pinard, aucune envie de se battre. Commandant absent - ou parti. Replis sur replis. Impossibilité d'une répression devant le départ de tant d'hommes. Pourquoi se battraient-ils ? Les Allemands auraient un monde à piller. Pingrerie. Le mobile « chacun pour soi ». Une Parisienne (bonne ménagère, femme d'ouvrier, notre voisine) : Dire qu'il a va peut-être falloir toucher aux économies ! Une charcutière en train de débiter des saucisses au mètre, dans sa boutique envahie par des réfugiés (affaires d'or...). Avec aigreur : « Ils sont comme des sauterelles. Ils pillent tout. » (au prix fort).
Une paysanne instruite : « Moi, je les connais les Espagnols. Je les connais les Belges. ». Etc. Sous-entendu : tous ces réfugiés sans foi ni lieu. Elle-même accumule des provisions, possède maison de campagne et terre, etc.
Regards haineux, fermés des femmes du pays, en noir, sur le seuil des portes quand on passe à travers champs - « des étrangers », des réfugiés. Nous passons dans la pluie devant la porte d'une ferme riche dont les propriétaires ont barré aux promeneurs certains sentiers. Je répète fortement mon salut à une bonne femme si crispée qu'elle ne veut pas nous donner le bonjour - par avarice sans doute.
Des commerçants cachent leur marchandise. Étalages à la russe : cirages, cartables d'écoliers, etc. Les gens du pays ont reflé le chocolat, le café, les denrées durables. Toutes les maisons sont pleines. Les réfugiés, ces millions de Français du nord, feront comme ils pourront. Idée saugrenue. Abordons une de ces vieilles dames qui regardent de la fenêtre passer les réfugiés et : « Vous êtes chrétienne, madame ? Voici des Chrétiens qui - etc. » Effarement.
La charcuterie n'ouvre qu'à 10h au public patient qui attend. À 12h toute la marchandise est partie. - Elle : Quand je pense à ça, Madame, tout ce monde qui se jette sur la marchandise, oh ! Elle se prend la tête à deux mains, désespérée de faire de si bonnes affaires.
Polémique entre Thierry Maulnier et Valois sur « la peur de la victoire. » Th. M. dont un article avait souligné que beaucoup d'hommes de droite avaient eu peur d'une victoire (des démocraties) sur les États totalitaires parce que ces derniers représentent l'ordre et l'autorité. Cf. :
NRF du 1er décembre 37, lettre à Julien Benda, du 11 août 37, signée A.V. « L'auteur qui est fonctionnaire, nous demande taire son nom. »
Diatribe sur les Juifs, « l'esprit démoniaque de distribution », les « dirigistes judéo-jacobins », l'Affaire Dreyfus, Charles Maurras admiré bien qu'il compromette les principes universels de la réaction.
« Puisque la lecture de votre essai m'en donne l'occasion, c'est avec un plaisir quelque peu cynique, je l'avoue, que je vous déclarerai que, parce que réactionnaire dans tout ce que ce qualificatif a d'intégral, je ne connais d'autre patrie que la Réaction et, pareillement à vous, l'intérêt de la France en tant que nation m'est fort peu de chose auprès de la netteté en matière politique et que ma préférence pour le principe d'autorité monarchique et traditionnelle, fondée sur le Droit Divin, le capitalisme étatique et agrarien, l'organisation corporative du travail, la religion au service de l'État, est une définition de ma forme d'esprit, et ce, dès que j'ai atteint l'âge de raison, et plus que jamais entre 1914 et 1918, années cruciales durant lesquelles, malgré ma jeunesse, j'ai ardemment et secrètement souhaité et soutenu la victoire et la cause des Empires Centraux, cette dernière me paraissait celle de l'ordre contre le chaos et l'esprit d'aventure, celle de la Réaction contre la Révolution et contre le Judaïsme Messianique, celle du concept politico-social de l'Empire Romain dont le catholicisme en Autriche et en Espagne, allié au pouvoir temporel des gouvernements dynastiques, la Russie Tzariste et Orthodoxe (malheureusement engagée du mauvais côté dans une guerre où elle avait peu à gagner et tout à perdre) et la Prusse monarchique et militaire, étaient dérivés et avaient pris la succession dans les temps moderne. »
« Les positions sont prises et sans doute verrez-vous le déclenchement de la plus sanglante et féroce guerre de religion que le monde ait connue. » Ici l'auteur exprime la crainte que « la néo-réaction fasciste et le Japon millénaire soient vaincus comme il en a été malheureusement des Empires Centraux. »
« Quant à l'auteur de ces lignes, il sait plus que jamais avoir été du bon côté et avoir vu juste. Trop jeune durant la dernière guerre pour porter les armes, il n'a pas eu à souffrir du fait d'avoir à combattre pour une cause qu'il exécrait. Vos écrits et votre pensée, autant que ceux de Charles Maurras, ont contribué à le fortifier dans sa résolution de combattre, en cas de croisade antifasciste, dans les rangs de la Réaction, ou de ceux dont l'idéal se rapproche le plus de ma conception contre-révolutionnaire, sans tenir compte de la « nationalité » du camp de la Réaction, ou de celui de la Révolution, au risque même "d'aller à Coblence ou à Quiberon", mais avec la volonté inflexible de contribuer modestement et obscurément à un nouveau Waterloo qui, suivi d'un nouveau Congrès de Vienne, mettront fin à l'abominable statu quo politique, social, idéologique, économique et territorial de 1918-19, remettant nations et individus à leur vraie place et marquant, définitivement cette fois, la destruction totale des forces malfaisantes qui, depuis un siècle et demi, troublent la paix du monde et menacent dans ses bases mêmes la Civilisation Chrétienne, héritière de la Grèce et de Rome. »
Vlady, los surrealistas y la revolución
Una conversación sobre arte, ética y estética
Frecuenté a Vlady de manera asidua entre 1990 y 2005, año de su muerte. Nos veíamos en su taller de Cuernavaca o en mi casa, en Tepoztlán y platicábamos durante largas horas. Casi siempre yo le preguntaba sobre su padre, el gran escritor y revolucionario Víctor Serge, a quien yo admiraba y sigo admirando profundamente, pero también hablábamos de política, arte, filosofía y de los personajes que había conocido durante su infancia en la Unión Soviética. A veces, la conversación versaba sobre André Breton y los surrealistas que Vlady había frecuentado en París. He aquí la transcripción de una de nuestras conversaciones:
Claudio Albertani. Encontraste los surrealistas a finales de los treinta. ¿Qué impresión te causaron?
Vlady. Mi actitud fue un poco visceral. Yo era un adolescente impetuoso, hijo de un revolucionario exiliado y todavía no me sentía propiamente un pintor. Mi identidad estaba por definirse; las frecuentaciones revolucionarias adquiridas gracias a mi padre y la propia experiencia en la Unión Soviética me proporcionaron un carácter y una manera de ser: no aceptar que la vida esté hecha de una vez por todas. Comprendí que, por una cuestión de salud mental, aunque te vaya bien, inclusive económicamente, siempre hay que pensar con los indigentes y rechazar la indiferencia. Si bien me atraía su actividad artística, confieso que los surrealistas me parecían un poco frívolos.
C.A. Algunos años antes de que ustedes llegaran a París, hubo una famosa polémica entre André Bretón y Antonin Artaud acerca del sentido del arte. ¿Tenía que estar el surrealismo al servicio de la revolución, como decía Bretón, o bien, como creía Artaud, la revolución debía de ponerse al servicio del arte?
Vlady. Las palabras servicio y servidumbre me molestan. No tenemos ninguna obligación de comprar esta polémica. También se habló de arte y literatura proletaria. En esta época se dijeron muchas idioteces. Entre salvar del fuego a la Gioconda y a un camarada herido ¿que escogerías? Yo no se que contestar. Lo que debería decir es la Gioconda, salvar la eternidad del espíritu. Pero, ¿por qué me la ponen tan difícil? Toda la vida es un deambular y buscar salida del laberinto con un filo de Ariadna invisible que es el itinerario hacia sí mismos. Yo tenía muy buenos ejemplos. Venía de los bolcheviques que eran mártires. Tenía como referencia la ecuanimidad de mi padre, su moderación y gran limpieza, su trabajar cotidiano. Pero también tenía frente a mi los asesinos y los asesinados, los procesos de Moscú, la patética defensa de Bujarin. En fin todo aquello fue terrible. Yo no me daba cuenta, pero desde niño, para mi el arte fue una evasión, una fuga. Y todavía hoy lo es. Siempre he tenido esta mentalidad: el arte me sirve para apartarme. Cuando pinto, rehúyo de estos problemas. Creo que la estética es superior a la ética por ser extemporánea. El juego de las formas, el sentimiento y la percepción finalmente esto es lo que queda, lo que va más allá del tiempo.
C.A. Lo que dices, me parece, va muy de acuerdo con los surrealistas y también con Nietzsche, otro pensador que antepuso la estética a la ética.
Vlady. Bueno, me temo que nos vamos a encontrar cada vez más con estas coincidencias. Después de haberlo rechazado toda la vida, creo ser profundamente surrealista. Se podría decir que hay una convergencia temática: el discurso del inconsciente. Ahora, donde no soy surrealista es que obedezco y soy de un gran rigor con los materiales. Un surrealista puede hacer un cuadro con botones o con cerillos. Esto no es pintura. Puede ser arte plástico, no digo que no. Yo también lo hice, pero, definitivamente, no es pintura. Yo diría que no hay un clásico sin los rigores del oficio. Mi rigor es el regreso a la pintura absoluta.
C.A. ¿Siempre has tenido esta idea de la pintura clásica o es reciente?
Vlady. Es una pregunta a la que no puedo contestar de manera precisa. Por las visitas al Hermitage y después al Louvre, diría que mi formación es clásica, aunque me he apartado mucho de esto, influido por la época y mis propias vivencias.
C.A. Quiero regresar a la pregunta inicial. En ese tiempo, ¿privilegiabas el arte o la revolución?
Vlady. Esto está muy claro. Yo vivía entre los locales de los revolucionarios. Trabajaba con el POUM, era un militante. El arte, lo repito, era una fuga. Estas fugas ocupaban todas las horas libres; cuando podía, iba de galería en galería, hacía apuntes, visitaba museos. Sin embargo eran fugas. En este entonces yo no sabía que iba a ser pintor. Es lo que he entendido con el tiempo. El talento no es más que una forma de sacrificarlo todo en beneficio de una obsesión.
C.A. Entonces, ¿cuándo te diste cuenta de que querías ser pintor?
Vlady. Digamos que conscientemente yo era un militante. Pero ahí están los cuadernos que empecé a llenar desde los ocho años. Tal vez la cuestión es definir si prevalece la ética o la estética. Esto es muy difícil de determinar.
C.A. Yo creo que en todos nosotros existen los dos polos. Algunos pensadores como Marx y Lenin privilegian la ética, otros como Nietzsche, la estética. En Víctor Serge hay un equilibrio o tal vez una tensión. El revolucionario no le gana al literato, obsesionado por la elegancia verbal.
Vlady. El polo estético permite que uno soporte la soledad.
C.A. Sin embargo ahí está el caso de militantes obscuros que se mantuvieron por así decirlo, a pura ética. Y en la cárcel. Supieron mantener su integridad psíquica, con el solo auxilio de sus convicciones revolucionarias.
Vlady. En este caso, diría que la ética se transforma en estética. La vida de esta gente se puede ver como una obra de arte.
C.A. Esto me recuerda a los dadaístas. Arrancando de otras premisas, ellos también hablaron de la necesidad de convertir la vida en obra de arte.
Vlady. Independientemente de todos ellos, yo creo que la dimensión estética es revolucionaria per se, en cuanto es la constante transformación de los sentidos en otros. Es revolucionaria porque cada escritor o pintor o músico revoluciona, encuentra algo nuevo a añadir a las sensaciones del alma.
C.A. Lo que objetaría un militante es que el arte queda como un acto individual. En cambio, la acción incluye a la colectividad: clase, partido u otra entidad.
Vlady. No estoy de acuerdo. Cuando tú mismo te transformas, influyes en tu entorno. Ahí está el nexo con lo colectivo. No creo que exista un dualismo al que podamos suscribir. Yo, por lo menos, no lo quiero aceptar.
Claudio Albertani
mayo de 2001
Villa Air-Bel, un falansterio surrealista en Marsella (1940-42)
Villa Air-Bel en 1940
A raíz de la invasión nazi (mayo-junio de 1940), Francia quedó dividida en dos: el norte, incluyendo París, quedó directamente en manos de los alemanes, mientras que el sur -mal llamado "Zona Libre"- estaba controlado por un gobierno pro-nazi con sede en Vichy, presidido por el mariscal Petain. Puesto que una cláusula del armisticio establecía la extradición de todo sospechoso a Alemania, los judíos, intelectuales, artistas y militantes antinazis que habían buscado refugio en Marsella corrían enorme peligro. Movido por sentimientos humanitarios y por una aguda consciencia, el periodista norteamericano, Varian Fry (1907-1967) creó una red de escape, el Emergency Rescue Committee (ERC) -conocido en Francia como Centre Americain de Secours (CAS)- que logró salvar a unas dos mil personas y escribir una de las páginas luminosas de esa época funesta.
Entre los muchos que se beneficiaron de la ayuda del ERC, se encuentran los artistas Marc Chagall, Victor Brauner, Oscar Domínguez, Wilfredo Lam, Marcel Duchamp, André Masson, Max Ernst y los escritores Franz Werfel, Lion Feuchtwanger, Hannah Arendt y Jean Malaquais. El ERC tenía su sede en la Rue Grignan, en el Viejo Puerto (hoy Place Varian Fry) y en la Villa Air-Bel, una casona de tres pisos a las afuera de Marsella (63 avenida Jean Lombard, barrio La Pomme), residieron, además del propio Fry y sus principales colaboradores, Vlady, Victor Serge, Laurette Séjourné, André Breton, Jaqueline Lamba (y la hija de ambos, la pequeña Aube), Benjamin Peret, Remedios Varo y Consuelo de Saint-Exupéry, entre otros. Durante un corto tiempo, Villa Air-Bel se convirtió en una suerte de falansterio surrealista en donde se esperaba la ansiada visa para salir de Francia, pero también se discutía sobre arte, poesía y el futuro de la humanidad. Tristemente, el inmueble fue demolido en 1980 y en su lugar existe hoy un conjunto de viviendas para personas de bajos recursos.
Victor Serge sobre Varian Fry y Villa Air-Bel
"Si no hubiera el Comité de Socorro Norteamericano, dirigido por Varian Fry, buen número de refugiados no tendrían más salida, razonablemente, que lanzarse al agua desde lo alto del puente transbordador, procedimiento infalible. (...)
Habíamos bautizado Espervisa el castillo deteriorado en el que viví por un tiempo con unos buenos amigos. André Breton escribió ahí poemas en el invernadero, bajo el sol de noviembre. Yo escribía páginas de novela y no era por «amor a la literatura»: es preciso dar testimonio sobre este tiempo; el testigo pasa, pero puede suceder que el testimonio permanezca -y la vida continúa. Otros, convertidos en salvadores profesionales -entre ellos dos combatientes de Dunquerque- trabajaban para el Comité Norteamericano, desbordados por las tareas y por las llamadas de los campos de concentración, amenazados ellos mismos a cada hora. Pero en verdad ese naufragio era demasiado grande".Victor Serge, Memorias de un revolucionario, pp. 438 y 441.
Villa Air-Bel, 1940. Se reconocen: Victor Serge, Andre Breton y, a la derecha, la pequeña Aube
Mary Jayne Gold sobre Villa Air-Bel
"Gran parte del equipo del Emergency Rescue Committe, incluyendo a Varian Fry y a mi misma, residía en una espaciosa villa victoriana, Ar-bel, a las afueras de Marsella. Nuestra edad variaba entre los 25 y los 30 años. Pronto llegaron Andre Breton, su hermosa esposa Jacqueline y su hijita Aube, además del escritor trotskista Victor Serge. Pronto, llegaron en masa los surrealistas que se encontraban en la región y los fines de semana jugábamos juegos surrealistas con Breton, Victor Brauner, André Masson, Wifredo Lam, Oscar Dominguez y otros. Victor Serge y su hijo Vladi me introdujeron al marxismo, marca anti-estalinista. En ocasión de la visita del mariscal Petain a Marsella, gran parte del equipo fue detenido y dejado incomunicado. Serge, que tenía una larga experiencia carcelaria, me introdujo a los principios elementales de la sobrevivencia en el cautiverio". http://www.varianfry.org/gold_cm_summary_en.htm
Varian Fry en Marsella, 1940.
Equipo del Centre Americain de Sécours (CAS) en Villa Air-Bel
Andre Breton, Miriam Davenport y Varian Fry. Marsella, 1940
Otros colaboradores y personajes cercanos al CAS:
Victor Serge, Benjamin Peret, Remedios Varo y Andre Breton. Villa Air-bel, 1940
Bibliografía
Filmografía
Estampas anarquistas
Volin en los recuerdos de Vlady
Claudio Albertani1
"El verdadero sentido histórico del bolchevismo es sólo negativo; es una lección
experimental más que demuestra al pueblo cómo no hay que hacer una revolución. (...) Se dice que los
anarquistas pretenden saltar del régimen capitalista y estatista al reino de la anarquía. Pero no se
trata de un salto ni de un reino, sino de un camino a tomar; a tomar desde el principio.(...)
Es un grave error creer que se pueda llegar a una sociedad no estatista y no autoritaria
por el camino estatista y autoritario".
Vsevolod Mikhailovich Eichenbaum (1882-1945), mejor conocido como Volin, fue uno de los principales intelectuales del anarquismo ruso. Militante antizarista desde 1901 e integrante del Partido Social Revolucionario, participó en la creación del Soviet de San Petersburgo (1905). Detenido y condenado a la deportación perpetua, se evadió refugiándose en Francia, donde se volvió anarquista en 1911.2 Expulsado en 1916 por agitación antibélica, después de un largo periplo que lo llevó a coincidir con Trotsky en Estados Unidos, regresó a Rusia en julio de 1917 integrándose al grupo anarcosindicalista Golos Truda (La Voz del Trabajo) de Petrogrado. En 1918, Volin se trasladó a Ucrania para convertirse en uno de los voceros de la Confederación Nabat (El toque de alarma) y de la makhnovchina, el movimiento campesino de tendencia anarquista, conocido por el nombre de su jefe militar, Néstor Makhno (1889-1934).
Entre enero de 1918 y agosto de 1921, en plena guerra civil, la región de Ucrania al este del río Dniepr, se convirtió en un foco del comunismo libertario. Como sus hermanos zapatistas en México, los makhnovistas realizaron -aunque sea de manera fugaz- el viejo sueño de los campesinos de todo el mundo: tierra y libertad. Al principio, lucharon militarmente a lado de los bolcheviques. y, con un ejército de 50 mil hombres, dieron una aportación determinante para el triunfo de la guerra contra los invasores austro-alemanes, los blancos de Denikin y los nacionalistas ucranianos de Petliura. Sin embargo, el gobierno bolchevique, a la sazón dirigido por Lenin y Trotsky, no podía aceptar la existencia de un poder autónomo que no controlaban. A partir de abril-mayo de 1919, el Ejército Rojo atacó al Ejército Negro, deteniendo y asesinando a sus dirigentes. Rodeado por el Ejército Rojo en su plaza fuerte de Guliái Pole, Makhno, herido, logró abrirse un camino y huir primero a Alemania y después a Francia, donde trabajó como tipógrafo. Enfermo de tuberculosis, murió en 1934.
Encarcelado repetidas veces por la Cheka (la policía secreta), Volin salió de Rusia en 1921, gracias a la intervención de Emma Goldman, Alexander Berkman y del propio Victor Serge.3Vivió los últimos años de su vida en Francia en donde formulo? su idea de la "síntesis anarquista", que recoge las tres tendencias principales del anarquismo: sindicalismo, comunismo e individualismo. Colaboró asimismo en la redacción de la Enciclopedia Anarquista dirigida por Sébastien Faurey publicada por primera vez en 1934.4
En 1938, Vlady encontró a Volin en París y volvió a verlo en Marsella en octubre de 1940 cuando ambos huían de los nazis. En las dos ocasiones, asistió a las lecturas del manuscrito de la obra maestra del anarquista ruso, "La revolución desconocida" que sólo sería publicada después de su fallecimiento en 1945.5 He aquí la narración de Vlady. (CA)
Hablar de Volin es meterse a la mar de arrecifes en donde se han estrellado las grandes ideas de este siglo. Volin combatió contra el bolchevismo, tan pronto como en 1919. ¿Por qué? Para los anarquistas, en Rusia los obreros, campesinos y soldados organizados en los soviets ganaron la partida contra el zarismo. Las comunas se hicieron y funcionaron. Pero muy pronto, el veneno del poder, del poder total, perdió la revolución. En La revolución desconocida, un libro monumental, que lo hace importante para el futuro, Volin intenta explicar porque un movimiento social contra la opresión degeneró en una nueva dictadura y cuenta una historia que se aparta de la tradicional. Sus protagonistas no son las organizaciones políticas, ni siquiera las libertarias, sino el pueblo, sobre todo los campesinos que en aquel entonces conformaban la gran mayoría de los habitantes de Rusia.
Los anarquistas vieron en el terror de matriz jacobina, empleado por los bolcheviques, la causa de la degeneración de la revolución. El estado-comuna, anunciado por Lenin antes de la toma del poder (por ejemplo en las Tesis de abril de 1917 y en El Estado y la Revolución) fue suplantado por un régimen autoritario y después totalitario. ¿Era la única opción? Difícil contestar; lo cierto es que desde un principio, muchos revolucionarios de otras tendencias protestaron contra los excesos de los bolcheviques. En ocasiones, se les permitió hablar. Está, por ejemplo, el caso de Vladimir Korolenko, uno de los pocos intelectuales no bolcheviques apreciados por Lenin.6 En pleno comunismo de guerra, Korolenko logró publicar en la prensa soviética algunas cartas de denuncia que causaron dolores de cabeza al jefe bolchevique. Sin embargo, el hecho histórico -y la tragedia- es que nadie pudo construir una opción diferente.
París, 1938
Conocí a Volin en París hacia finales de los años treinta. Mi familia y yo habíamos salido de la URSS, casi por milagro, gracias a circunstancias favorables y la presión de un grupo de intelectuales franceses. Yo sabía de los anarquistas desde los días de mi infancia y, a pesar de mi formación bolchevique, los veía con mucho romanticismo: una guerrilla dentro la revolución, luchando contra su institucionalización. Sin embargo, es necesario admitir que en mi casa había ambivalencia hacia Makhno y también hacia los rebeldes de Kronstadt.7 A pesar de su anarquismo juvenil, mi padre había sido miembro del partido y se sentía muy incómodo con estos temas.8Es verdad que en el caso de Kronstadt había intentado una mediación junto a Emma Goldman, Alexander Berkman y otros internacionalistas, pero no había apoyado la rebelión y cuando hablaba de estas cosas, siempre había un poco de desolación en su voz.9
Mi abuelo materno, Alexander Russakov, quien también era anarquista y había participado en la mediación, me contó cosas terribles. Cuando la Armada Roja lanzó el ataque contra los rebeldes, el hielo se abrió bajo los cañonazos y el mar devoró a los soldados de ambos bandos. Después, la Cheka se ensaño contra los sobrevivientes.10 Estos hechos marcaron a toda una generación y polarizaron las posiciones de la izquierda revolucionaria durante muchas décadas y hasta la fecha. Tal vez por esto, cuando mi padre y Volin coincidieron en París, nunca se frecuentaron. En 1921, Serge había luchado por sacarlo de la cárcel, pero Volin nunca le perdonó su militancia en las filas bolcheviques.
En Francia, al frecuentar el ambiente de los exilados, me di cuenta de que predominaban la división y el sectarismo y que los anarquistas no eran una excepción. Supe, por ejemplo, que en los últimos años Volin y Makhno (fallecido antes de mi llegada a París) se habían distanciado mutuamente. Como también lo había hecho Ángel Pestaña en España, Makhno y Piotr Arshínov habían intentado crear algo así como un partido anarquista.11 Volin ya no participó de aquella iniciativa prefiriendo dedicarse a reflexionar y a escribir sobre su experiencia.
Cuando lo encontré, aparentaba un poco más de sus cincuenta y tantos años. La vida no lo había tratado bien, sin embargo, manifestaba una vitalidad descomunal; cargaba con soltura el peso de los años de cautiverio y aguantaba con serenidad las dificultades materiales que aún lo embargaban. Tenía una cara afilada, ceñida por una barbita entrecana y, a pesar de sus limitados medios, vestía con gran pulcritud, siempre con chaleco, saco, corbata y sombrero. Como muchos revolucionarios de aquel tiempo (entre ellos mi padre), no era un bohemio y sus lentes redondos le daban un ademán de profesor o de estudiante envejecido antes de tiempo.
Pronto, me dijo que estaba escribiendo un texto sobre la revolución rusa. Inmediatamente, sentí una velada agresión: sin decirlo, Volin implicaba que el libro de mi padre El año uno de la revolución rusa, era demasiado pro bolchevique. Sin embargo para mí era importante conocer su versión. En aquel entonces, con unos amigos, habíamos formado un grupo, Nouveau Départ, orientado a promover la auto organización de los trabajadores y a reflexionar sobre la situación política.12 En el grupo, casi todos éramos jóvenes y de tendencia trotskista, pero yo tenía simpatía por el anarquismo. Llevé a Volin a nuestras reuniones y él nos leyó el manuscrito de La revolución desconocida. Durante los recesos o cuando la conversación se volvía floja, yo me ponía a dibujar o a tomar apuntes.
Para mí, adolescente crecido en la adoración de los viejos bolcheviques, las revelaciones de Volin fueron una experiencia desconcertante. Recuerdo que pregunté muchas cosas a mi padre y las respuestas no siempre fueron claras. El no venía a nuestras reuniones; sin embargo por su pasado, conocía muy bien los argumentos libertarios y los comprendía.13 Evidentemente, el tema le consternaba y cuando yo le hablaba de las críticas de Volin a los bolcheviques, con un poco de tristeza y como si no hubiera nada más que añadir, contestaba que esa era la posición anarquista.
Episodios makhnovistas
Al concluir las sesiones de lectura del libro, siempre acompañaba a Volin al metro y en el trayecto él me contaba anécdotas de sus días en Ucrania o contestaba mis preguntas. Después, en la casa, yo transcribía lo que me parecía importante; de esta manera, además de los dibujos que hacía en los recesos de las reuniones o cuando la discusión se volvía floja, conservé los resúmenes de nuestras conversaciones.
En una ocasión, le pregunté sobre la legendaria fuerza militar de Makhno. Volin me explicó que el gran invento fue sacar a la ametralladora de la trinchera. Parece sencillo pero antes no se le había ocurrido a nadie; en el nido, la ametralladora puede ser bombardeada pero si la subes a una carreta jalada por caballos que se desplazan rápidamente por el campo de batalla, se puede desplegar una potencia de fuego infinitamente mayor. La carga de la caballería makhnovista combinada con el fuego cruzado de ametralladoras móviles se volvió mortal para el enemigo. Así que en algún momento la makhnovchina fue dueña de las técnicas militares más avanzadas de su tiempo.
En otra ocasión, Volin me platicó de la traición de los bolcheviques. Como se sabe, los makhnovistas tenían un acuerdo con Lenin para derrotar al enemigo común, los generales blancos y contrarrevolucionarios que avanzaban desde varios lados hacia Moscú. Por sus diferentes matrices ideológicas, las dos fuerzas siempre se vieron con suspicacia; cada ejército tenía frentes y unidades que operaban de forma independiente y varias veces hubo problemas pero no podían darse el lujo de renunciar a la ayuda mutua.
Hacia finales de la guerra civil, en noviembre de 1920, el frente se encontraba en Crimea y el enemigo era el general Wrángel.14 Por el intenso frío, se congeló el Istmo de Perekop en donde se mantenía el grueso de su tropa acosada al norte por el Ejército Rojo. La caballería makhnovista dirigida por Simón Karetnik (un campesino anarquista de Guliái Pole), pasó sobre el mar congelado, rodeó a Wrángel y lo derrotó por sorpresa. Después, cuando Karetnik y sus tropas regresaban a sus posiciones, un contingente de la Armada Roja los ametralló por sorpresa. Karetnik sobrevivió, pero varios cientos de hombres perecieron y otros tantos fueron detenidos. Volin me dijo que Makhno, él y otros estaban esperando en el lugar acordado. Al ver los jinetes en el horizonte, Makhno, preocupado preguntó: -¿Cuántos son? Sólo veo a unos cientos. Cuando llegó, Karetnik dijo solamente: -¡Batko! [padre], ahora sabemos quiénes son los bolcheviques.15
Volin también me habló de los terribles episodios de violencia de la guerra: cadáveres sin sepultar, cuerpos partidos a la mitad de un solo sablazo, cabezas cortadas. Y me dijo cosas que no están en el libro. Especialmente que el ejército de Makhno, al final se había convertido en un ejército de derrotados con características terribles de militarismo, desmoralización e, incluso, antisemitismo.16 Había alcoholismo y, según parece, a veces el mismo Makhno no se controlaba.
Marsella, octubre de 1940. La última cita
Encontré de nuevo a Volin en Marsella, poco antes de que mi padre y yo nos embarcáramos con rumbo a América. Junto a otros intelectuales y militantes antifascistas, huíamos de Europa, por entonces casi enteramente dominada por los nazis.17 Volin no logró salir y durante la ocupación alemana vivió en la clandestinidad, huyendo de un escondite a otro. Al terminar la guerra, regresó a París en donde, murió de tuberculosis, la enfermedad de los pobres, al igual que su antiguo jefe y compañero Néstor Makhno. Yo no lo vi más, pero conservo unos dibujos y los apuntes de nuestras últimas entrevistas. Se trata de cinco episodios de su vida que, como los anteriores, añaden a La revolución desconocida, elementos humanos y personales. La sucesión no es cronológica, sino acorde a la narración de Volin que no seguía un orden determinado. Todavía hoy, estas líneas, me parecen conmovedoras.
Hacia finales de 1919, la guerra civil todavía no terminaba. Makhno llamó a Volin y le informó que la región de Krivóy Rog se encontraba en manos del general contrarrevolucionario Petliura. Era necesario ir allá y hacer trabajo clandestino. Volin aceptó y salió con un grupo de hombres armados. Llegando a Krivóy Rog, vieron algunos jinetes acercarse a un río. Cuando éstos gritaron que eran rojos y que los blancos se habían ido, Volin y sus compañeros entraron al pueblo despreocupados. Sin embargo, los jinetes los rodearon y los desarmaron. En esto se le acercó un funcionario bolchevique que lo conocía y lo apreciaba para decirle:
-Maestro aquí es muy peligroso para usted, yo me largo. Véngase conmigo.
Volin tenía tifoidea y no pudo aceptar el ofrecimiento, de manera que fue detenido poco después.
La colegiatura local del partido no sabía qué hacer y, por seis votos contra dos, decidió pedir instrucciones a Trotsky. El jefe de la Armada Roja conocía muy bien a Volin porque, años antes, habían coincidido en Nueva York en donde fueron- vecinos. La respuesta llegó contundente: rasteli (fusilar).18 Poco después, una contraorden de Lenin salvó la vida de Volin: había que trasladarlo a Moscú y someterlo a proceso. Empezó una nueva odisea y, gravemente enfermo, Volin emprendió una travesía en tren a lo largo de un país desgarrado por la guerra civil.
A veces el viaje se interrumpía. En una ocasión, el prisionero fue trasladado a una sede de la Cheka y encerrado en una cárcel. En la celda, se pudo quitar las botas: tenía tanta mugre en los pies que un guardia le prestó un cuchillo para quitársela. Como no había cama, lo echaron sobre un piso de cemento; su condición empeoraba, no había comido y seguían las fiebres. Un médico lo visitó y sentenció que moriría en cuestión de días. Después cayó en un sueño profundo y, de repente, oyó que le estaban susurrando algo. Haciendo un gran esfuerzo abrió los ojos y vio al director de la cárcel.
-Camarada Volin, yo no soy bolchevique, soy un socialista revolucionario. Hace muchos años tuve el gusto de oír sus pláticas sobre la anarquía y le tengo mucho respeto. Quisiera hacer algo para usted. Trastornado, Volin no sabía qué hacer. Al fin, pidió pan y leche. Al día siguiente cuando despertó, vio en el piso un vaso de leche y un pedazo de pan. Con mucho cuidado, a sabiendas del daño que puede hacer comer después de un largo ayuno, se tragó un pedacito de pan acompañado con un poco de leche. Al principio sintió una sensación rara, como de una sustancia ajena que se introduce en las entrañas; sin embargo, poco a poco, bocado tras bocado, la vida empezó a volver. Entonces se dijo a sí mismo:
-No, cabrones, yo no me voy a morir.
A los pocos meses de haber sido detenido en Moscú, Volin fue presentado ante el juez de instrucción encargado del caso. Su salud había mejorado, pero tenía un aspecto lastimoso. Después de sentarse, se exprimió la barba y, para provocar al funcionario, puso sobre la mesa sus piojos.
-¿Come usted suficiente? preguntó el juez.
-¡Hombre, claro que no! contestó Volin.
-Está usted acusado de haber usado su influencia sobre Makhno para convencerlo de no ir al frente polaco. Esta es traición y le espera el fusilamiento.
-¿Cuál frente polaco? preguntó Volin, yo no sé de ningún frente polaco.19
-¿Con qué no, usted acepta sus convicciones? ¿Dónde está su conciencia revolucionaria? Volin escuchaba intentando comprender de qué se trataba. Tenía que actuar con frialdad y se le ocurrió buscar en su expediente la carta de Makhno, secuestrada el día de su detención. Decía: "el portador se va a la región de Krivóy Rog para el trabajo de agitación en contra del ejercito de Petliura. Se ruega a todas las organizaciones proporcionarle la ayuda correspondiente" .Firmaba Makhno, comandante; Víctor Belash20, jefe de estado mayor y el presidente del soviet de Guliái Pole, Ravchenco. Fecha: 26 de octubre de 1919. La guerra con Polonia no empezó sino hasta abril de 1920. El juez palideció.
En otra ocasión, lo sacaron de su celda; Volin pensó que lo iban a fusilar, sin embargo, lo llevaron a un salón de reuniones; -raro, pensó, no parece un lugar apropiado para un ajusticiamiento. En esto se presentó un funcionario bolchevique de alto nivel y le ordenó sentarse. Era Kirov.13 De repente, como si fueran viejos amigos, le habló la situación del gobierno bolchevique en Ucrania en donde, dijo, había mucha incompetencia.
Después de varios rodeos, le ofreció el cargo de Comisario para la Educación. Volin contestó que su proposición era curiosa y que no podía colaborar con gente que lo tenía preso y hasta amenazaba con fusilarlo. Kirov no esperaba un rechazo de su oferta y se puso furioso.
-¿Acaso no comprende usted que la única organización capacitada para mantener
el poder es la nuestra? Volin siguió negándose.
-¡Entonces que se pudra usted en su celda! gritó Kirov y se fue rojo de la rabia.
En 1918, Volin llegó a Petrogrado procedente del frente alemán y, en un pasillo del Smolny14, vio a Nicolay Ivanovich Bujarin discutiendo animadamente con un grupo de bolcheviques. Como eran viejos conocidos, éste le llamó y, después de saludarlo, con lágrimas en los ojos le confesó que estaba en desacuerdo con Lenin. Volin le preguntó por qué. Se estaba debatiendo la paz con los imperios centrales y la posición de Nicolay Ivanovich era de seguir la guerra para transformarla en guerra revolucionaria. Bujarin y otros bolcheviques coincidían con los socialistas revolucionarios y con los anarquistas. Lenin, en cambio, exigía la paz a cualquier costo, misma que se firmó poco después en Brest-Litovsk. Admirado, Volin preguntó a Bujarin por qué no defendía sus ideas directamente con el jefe. Enrojecido y con una desesperación creciente este gritó:
-Ni lo pienses. Podríamos llegar hasta la ruptura del partido.
El 25 de octubre de 1917, el día en que los bolcheviques tomaron el poder, los anarquistas tenían previsto un mitin. Se juntaron unas 8 mil personas en el Circo de Invierno del Campo de Marte, en el corazón de la Petrogrado revolucionaria. Cerca de las 11 de la noche, poco antes de terminar su intervención, Volin recibió una pequeña nota en donde se decía que el gobierno provisional había sido derrocado y que los bolcheviques habían formado su gabinete, bajo la presidencia de Lenin. Leyó el mensaje en voz alta y los asistentes escucharon en silencio; la atmósfera era muy tensa y al final Volin:
-¡Abajo el gobierno provisional! Y poco después:
-¡Abajo el gobierno bolchevique! Todo el mundo repitió:
-¡Abajo el gobierno bolchevique!
1 Resultado de la pláticas que tuve con Vlady en el curso de 1994, una primera versión de este texto fue publicada en italiano con el título, "Volin nel ricordo di Vladimir Kibal'cic", Rivista storica dell'anarchismo, Pisa, 1997.
2 Groupe des anarchistes russes exilés en Allemagne, Répression de l'Anarchisme en Russie Soviétique, traduction de Voline. Introduction d'André Colomer, Éditions de la Librarie Sociale, Paris, 1923, http://monde-nouveau.net/IMG/pdf/Repression_de_l_anarchisme_en_Russie_mis_en_page.pdf
3 Véase: Victor Serge, Memorias de un revolucionario, traducción de Tomás Segovia, introducción y notas de Jean Rière, Veintisiete Letras, Madrid, 2011, pág. 194.
4 Encyclopédie Anarchiste, Éditions de la Librairie Internationale, París, 1934.Volin contribuyó con las entradas "soviets", "autoridad", "antisemitismo", "antiestatismo", entre otras.
5 Volin, La revolución desconocida. Historia del silencio bolchevique. Editores Mexicanos Unidos, 1984. Prólogo de Rudolf Rocker, portada de Vlady. Disponible en línea: http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/La_Revolucion_Desconocida_-_Volin.pdf
6 Vladimir Korolenko (1853-1921) militante antizarista, escritor y crítico literario de gran prestigio en la Rusia prerrevolucionaria. Entre junio y septiembre de 1920, publicó seis cartas extremadamente críticas del sistema soviético. Cuando murió, Víctor Serge le rindió tributo en dos artículos publicados en Bulletin communiste (26 de enero de 1922) y La vie ouvrière (13 de enero de 1922).
7 En febrero de 1921, la guarnición militar de Kronstadt, el puerto de Petrogrado, se levantó en nombre de una nueva revolución libertadora y democrática. Los marinos llamaron al pueblo ruso a formar soviets contra la dictadura bolchevique. El 17 de marzo, después de un ultimátum firmado por Lenin y Trotsky, la Armada Roja dirigida por el mariscal Tujachevski lanzó un asalto sobre el hielo. La rebelión fue aplastada el día 18, durante el 50 aniversario de la Comuna de París. Algunos rebeldes lograron huir a Finlandia, otros murieron al grito de "¡viva la revolución mundial!". Véase también: Paul Avrich, Kronstadt 1921, Anarrés, Buenos Aires, 2003 y Néstor Makhno, "En recuerdo del levantamiento de Kronstadt", http://www.nestormakhno.info/spanish/kronstadt.htm
8 Serge fue expulsado del Partido Bolchevique en 1927.
9 Norteamericanos de origen ruso, Alexander Berkman (1870-1936) y Emma Goldman (1869-1940), fueron deportados a la Rusia de los soviets a principio de 1920 y rompieron muy pronto con los bolcheviques. En un escrito de 1937, en polémica con Trotsky, Serge señala que ambos gozaban de la confianza de los rebeldes de Kronstadt y que con un mínimo de voluntad política los dirigentes bolcheviques hubieran podido evitar la masacre. Véase: Victor Serge, "Cronstadt, les écrits et les faits", La Révolution Prolétarienne, no. 255, 25 de septiembre, 1937.
10 "Comisión Extraordinaria Panrusa para la lucha con la Contrarrevolución y el Sabotaje", comúnmente abreviada Cheka, la policía política bolchevique, fue creada en diciembre de 1917 por Felix Dzier?y?ski, directamente por encargo de Lenin.
11 Varias veces secretario de la Confederación Nacional del Trabajo (de tendencia anarcosindicalista), Ángel Pestaña (1886-1937) fundó el Partido Sindicalista en 1932 mismo que tuvo pocas repercusiones; Piotr Arshínov (1887-1937), líder de Nabat (Confederación de las Organizaciones Anarquistas de Ucrania), autor de una Historia del movimiento makhnovista, conoció a Makhno en la cárcel. En 1921 logró emigrar a París y en 1926, publicó la "Plataforma Organizativa de los Comunistas Libertarios", documento que causó su ruptura con Volin. Inexplicablemente, volvió a la URSS en 1935 siendo ejecutado hacia 1937.
12 La existencia del grupo Nouveau Départ está consignada en el Dictionnaire biographique du mouvement ouvrier français, dirigido por Jean Maitron, en la entrada sobre Dina Vierny, amiga de Vlady.
13 En dos artículos, La Pensée Anarchiste y Méditation sur l'anarchie, publicados durante su estancia en París, respectivamente en las revistas Le Crapouillot (1937) y Esprit (1938), Serge ofrece un balance de su relación con el marxismo y el anarquismo.
14 Piotr Nikola?yevich Wra?ngel (1878-1928),jefe del movimiento blanco en Ucrania durante la última etapa de la guerra civil.
15 Después derrotar a Wrangel, Simón Karetnik (1893-1920), campesino pobre, originario de Guliái Pole,fue fusilado el 25 de noviembre de 1920, tras acudir a una reunión militar con los bolcheviques.
16 Véase: Néstor Makhno, "La makhnovichina y el antisemitismo", texto en el cual el dirigente campesino se defiende de las acusaciones de antisemitismo, http://www.nestormakhno.info/spanish/antisem.htm
17 Para una descripción, de la huida, véase: Victor Serge, Journal de la défaite (anexo 1, cuaderno 1) y Victor Serge, Carnets (1936-37). Nouvelle édition établie par Claudio Albertani et Claude Rioux, Agone, Marsella, 2012, pp. 55-56 (de próxima publicación en castellano).
18 Las opiniones de Trotsky sobre Makhno quedaron plasmadas en el texto "El movimiento makhnovista", del 2 de junio de 1919, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1919/2vi.htm
19 La guerra ruso-polaca duró de abril a octubre de 1920. Josef Pilsudsky, antiguo socialista y jefe del gobierno polaco se alió con el anticomunista Petliura y partió hacia Kiev. Fue derrotado por el mariscal Tukhachevsky que en pocos meses llegó hasta Varsovia.
20 Victor Belash (1893-1938) fue uno de los principales dirigentes militares de la makhnovchina. En agosto de 1921, cuando Makhno, herido, tuvo que abandonar Ucrania, se convirtió en el comandante general del Ejército Negro. Detenido muchas veces, fue fusilado en 1938 por la NKVD (policía política).
21 Kirov, seudónimo de Sergey Mironovich Kostrikov, secretario del Partido Comunista de Leningrado. Su asesinato en 1934 sirvió de pretexto para desencadenar las grandes purgas de 1936-38.
El viaje de Vlady y Victor Serge de Marsella a la ciudad de México
Cinco meses y doce días (24 de marzo - 5 de septiembre, 1941)
Primera parte en el buque Capitain-Paul-Lemerle
(Marsella 24 de marzo - La Martinica 20 de abril)
- Marsella, 24 de marzo
- Valencia, España (costas), 26 de marzo
- Oran, Argelia, 27 de marzo - 1 de abril
- Nemours, Argelia (costa), 1 de abril
- Estrecho de Gibraltar, 3 de abril
- Casablanca (Marruecos), 4-6 de abril
- Sahara (costas), 8 de abril
- Villa Cisneros (costas) el Capitan-Paul-Lemerle toma el rumbo hacia América
- Islas de Cabo verde 10 de abril (dirección: Antillas)
- Fiesta de Neptuno a bordo (mar abierto), 14 de abril
La Martinica
- Fort-de-France (La Martinica), 20 de abril - 24 de mayo (internados en el lazareto abandonado de Pointe du Bout, una península a 45 minutos en coche de la ciudad)
Santo Domingo
- Ciudad Trujillo (Santo Domingo), 24 de mayo -17 de agosto
Haiti
- Port-au-Prince, 17 de agosto (Vlady y Victor son expulsados el mismo día, a pesar de que cuentan con visa)
Santo Domingo
- Ciudad Trujillo -17 de agosto - 22 de agosto
Cuba (22 de agosto - 3 de septiembre)
- Santiago, 22 de agosto
- La Habana, 23 de agosto - de septiembre (detenidos en la cárcel de la Triscornia, entre el 23 y el 28 de agosto)
México
- Mérida (Yucatán), Hotel Itza, calle 59 , no. 495. 3 - 4 de septiembre
- Ciudad de México, 5 de septiembre (Hotel Gillow, Isabel La Católica 17, Centro Histórico)
Diario de un revolucionario
Victor Serge:
24 de marzo de 1941.- Hotel de Rome1. La habitación desordenada. Hacia las 9 llega el taxi. Adiós a las calles: Canebière2, avenida Saint-Louis, el palacio del correo Colbert. Bajas3 y recibes la carta de Labin. En el puerto, larga espera frente a las rejas. Simone Weil, con su capa de loden, encorvada, cabellos largos y ojos grises, inteligentes y un poco locos. Daniel Bénédite, Paul Schmierer y Consuelo de Saint-Exupéry, en un bar con los Breton.
Hangar 7, Pinède4. Sucio como un gran establo. Pisoteos, largas esperas, controles, filas de gente. Tu presencia, nosotros confiados, seguros de nosotros mismos e inconscientes de la separación. Tu valentía.
Embarque. Tú, Jean Gemähling y Dina Vierny en el muelle con flores rojas en las manos. Qué bella eres, con tu valentía y tu sonrisa. Últimos instantes: nosotros en el frente, parados en la construcción de madera, nos quedamos con tu sonrisa radiante y desolada, y con la triste mirada de Jean. Tu pequeño abrigo azul de hombros cuadrados que me provocó un vuelco al corazón el día que te esperaba en Lilas, con cierta desesperanza, cuando saliste del metro. Te miro con gran tristeza, aprieto los dientes. Inolvidable. Desgarrador. Nos alejamos de la alta quilla del Florida, que nos separa.
Feliz de que Vlady esté conmigo, alto y fuerte; feliz por él, porque va a descubrir un mundo. Yo quisiera quedarme. Tú.
Partimos hacia la 1:30. Por largo rato miramos cómo se alejaban Marsella, Nôtre-Dame-de-la-Garde, el transbordador, nuestros recuerdos. Tarde dulcemente dorada, pienso en tu soledad, me asfixia una derrota. Hay que ser fuertes, hay que ser duros. Continuaré, pero es terriblemente difícil…
Diario de un revolucionario (Victor Serge)
De próxima publicación por la editorial de la UACM
1 El Hotel de Rome estaba en el número 7 del paseo de Saint-Louis, a dos pasos de la Rue de Rome
2 Es la arteria principal del centro de Marsella
3 Serge le habla a su compañera, Laurette Séjourné.
4 Se refiere al embalse de Cap Pinède, en el puerto de Marsella.
24 de marzo 1941 (mapas)
La travesía Marsella - la Martinica en los recuerdos del antropólogo Claude Levi-Strauss
Me enteré, por ciertas conversaciones escuchadas en el puerto, de que un barco partiría pronto para la Martinica. De dársena en dársena, de oficina en oficina, averigüé finalmente que el barco en cuestión pertenecía a la misma Compagnie des Transports Maritimes de la cual la misión universitaria francesa en el Brasil se había constituido en clientela fiel y muy exclusiva durante los años precedentes. Un día de cierzo invernal, en febrero de 1941, encontré, en unas oficinas sin calefacción y en parte desocupadas, a un funcionario que antaño nos presentaba los saludos de la compañía. Sí, el barco existía; sí, iba a partir; pero era imposible que yo viajara en él. ¿Por qué? ¿No me daba cuenta? Él no podía explicármelo, no sería como antes. Pero, ¿cómo? ¡Oh!, muy largo, muy penoso, él no podía ni siquiera imaginarme allí. El pobre hombre veía aún en mí a un modesto embajador de la cultura francesa; yo, por mi parte, ya me sentía prisionero en un campo de concentración. Por lo demás, acababa de pasar los dos años anteriores primero en la selva virgen, después, de acantonamiento en acantonamiento, en una retirada descabellada que me había conducido desde la línea Maginot a Béziers, pasando por Sarthe, Corréze y Aveyron, de trenes de ganado a rediles; los escrúpulos de mi interlocutor me parecían incongruentes. Me veía en los océanos, retomando mi existencia errante, compartiendo los trabajos y las frugales comidas de un puñado de marineros lanzados a la aventura en un barco clandestino, durmiendo sobre el puente y librado durante largos días a la benefactora intimidad con el mar.
Finalmente obtuve mi pasaje para el Capitaine-Paul-Lemerle, pero sólo empecé a comprender el día del embarque cuando atravesé los cercos de guardias móviles encasquetados y con ametralladora calada, que encuadraban el muelle y cortaban cualquier contacto de los pasajeros con los parientes y amigos que habían venido a despedirlos, abreviando los adioses con empujones e injurias; era verdaderamente una aventura solitaria o, más bien, una partida de galeotes. Aún más que la manera en que se nos trataba, lo que me llenaba de estupor era el excesivo número de pasajeros: se hacinaban alrededor de trescientas personas en un vapor que --en seguida iba a comprobarlo-- solamente tenía dos cabinas, con siete literas en total. Una de ellas había sido asignada a tres señoras; la otra sería compartida por cuatro hombres, entre los que yo me contaba --exorbitante favor que se debió a que M. B. (gracias le doy desde aquí) se sentía imposibilitado para transportar, como si se tratara de ganado, a uno de sus antiguos pasajeros de lujo--; todos mis compañeros restantes --hombres, mujeres y niños-- eran amontonados en bodegas sin aire ni luz, donde algunos calafates habían improvisado camas superpuestas provistas de jergones. De los cuatro varones privilegiados, uno era un comerciante en metales, austríaco, que sólo él sabía, sin duda, lo que le había costado esta ventaja; otro, un joven beké --rico criollo-- separado por la guerra de su Martinica natal, que merecía un tratamiento especial, ya que en el barco era el único no reputado como presunto judío, extranjero o anarquista; el último, finalmente, un singular personaje oriundo de África del Norte, que pretendía ir a Nueva York sólo por unos días (extravagante proyecto si se tiene en cuenta que tardaríamos unos tres meses para llegar); llevaba un Degas en la valija y, aunque judío como yo, aparecía como persona grata frente a todos los policías, gendarmes y servicios de seguridad de las colonias y protectorados: asombroso misterio en esas circunstancias, que nunca llegué a penetrar.
La canalla --como decían los gendarmes-- comprendía, entre otros, a André Bretón y a Víctor Serge. André Bretón, muy incómodo en esa galera, deambulaba en todas direcciones por los pocos espacios vacíos del puente; vestido de felpa, parecía un oso azul. Iba a comenzar entre nosotros, en el transcurso de ese interminable viaje, una durable amistad, con intercambio de correspondencia que se prolongó durante bastante tiempo y donde discutiríamos sobre las relaciones entre belleza estética y originalidad absoluta.
En cuanto a Víctor Serge, su pasado como compañero de Lenin me intimidaba, al tiempo que experimentaba la mayor de las dificultades para integrarlo en su personaje, que más bien evocaba una vieja señorita de ciertos principios. Ese rostro lampiño, esos rasgos finos, esa voz clara unida a maneras afectadas y prudentes, presentaban el carácter casi asexuado que más tarde iba a reconocer entre los monjes budistas de la frontera birmana, muy alejado del temperamento viril y de la superabundancia vital que la tradición francesa asocia con las actividades subversivas.
Ocurre que tipos culturales que se reproducen con bastante semejanza en cada sociedad, porque se construyen en torno de oposiciones muy simples, son utilizados por cada grupo para llenar funciones sociales diferentes. El de Serge había podido actualizarse en una carrera revolucionaria en Rusia. ¿Qué hubiera sido de él en otra parte? Sin duda, las relaciones entre dos sociedades se facilitarían si, por medio de una especie de gráfico, fuera posible establecer un sistema de equivalencias entre las maneras como cada uno utiliza tipos humanos análogos para llenar funciones sociales diferentes. En lugar de limitarse, como se hace hoy, a confrontar médicos y médicos, industriales e industriales, profesores y profesores, quizá surgiría la evidencia de que existen correspondencias más sutiles entre los individuos y los papeles.
Además de su carga humana, el barco transportaba no sé qué material clandestino; pasamos una enorme cantidad de tiempo en el Mediterráneo y en la costa occidental de África refugiándonos de puerto en puerto para escapar, según parecía, de la fiscalización de la flota inglesa. A veces, los titulares de pasaportes franceses eran autorizados a descender a tierra; los otros permanecían encerrados en los pocos decímetros cuadrados de que cada uno disponía, sobre un puente que el calor --creciente a medida que nos acercábamos a los trópicos y que volvía intolerable la permanencia en las bodegas-- transformaba progresivamente en una combinación de comedor, dormitorio, sala de lactantes, lavadero y solario. Pero lo más desagradable era lo que en el regimiento se llama «el aseo». Simétricamente, a lo largo del empalletado, a babor para los hombres y a estribor para las mujeres, la tripulación había construido dos pares de barracas de tablas, sin aire ni luz; una de ellas incluía algunas duchas alimentadas sólo por la mañana, la otra, provista de un largo desaguadero de madera groseramente forrada de cinc por dentro, que desembocaba en el océano, servía a los fines que se adivinan; los enemigos de una promiscuidad demasiado grande y aquellos a quienes les repugnaba acuclillarse en conjunto, cosa que, por otra parte, el balanceo volvía inestable, no tenían más remedio que despertarse muy temprano; durante toda la travesía se organizó una especie de carrera entre los delicados, de modo que, finalmente, sólo podía esperarse una relativa soledad a eso de las tres de la mañana, no más tarde. Terminamos por no acostarnos.
Dos horas más o menos, y ocurría lo mismo con las duchas, donde si bien no intervenía la misma preocupación por el pudor, sí existía la de hacerse un lugar en la turbamulta, donde un agua insuficiente y como vaporizada al contacto de tantos cuerpos húmedos ni siquiera descendía hasta la piel. En ambos casos existía el apuro por terminar y salir, pues esas barracas sin ventilación estaban construidas con tablas de abeto fresco y resinado que, impregnadas de agua salada, de orina y de aire marino, fermentaban bajo el sol exhalando un perfume tibio, azucarado y nauseabundo que unido a otros olores se volvía pronto intolerable, sobre todo si había oleaje.
Cuando al cabo de un mes de travesía se distinguió, en medio de la noche, el faro de Fort-de-France, no fue la esperanza de una comida aceptable, de una cama con sábanas ni de una noche apacible lo que ensanchó el corazón de los pasajeros. Toda esta gente que hasta el momento de embarcarse había gozado de lo que los ingleses llaman graciosamente las «amenidades» de la civilización, había sufrido más que hambre, cansancio, insomnio, promiscuidad o desprecio: había sufrido suciedad forzada, agravada aún más por el calor que había hecho durante esas cuatro semanas. Había a bordo mujeres jóvenes y bonitas; se habían esbozado flirteos, se habían producido acercamientos. Para ellas, mostrarse finalmente bajo un aspecto favorable antes de la separación era más que una preocupación de coquetería, era un documento que levantar, una deuda que pagar, la prueba lealmente debida de que ellas no eran de verdad indignas de las atenciones que, con conmovedora delicadeza, consideraban que tan sólo se les habían hecho a crédito. Por lo tanto, no solamente había un aspecto cómico sino también algo discretamente patético en ese grito que subía de todos los pechos y reemplazaba el «¡tierra! ¡tierra!» de los relatos tradicionales de navegación: «¡Un baño! ¡finalmente un baño! ¡mañana un baño!», se oía por todas partes al tiempo que se procedía al inventario febril del último pedazo de jabón, de la toalla limpia, de la prenda reservada para esa gran ocasión.
Claude Levi-Strauss, Tristes Trópicos, Ediciones Paidos Ibérica,
pp. 26-30
Wifredo Lam
Wifredo Lam (Sagua la Grande, Cuba, 1902 – París, 1982). Pintor surrealista de origen cubano, hijo de un emigrante chino y de una mulata. Tras descubrir una temprana vocación por el arte, en 1923, recibió una beca para estudiar en España donde se quedó quince años estudiando la pintura clásica en los museos y entrando en contacto con los movimientos del arte moderno. En 1931, murieron de tuberculosis su primera mujer Sébastiana Piriz y su hijo Wilfredo. Cercano a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, el sindicato anarcosindicalista), durante la guerra civil dibujó carteles antifascistas, fue director de una fábrica de municiones y pintó una de sus mejores obras, La Guerra Civil. En 1938, dejó España por París donde se hizo amigo de Picasso y de los pintores, poetas y críticos de arte del medio vanguardista. Poco antes de la llegada de los alemanes, salió de París hacia Burdeos y luego Marsella, dónde los surrealistas se agruparon alrededor de André Breton en la villa Air-Bel. En enero y febrero de 1941, ilustró el poema de Breton Fata Morgana, publicado en un tiraje de cinco ejemplares por ediciones del Sagitario y luego censurado por el gobierno de Vichy. El 25 de marzo, Lam y su nueva compañera, Helena Holzer, se embarcaron en el buque Capitaine Paul Lemerle con destino a la Martinica, junto a Victor Serge, Vlady, Breton y Jacqueline Lamba. Tras ser detenido y luego liberado, Lam encontró a Aimé Césaire el poeta de la negritud, quien lo apodaría el gran artista de la pintura neo-africana. El 16 de mayo, los Lam se embarcaron en el carguero Presidente Trujillo con rumbo Santo Domingo, lugar de escala para obtener visados. Ahí, el cubano encontrará al pintor, periodista y militante del POUM, Eugenio Granell, quien lo entrevistó para el periódico La Nación.
He aquí los recuerdos de Vlady sobre Lam, recopilados por Claudio Albertani:
Dibuje a Wifredo Lam, el pintor cubano, en el barco cuando huíamos de Europa. Lo había conocido en París. Era mulato, alto, elegante y espigado; parecía un marajá de la India. Como todos los cubanos, era buen conversador y excelente bailarín. Era parte del grupo surrealista que yo frecuentaba de manera irregular e incluso con un poco de hostilidad, porque, confieso, me parecían un poco frívolos. Ellos se encontraban en el café Le Dôme, que todavía existe en Montparnasse. Yo pasaba por allá a menudo y de pronto me quedaba un rato. Los surrealistas experimentaban todas las formas más avanzadas de rompimiento con la mentalidad y la cultura burguesa. Bretón pontificaba y emitía juicios rudos sobre todo el mundo. Por ejemplo cuando alguien le caía mal le disparaba la terrible frase: querido amigo, usted no tiene talento lo cual es lo peor que le puedan decir a un artista. El sicoanálisis, la sinceridad y la crueldad estaban al orden del día, sin embargo, en aquella época los surrealistas me parecieron tigres de salón. Yo hacía trabajo político y ellos, sofisticados y un tanto vacíos, no cabían en la cabeza de un joven con mentalidad ascética que venía de los medios bolcheviques exiliados de Rusia. Años después, suavizaría aquellos juicios apresurados, pero confieso conservar hacia los surrealistas algo de mi antipatía originaria. Lam sin embargo me caía bien. Era diferente; más simpático y más humano. Tal vez, su naturaleza tropical lo hacía menos solemne que los demás. Me acerqué a él de varios años mayor, porqué era pintor y la pintura en aquel entonces ya era la razón principal de mi vida. Por él me enteré de muchas cosas. A Lam le ayudó mucho Picasso: le rentó un estudio y le abrió una cuenta en Castelluccio, una tienda en Montparnasse en la que se surtían los pintores famosos. Me impresionaba que, a pesar de que no le faltaban recursos, Lam pintaba sobre papel y con temperas. Un día pasé por Le Dôms y Lam estaba conversando con Picasso.
Me acerqué y le dije:
-Mira esto.
Era el suplemento de un periódico venezolano con la foto de un cuadro de un pintor mexicano que se había copiado un tema de Picasso. Éste eludió el tema. El propio Lam solía decir que Picasso le había copiado a su forma de pintar, lo cual no es difícil de creer por que Picasso le copió a todo el mundo.
Lam gustaba hablar de política: la guerra en España, el comunismo, el fascismo, en fin los temas de la época. Hablaba mucho y de manera muy eufórica y teorizante. También hablaba de arte. Recuerdo discusiones muy interesantes sobre como la revolución francesa había influido en la pintura. El decía que el impresionismo era el efecto de la revolución francesa. Sin embargo, veía a la pintura no en su dimensión histórica, sino en su carácter inmanente que revolucionaba la mirada, el concepto del cuadro. Esto me llamaba la atención porque yo era un frecuentador consuetudinario del Louvre. Lo hacía casi como un deber, diario pasaba por ahí, entraba tal vez solo quince minutos pero no fallaba. A veces, Lam gustosamente me acompañaba y me explicaba sus ideas. En fin, Lam fue alguien importante para mi. Lo curioso es que en el barco, empezó a transformarse. Hacía mucho frío y su mujer lo tenía que cubrir con gruesas cobijas. Dibujaba todo el día en un cuaderno de niños y, contrariamente a su manera de ser habitual, hablaba poco. Conforme pasaban los días, se fue haciendo más enjuto y malhumorado. Me dio la impresión de que, llegando a América aquel hombre brillante se estaba convirtiendo en un ser ordinario. Más tarde, cuando conocí Cuba, me di cuenta de que lo banal en América era distinguido y diferente en París.
Marsella1
Planeta sin visado, sin dinero, sin brújula, gran cielo desnudo sin cometas
El Hijo del Hombre ya no tiene dónde descansar su cabeza,
Su cabeza, blanco de tiradores mecánicos
Su remington portátil y su último veliz
Que porta los nombres de quince ciudades tomadas...
Moscú - Viena - Berlín
Barcelona, ¡Barcelona!
París, Parque Montsouris,
Orleans, Beaugency, Notre-Dame-de-Clery
Vendôme, ¡Vendôme!
¿Qué hacer si el horizonte se parece tanto a una cárcel?
Todos los exilios del mundo pasan la tarde en el café del delator griego
Los suicidas indecisos se pasean por el muelle, miran
Las lanchas Désir, Île de Beauté, Notre-Dame-de-la Garde,
Temen la redada porque los suicidas vagos nunca tienen los papeles en regla.
Dicen que hay que escribir al Comité Americano,
Leen los periódicos, ríen, fuman, casi parecen
seres vivos como debe ser
-Déjenos reír, Madame, de esta empresa demente, el exterminio
universal de los Judíos,
No llegará usted a nada, son demasiados, y además los Ricos se salvarán
siempre; dirán: somos Arios,
Se les creerá porque pagarán,
Y los pobres, Madame, Judíos o Arios, no son nada.
El Hijo del Hombre escucha, bebe un té de menta, recuerda que está
sin un solo centavo, Pero le vale,
Lo principal sería escribir esta noche la séptima tesis sobre la revolución permanente.
Su libreta plena de ideas fulgurantes, listas para soltar relámpagos,
Pero tuvieron que escribirse en términos convencionales que nadie
comprenderá cuando él desaparezca.
Va hacia el puente transbordador mirando al cielo absurdamente en paz,
De pronto se siente en paz como ese cielo, absurdamente,
Está feliz de vivir por las grandes gaviotas que sobrevuelan el puerto,
Y quizá también sería feliz de morir en este instante
De una muerte de militante, metálica, fulminante, casi esperada,
Pero son cosas que se prefiere fingir que se ignoran
Y se les admite a medias, desaprobándolas.
Unas prostitutas desocupadas, detrás de los vidrios de un
pequeño bar pegajoso, Dicen: Ha de ser un Ruso, un Judío o algún anarquista español,
¡Cuántos extranjeros sin dinero, hoy, con gusto los enviamos a África!
Bajo un halo sombrío unos marinos deformes barajean sus cartas flojas,
Triunfo, paso, trébol,
El padrote gordo diserta sobre las recetas de los tallarines,
Júpiter y Saturno brillan en lo alto del cielo.
Victor Serge 1941
(traducido del francés por el Colectivo La trajinera)
1 Victor Serge, Pour un brasier dans le désert, Poèmes réunis, établis & annotés par Jean Rière, Plein Chant, 1998, pp. 89-91. Traducción Colectivo La trajinera.
La casa de León Trotsky en la descripción de Victor Serge1
9 de septiembre de 1941.2 -- Los árboles son muy altos, las avenidas anchas, en abandono, el aire puro y todo está verde; Gorkin, Vlady y yo llegamos bajo la lluvia. La casa baja está rodeada de un muro gris, dominado por una torreta (ametralladora). Nos reciben dos jóvenes simpáticos, un mexicano y un estadounidense, con pistolas y cartuchos en bandolera. Nos introducen en una especie de antesala, bastante desnuda a pesar de los libros, las cajas, una máquina de escribir. Natalia Ivanovna entra, está delgada, físicamente desvalida, un cuerpo de niña agotada, un rostro trágico, arrugado, devastado, pálido y muy envejecido. Se nota que fue rubia y atractiva. Ahora, sus cabellos no tienen color y su andar es inseguro. Se mantiene activa y derecha, pero está acabada, casi una sombra, pero con una determinación desesperada. Me escucha con una especie de crispación dolida y me es difícil hablar.
Sólo puedo hacerlo en ruso, porque necesito la firmeza rusa. Nuestras divergencias: el Viejo, a quien tanto quise, fue injusto y desleal conmigo cuando se desató la polémica (no lo menciono, pero me acusó de haber escrito un artículo que no escribí y que expresa ideas opuestas a las mías); la IV no existe, no hay partidos (no se puede jugar con la idea de un partido y menos con la idea de una Internacional); no se puede construir nada sobre las bases del sectarismo.
Natalia Ivánovna: -Usted lo decepcionó terriblemente después de haberlo entusiasmado. La IVa sí existe; hay que trabajar en su consolidación, mire nuestra sección americana. Le propongo hacer un llamado de solidaridad con el pueblo ruso, que es considerado carne de cañón; la defensa de los opositores que tal vez siguen vivos en las cárceles. Ella asiente, aprueba de manera vaga, se mantiene reservada. Está enteramente "en la línea" de la secta, siento que no será posible colaborar. Se endurece.
Los interiores de la casa son de una sencillez extrema. La oficina de trabajo del Viejo: una gran mesa sin cajones, anotaciones sobre India, manchas de sangre. Estanterías, muros desnudos, mapa de México. Un laboratorio, una celda de trabajo para un cerebro. Es curiosamente parecido a mi casa, aunque con muchos más medios. En realidad, es algo ruso y revolucionario, el estilo de varias generaciones que se han caracterizado por despojarse de su individualismo en busca de la objetividad (recuerdos de la "oficina de trabajo" de mi padre). Un retrato del Viejo, tamaño natural: los ojos gris verdoso, la mirada intensa, la mueca de pico de águila de sus labios, muy parecido (Unas fotos, donde G., me provocan la molesta impresión de que en los últimos tiempos de su vida, había adoptado una nueva expresión, que coincidía con una baja en su producción intelectual y una irritabilidad creciente, aunque quería expresar satisfacción y desprecio; expresión intensa, terrible).
Hablamos del atentado de Siqueiros: unas treinta balas atravesaron la puerta del dormitorio. En total fueron muchos cientos. La ventana del estudio da al jardín, cactáceas, hermosos árboles. Cerca de la salida hay una placa en cemento que conmemora el asesinato de Sheldon Harte3 --quien era, con su porte de joven discípulo, un estalinista. En esta fortaleza, puede ser que los traidores fueran tres: S.H., Sylvia4 y Jackson5. El Viejo se buscó su propia muerte al seleccionar sus colaboradores con base en la aprobación política.
En 1928 o 1929, en vísperas de su arresto (y primer exilio en Alma Ata), me despedí de él en casa de Beloborodov* (fusilado) en Cheremetievski pereulok [callejón en ruso, ndt], segundo o tercer piso, en un pequeñísimo cuarto que daba a un patio, con una cama de hierro con adornos de cobre y una pequeña mesa sobrecargada de papeles. Estaba dictando su "Carta a Pierre". Hablamos de la posibilidad de que yo cruzara la frontera con Estonia o de que "capitulara" con el fin de evadirme (Poco después, Ndivani --fusilado-- propuso que me escapara por Manchuria, pero yo necesitaba llevar conmigo a Liuba y a Vlady, lo cual volvía imposible ese tipo de fuga). La casa estaba rodeada por los motociclistas de la GPU.
El Viejo estaba amarillo, ya que tenía el hígado afectado por el paludismo. Su pijama de mangas raídas. Nos dimos un abrazo con afecto. Yakovin6 cuidaba la puerta, su entusiasmo, su pasión. Nikolai Karpov* estaba con nosotros, yo había accedido a ello a regañadientes (desconfianza). Karpov es un traidor, Yakovin ha desaparecido en las cárceles.
Dos jóvenes armados custodian a unas sombras en esta fortaleza de Coyoacán, un laboratorio intelectual desierto y una mujer-niña devastada de sesenta y cinco años. Ciudadela de fantasmas, tumba embrujada, desamparo total. A nuestros alrededores la vegetación es espléndida, las montañas azules, el cielo inmenso y luminoso.
Carta de Krupskaya* a León Davidovich. Fanny Yanovich* afirma que poco antes de morir (creo que en 1938),7 Nadezhda Constantinovna Krupskaya le escribió a L.D. une carta afectuosa. F.Y. vio como L.D., de quien era entonces secretaria, se emocionó con esa carta donde Krupskaya le exigía que siguiera luchando. Fue poco después del primer proceso de Moscú8.
1 Victor Serge, Carnets (1936-47), Édition établie par Claudio Albertani et Claude Rioux, editorial Agone, Marsella, 2012, pp. 106-8. De próxima publicación en castellano.
2 Victor Serge y Vlady llegaron a Mérida, Yucatán, en avión, el 3 de septiembre de 1941 procedentes de La Habana, Cuba. El día 5, prosiguieron su viaje hacia la Ciudad de México.
3 Robert Sheldon Harte (1915-40) fue un agente estalinista infiltrado en el entorno de Trotsky. Durante el fallido atentado del 24 de mayo de 1940, organizado por Siqueiros, Harte abrió la puerta de la fortaleza, permitiendo la entrada de los atacantes. Sucesivamente fue asesinado por sus propios compañeros y su cuerpo fue encontrado a las afueras de la ciudad, camino a Desierto de los Leones. Trotsky siempre creyó en la inocencia de Harte.
4 Silvia Ageloff (1910-95), militante del Socialist Workers Party de Estados Unidos y amante de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky. Contrario a la opinión de Serge, Sylvia no estaba implicada en la trama.
5 Frank Jackson: falsa identidad de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, que se presentaba también como Jacques Mornard.
6 Grigori Iakovlevich Iakovin (1896-1937?), miembro de la Oposición desde 1923. Probablemente asesinado en 1937.
7 Krupskaya, la esposa de Lenin, murió un año después, el 27 de febrero de 1939.
8 Este último párrafo fue agregado a mano en noviembre de 1943.
Ricardo Bernardo López
Ricardo Bernardo López (Solares, Cantabria, 1987 – Marsella, Francia, 1940). Pintor español vanguardista que se dio a conocer en la década de los años veinte. Tras la proclamación de la República, ingresó al Partido Radical Socialista dedicándose activamente a la política y a la enseñanza del arte. En agosto de 1937 se exilió en Francia y después de residir en Agen, donde encontró a Vlady, llegó en octubre de 1940 a Marsella, con el propósito de partir al exilio en Cuba. Ahí falleció de manera repentina a causa de una hemiplejía
Oscar Domínguez
Oscar Domínguez (Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 1906 – París, 1957). pintor surrealista. Vlady lo encontró hacia 1937, en el café Le Dôme de París, en el barrio de Montparnasse. Al comienzo de la guerra, Domínguez huyó a Perpignan en compañía de Jacques Hérold, Victor Brauner y Remedios Varo. Posteriormente, se trasladó a Marsella donde volvió a coincidir con Vlady y los surrealistas André Breton, Max Ernst, Wilfredo Lam, Benjamin Péret, André Masson y René Char, entre otros. En la villa Air-Bel y por invitación de Breton, Domínguez se sumó a la creación del Tarot Surrealista, inspirado en el famoso tarot medieval de Marsella. En 1940, participó en la Exposición internacional del surrealismo de la Galería de Arte Mexicano, organizada por Wolfgang Paalen y el poeta peruano César Moro. En 1941, después de que Vlady, Victor Serge, Wilfredo Lam, André Breton y Jaqueline Lamba se embarcaron en el Capitaine Paul Lemerle con rumbo a la Martinica, Domínguez regreso a París, bajo la ocupación alemana. Sucesivamente, rompió con Breton y se suicidó en 1957, después de sufrir un coma etílico.
Victor Serge (1890 - 1947)
Victor Serge (Bruselas, 1890 – Ciudad de México, 1947). Pseudónimos: Le Rétif, Ralph, Yor, Le Masque, V.K., R. Albert, Dr. Albert, V. Lvovitch, Victor Stern, Viktor Klein, Alexis Berlovski, Sergo, Siegfried, Gottlieb, V. Poderewski y otros. Víctor-Napoleón Llovich Kibalchich, mejor conocido como Víctor Serge, no encaja en ninguna clasificación. Fue, en primer lugar un ferviente revolucionario, pero también novelista, periodista, poeta, historiador y, sobre todo, disidente. Nació en Bruselas el 31 de diciembre de 1890 de padres exiliados y murió, igualmente en el exilio, en la Ciudad de México el 17 de noviembre de 1947. Transitó por las principales corrientes del movimiento obrero: el socialismo reformista, el comunismo anarquista, el individualismo, el anarcosindicalismo, el bolchevismo y el trotskismo para finalmente arribar a un socialismo humanista de corte libertario y antitotalitario. Su larga trayectoria militante empezó a los quince años en la Joven Guardia Socialista de Ixelles, barrio obrero de la capital belga y prosiguió en las filas libertarias tras la lectura del folleto de Kropotkin A los jóvenes. Todavía adolescente, viajó a París en donde entró en contacto con ilegalistas radicales que pregonaban la guerra a muerte contra la sociedad. No compartía su estrategia, pero sí su indignación y quedó atrapado en hechos sangrientos, lo cual le costó cinco años de prisión siendo que era inocente. Liberado en 1917, se refugió en Barcelona, cuando la ciudad catalana era la capital del movimiento anarcosindicalista. Se acercó a la Confederación Nacional del Trabajo, el poderoso sindicato anarquista, empezando a firmar sus artículos con el seudónimo que le haría famosos, Víctor Serge. Participó en la fallida insurrección de julio de 1917 para después dirigirse a Rusia, la tierra de sus ancestros donde mientras tanto había estallado la revolución de febrero. Llegar no fue fácil. Después de una prolongada estancia en un campo de concentración francés, desembarcó en Petrogrado hacia enero de 1919 para adherirse al bolchevismo de Lenin y Trotsky.
Combatiente en la guerra civil, fundador y organizador de los primeros servicios de información de la COMINTERN, agente clandestino en Europa, Serge vivió de cerca, la victoria bolchevique en la guerra civil, el fracaso de la revolución europea y la progresiva degeneración del régimen soviético. Conservó, en estas andanzas, una marcada sensibilidad libertaria y una gran independencia de pensamiento lo cual, a la postre, le ayudó a formular críticas certeras y demoledoras al régimen estalinista. A partir de 1925 fue miembro de la oposición de izquierda (trotskista), lo cual marcó su destino como perseguido político cerrándole, poco a poco, todas las puertas como dirigente político y también como intelectual. Encarcelado una primera vez en 1928, fue sucesivamente liberado y finalmente deportado a Oremburgo, una ciudad al pie de los Urales que se puede definir como la antesala geográfica y política del gulag. Ahí lo siguieron Liuba Rusakova, su esposa, y Vlady, su hijo. Hacia la primavera de 1936, por un “milagro incomprensible” y la ruidosa presión de algunos amigos fieles (recordemos, entre ellos a Magdeleine Paz, Alfred Rosmer, Pierre Monatte y Charles Plisnier), fue expulsado de la URSS y despojado de la ciudadanía soviética, la única que poseía. Volvió entonces a Europa occidental junto a Liuba, Vlady y Jeannine, su segunda hija, poco antes de que empezaran los procesos de Moscú. Pasó los cuatro años siguientes en Bruselas y en París, entregado a un trabajo monumental, poético y literario, además de periodístico, histórico y teórico. Sobreviviente de la peste negra y también de la peste roja, en 1941 llegó a México, el último refugio de los proscritos del mundo. Aunque constantemente perseguido por los estalinistas, vivió aquí una etapa relativamente tranquila y enormemente productiva: lejos del drama de Europa azotada por la guerra, redactó o terminó algunas de sus obras más fascinantes. En primer lugar, las monumentales Memorias de un revolucionario, auténtica enciclopedia de las esperanzas del siglo XX y lúcido diagnóstico de sus fracasos. Luego, las novelas El Caso Tuláev y Los Años sin perdón en donde con recursos literarios inspirados en la obra de John Dos Passos y de los grandes novelistas rusos describe la realidad paranoica de la burocracia soviética. En 1942, sobrevivió a un intento de asesinato y, todavía vigoroso, murió en noviembre de 1947, en un taxi de ataque cardiaco.
La relación de Vlady con su padre no fue únicamente de cariño, sino de admiración y comunión espiritual. “Vlady no hubiera podido ser el pintor que ahora es si no hubiera templado su adolescencia como compañero de su padre en la deportación staliniana; si después de la infinitamente improbable suerte de haberla sobrevivido no hubiera tenido esta otra suerte de pasar, en París, por la escuela de los grandes surrealistas: Brauner, Domínguez, Lam, Masson…; si por último en la debacle europea, no lo hubiera acogido el México de los volcanes. Tres forjas para fundir un metal único”, escribió su amigo Michel Lequenne.
Capitaine Paul Lemerle
El 24 de marzo de 1941, alrededor de 300 refugiados -entre los cuales se encontraban Victor Serge y Vlady-, se embarcaron en el buque Capitaine Paul Lemerle con rumbo a Martinica. Ibán tambiénAndré Breton, Víctor Serge, Claude Lévy-Strauss, Anna Seghers, Wilfredo Lam, Alfred Kantorowicz y tantos más. He aquí los recuerdos de Vlady, recopilados por Claudio Albertani:
Al fin, gracias a las gestiones de Fry, nos embarcamos rumbo al nuevo mundo en El Capitaine Paul Lemerle, un viejo mercante que disponía de siete u ocho camarotes. Lo ocupamos unas 150 personas, no más de 50 pertenecientes al Comité. Los otros eran españoles republicanos, antifascistas de varios países, burgueses que no le veían perspectiva a la vieja Europa y judíos que huían de las persecuciones raciales de los nazis. Íbamos rumbo a La Martinica, posesión francesa de allende el mar, entonces bajo el control del régimen de Vichy, lo cual era la única manera de salir de Francia para los apátridas como nosotros. Viajamos con gran precaución y hubo momentos pintorescos y tragicómicos. Nos habían avisado que los alemanes nos podían atacar en cualquier momento, porque corría la voz (falsa, naturalmente) de que transportábamos material bélico. Angustiados por el peligro de tropezar con algún submarino, nos dirigimos rápidamente hacia Orán, Argelia, para abastecernos de alimentos y combustibles. El puerto estaba cerrado y tuvimos que ir hasta Casablanca, en donde nos quedamos un día. Después seguimos hacia el sur y el paisaje africano se convirtió en algo extremadamente monótono: desierto, rocas y mar.
El viaje se hizo en condiciones malsanas: nos encontrábamos en un campo de concentración flotante. Los camarotes se habían reservado a los franceses, entre ellos André Bretón y el entonces desconocido antropólogo Levy Strauss que parecía más bien un seminarista. Todos los demás dormíamos a la intemperie, sobre tablas en madera sin pulir. En el trayecto, tuvimos muchos problemas, sobre todo de alimentación. Como no había refrigeración, el Comité había comprado algunos puercos, vacas y reces para matar durante el viaje. El capitán tenía planeado vender los animales en algún puerto, sin embargo, un marino lo denunció y hubo un primer motín que resultó victorioso. Después, estalló la lucha por el pan. El alimento era bastante bueno, pero se vendía, en lugar de distribuirse con la comida ya que había sido pagado por Fry. En fin, el viaje fue todo menos cómodo y las condiciones era tanto más difíciles a causa de la suciedad. Al otro lado del ganado, por ejemplo, estaban las letrinas que con los movimientos del barco se desbordaban y se cruzaban con la suciedad de los animales, llegando a veces a filtrarse donde dormía la gente.
Ni Serge, ni Bretón se involucraron en las protestas, limitándose a observar el desenlace de los acontecimientos. Mi padre hizo a bordo lo mismo que en todas partes y durante toda su vida: conferencias. Organizaba sus pláticas en la parte de proa porque el viento venía de atrás. Hablaba de la guerra, el nazismo y el comunismo. Cuando atravesamos el trópico se emocionó mucho. Siempre había sido un enamorado de las estrellas y ahora, por primera vez, veía las constelaciones del sur. Yo pintaba y estudiaba: recuerdo que leí El Elogio de la locura de Erasmo. También pasé mucho tiempo con el pintor cubano Wifredo Lam que en París me había dado una impresión de gran elegancia. Ahora, a medida que nos acercábamos al Caribe, veía desvanecer su tono exótico.
Llegamos a la Martinica en una noche fascinante, con estrellas resplandecientes reflejadas en la mar, como en un cuadro vangoghiano. Los franceses, Bretón entre ellos, bajaron al puerto de Fort de France; a los extranjeros nos confinaron en un fuerte del siglo XVII que había sido un hospital de leprosos. No teníamos pasaporte, ni mucho menos una visa: éramos los derrotados de la revolución mundial. De repente escuchamos la música de un baile tropical. Habíamos llegado a otro mundo.
Jaqueline Lamba
Jaqueline Lamba (París, 1910 – Rochecorbon, Francia (1993). Pintora y decoradora francesa. Mujer de gran belleza, de 1934 a 1943, estuvo casada con André Breton, quien la inmortalizó en un libro, El amor loco (1937) y un poema: “Fata Morgana”, compuesto en la villa Air-Bel (Marsella) y publicado en marzo de 1941 con ilustraciones de Wifredo Lam en tan sólo cinco ejemplares pues la censura de Vichy la vetó. Breton y Lamba tuvieron una hija, Aube, nacida en 1935, también dibujada por Vlady.
Arthur Adamov
Arthur Adamov (pseudónimo de Arthur Adamián, Kislovodsk, imperio ruso, 1908 – París, Francia, 1970). Escritor surrealista y exponente destacado del teatro del absurdo, emigrado a Francia en 1924. Admirador de Kafka, Strindberg y Antonin Artaud, antes de la guerra publicó la revista surrealista Discontinuité.
Simón Radowitzky
Simón Radowitzky (Szymon Radowicki, Stepanice, Ucrania, 10 de noviembre de 1891 – México, 29 de febrero de 1956). Militante anarquista de origen ucraniano que actuó en Argentina, Uruguay, España y México. Fue uno de los mas célebres presos del mal afamado penal de Ushuaia, en la Tierra del Fuego, donde fue condenado a reclusión perpetua por el atentado con bomba que mató al jefe de policía Ramón Lorenzo Falcón, responsable de la brutal represión de la Semana Roja de 1909, en Buenos Aires. Indultado tras 21 años de cárcel, abandonó la Argentina para trasladarse a Uruguay. Durante la revolución española, luchó en la 28.ª División comandada por Gregorio Jover, uno de los compañeros de Durruti. Vlady conoció a Radowitzky en México, cuando ya era una leyenda.
Jan Patula
Jan Patula (Radlow, Polonia,1944 – Ciudad de México, 1996). Fue un disidente polaco que formó parte del movimento Solidarnosc que derrocó al regimen comunista en su país natal. A principios de los años 80, viajo a México donde trabajo en la UAM como profesor de filosofía y conoció a Vlady. Su trabajo se centró sobre las sociedades del este y centro de Europa y sobre los problemas prácticos y teóricos del Estado Moderno y la Democracia. Murió a la edad de 52 años a causa de un infarto al miocardio el 14 de junio de 1996.
Isabel Díaz Fabela
Isabel Díaz Fabela (1918-2010). Fue la esposa y compañera de Vlady hasta la muerte del artista en 2005. Se conocieron en 1947, en una fiesta, cuando ella trabajaba como enfermera y se casaron el 23 de mayo del mismo año en la Ciudad de México. Tuvieron como testigos a los militantes del POUM, Narcis Molins i Fábrega, Pere Pagès (alias Victor Alba, conocido escritor y periodista), Sergio Balada y Emilio Bosch Montes. Isabel fue el principio de realidad, el punto de equilibrio, la cómplice, la promotora y el asidero del artista durante más de medio siglo. La crítica de arte Berta Taracena escribió que Isabel fue “la tierra de Vlady; primero lo sostuvo económicamente con su generoso trabajo de enfermera, más tarde trabajando en galerías de arte, fundando algunas, colaborando en otras”.
Narciso
Vlady plasma en su obra una iconografía muy personal y bastante difícil de descifrar, pero también se “apropia” de las mitologías mesoamericana (Quetzalcóatl, Cuauhtémoc…), judeo-cristiana (Judith, Holofernes, Cristo, San Pablo, San Jerónimo…) y, sobre todo, greco-latina (Prometeo, Edipo, Narciso Ícaro, Sisifo, Leda, Perseo, Medusa, Jano…) transformándolos y resignificándolos. Generalmente, trabaja las imágenes previamente en sus cuadernos y luego las vierte en grabados, bocetos, acuarelas, óleos y en los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada, así como en los del Palacio Nacional de las Culturas de Managua, Nicaragua, que realizó en 1986 por invitación del gobierno sandinista
Algunas de las figuras mitológicas recreadas por Vlady se relacionan con el psicoanálisis. Las pinta, entre otros espacios, en la Capilla freudiana que forma parte del mural Las revoluciones y los elementos donde representa a Narciso, Edipo, Eros, Tánatos, Moisés, y el mito sobre el origen de la cultura de Tótem y tabú. Narciso está muy presente en la iconografía del pintor, especialmente en los cuadernos, donde la encontramos desde 1956. En la teoría psicoanalítica, que Vlady estudió, el narcisismo se refiere al primer momento de la formación del yo, cuando el niño se toma a sí mismo como objeto de amor, previo a la elección de objetos exteriores, los cuales, en un segundo momento, definirán la constitución del yo por medio de la identificación con la imagen del otro. En dichos bocetos, Vlady evoca al mítico personaje enamorado de sí mismo y lo hace mediante el reflejo, tanto de personas como de paisajes y hasta de objetos, al mismo tiempo que lleva a cabo una interpretación y una creación personal. En la Capilla, Vlady pinta “El autoamor” y “Narciso y su reflejo Tlaloc”, a los cuales coloca en paneles en los cuales también pinta “La oralidad” y “El Voyeurismo”.
Eliseo Reclus
Vlady se definía trotskista/anarquista y es de subrayar la influencia que tuvo en él el pensamiento libertario, particularmente la obra del geógrafo libertario Eliseo Reclus (1830-1905), a quien Víctor Serge, su padre, admiraba y que cita a menudo. Como Reclus, Vlady pensaba que evolución y revolución son dos conceptos relacionados, dos actos sucesivos de un mismo fenómeno; la evolución precede a la revolución, y ésta a una nueva evolución, causa de revoluciones futuras. “Las revoluciones no son necesariamente un progreso, lo mismo que las evoluciones no están siempre orientadas hacia la justicia. Todo cambia, todo se mueve en la naturaleza con un movimiento eterno, pero lo mismo puede haber un progreso que un retroceso y si las evoluciones tienden a un aumento de vida, hay casos en los que la tendencia es hacia la muerte. Detenerse es imposible, es preciso moverse en un sentido u otro y el reaccionario empedernido como el liberal conservador que se llenan de espanto ante la palabra revolución, van sin embargo hacia una revolución, la última que constituye el gran reposo” (Eliseo Reclus, Evolución, Revolución y Anarquismo, http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/reclus/2.html).
Nos parece que en su obra principal, el mural que pintó en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, Vlady plasma una visión afín a la de Reclus al mezclar las revoluciones y los elementos, lo petrificado y lo fluido, lo bárbaro y lo civilizado, lo tiránico y lo libertario.
Trotsky
En la obra de Vlady, la figura de León Trotsky (León Davidovich Bronstein, 1879-1940), el líder bolchevique asesinado por los esbirros de Stalin, ocupa un lugar destacado. Jean-Guy Rens tiene razón cuando observa que el Tríptico que le dedicó (más los cientos de bocetos, acuarelas y grabados en gran parte resguardados en el Centro Vlady) representa el homenaje artístico más admirable -y añadimos nosotros desinteresado- jamás dirigido a un jefe político y también el más fraternal. Habría que añadir que el Trotsky de Vlady -a diferencia del que esboza Serge en sus obras y particularmente en la biografía que le dedica- no es únicamente un líder político o una figura de gran relevancia histórica sino, más bien, un héroe mítico que personifica la lucha por preservar el espíritu original de la revolución. Encarna, junto al propio Serge, el lado “angélico” de la historia y su asesinato representa una suerte de catástrofe cósmica, la muerte de una civilización humanista y el nacimiento de otra, bajo el signo del terror. Sin embargo, Vlady es –como su padre- un disidente incluso del trotskismo y en el mural de la Biblioteca no lo pinta arengando la muchedumbre o al frente del Ejército Rojo, sino de manera poco ortodoxa, pensativo y sumergido en la lectura aunque, eso sí, con la cabeza de un león.
Piolet, La onda y Solsticio de herejía
El piolet es el artefacto que empleó Ramón Mercader para asesinar a Trotsky destrozándole la cabeza en su casa de Coyoacán, el 20 de agosto de 1940. Vlady lo representa generalmente por medio de una imagen estilizada: un círculo dominado por una “T” con un brazo más largo que en ocasiones se reduce a una línea interrumpida por un medio círculo a la que nombra La onda. La imagen aparece por primera vez en el Cuaderno 49 de 1964 (fojas 62 y 74) y Vlady la nombra así en el Cuaderno 78 (foja 24) con fecha 18 de diciembre de 1967. En origen, esta iconografía simboliza el asesinato de Trotsky, lo cual remite a la tragedia de la revolución traicionada. Con el tiempo toma, también, un sentido relacionado con la muerte. Lo cierto es que aparece en una gran cantidad de obras: desde el Tríptico trotskiano, a Las revoluciones y los elementos, el conjunto muralístico de la Biblioteca Lerdo de Tejada, pasando por El subyacente, paisajes, figuras humanas y algunos dibujos eróticos, además de una gran cantidad de bocetos y grabados. El boceto Solsticio de herejía de 1966 (Cuaderno 73, fojas 61 y 63,) proporciona la clave para descifrar La onda: Vlady desmonta el piolet y lo vuelve a armar de la manera que se observa en la imagen. Un primer bosquejo del Solsticio de herejía se encuentra en el Cuaderno 52 de 1965-66 (foja 67, sin fecha) y tiene el nombre de Visión de herejía. En la foja 84 del mismo cuaderno, con fecha 19 de noviembre de 1965, se encuentran algunas imágenes del piolet golpeando una cabeza y ondas escondidas entre los trazos. En los apuntes sobre “socialismo plebeyo” (foja 14), define lo que entiende por herejía: “espiritualidad, valor ético, sacrificio, sentido crítico”. Y añade: “todo creador es hereje; la herejía es el pensamiento o el sentir minoritario y el creador es siempre minoritario” (foja 76). Más adelante asocia la herejía con la serie de apuntes que nombra rehabilitaciones.
Centauro paradójico
Vlady plasma en su obra una iconografía muy personal y bastante difícil de descifrar, pero también se “apropia” de las mitologías mesoamericana (Quetzalcóatl, Cuauhtémoc…), judeo-cristiana (Judith, Holofernes, Cristo, San Pablo, San Jerónimo…) y, sobre todo, greco-latina (Prometeo, Edipo, Narciso Ícaro, Sisifo, Leda, Perseo, Medusa, Jano…) transformándolos y resignificándolos. Generalmente, trabaja las imágenes previamente en sus cuadernos y luego las vierte en grabados, bocetos, acuarelas, óleos y en los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada, así como en los del Palacio Nacional de las Culturas de Managua, Nicaragua, que realizó en 1986 por invitación del gobierno sandinista.
Los centauros son seres que representan tradicionalmente la lucha entre la barbarie y la civilización, entre los instintos y la razón. También se les asocia con seres raptores de mujeres. Vlady retomó al centauro y lo pintó en muy variadas formas. En sus Cuadernos encontramos muchos dibujos con este tema y pintó un lienzo al temple y óleo, Caprichos velazqueños (1984-1991), en donde, a partir de dos cuadros de Diego Velázquez, representa al rey Felipe IV y a la reina Margarita de Austria como centauros. Al mismo tiempo, Vlady crea unos seres a los que denomina Centauros paradójicos, los cuales pueden tener dobles ancas y un torso humano, o bien, un cuerpo equino con los pies en direcciones inversas y doble torso humano, igualmente en sentido inverso, de manera que una mitad va para adelante y la otra para atrás. Casi siempre se les ve con la mirada hacia arriba, observando a la mujer raptada (o a otro ser).
Escalera
La escalera es otra pieza importante de la iconografía vladiana; la encontramos desparramada en muchas de sus obras tanto de caballete, como grabados, acuarelas, dibujos y, por supuesto, los murales. Según la crítica Berta Taracena, la escalera “simboliza al hombre religioso y su medio para alcanzar el paraíso”. Recordemos que Vlady se decía ateo y al mismo tiempo gustaba de “hablar con dios”. Otra interpretación apunta a que, sin tener necesariamente un sentido místico, la escalera representa el camino hacia la trascendencia, casi siempre de su padre, el escritor Victor Serge. En el frontispicio del mural Las revoluciones y los elementos, trepada sobre dos escaleras que apuntan al cielo, se encuentra la figura que Vlady nombra el Trascendente, “el hombre luz”, es decir el propio Serge. En el mismo mural, la imagen de la escalera aparece también en el panel llamado Inocencia terrorista (sotocoro), justo atrás del desnudo que flota en el aire, y en el muro poniente donde cuatro escaleras sostienen a un elefante que simboliza “el paso paquidérmico de la historia”. Vlady afirma: “las escaleras representan nuestra ambición por subir; el hombre siempre quiere subir, subir (…). Y las cadenas nos arrastran hacia abajo”.
Prometeo
Vlady plasma en su obra una iconografía muy personal y bastante difícil de descifrar, pero también se “apropia” de las mitologías mesoamericana (Quetzalcóatl, Cuauhtémoc…), judeo-cristiana (Judith, Holofernes, Cristo, San Pablo, San Jerónimo…) y, sobre todo, greco-latina (Prometeo, Edipo, Narciso Ícaro, Sisifo, Leda, Perseo, Medusa, Jano…) transformándolos y resignificándolos. Generalmente, trabaja las imágenes previamente en sus cuadernos y luego las vierte en grabados, bocetos, acuarelas, óleos y en los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada, así como en los del Palacio Nacional de la Cultura de Managua, Nicaragua, que realizó en 1986 por invitación del gobierno sandinista.
Prometeo es el titán que engañó a los dioses para robar el fuego, regalarlo a los humanos y posteriormente ser castigado con el suplicio eterno de quedar encadenado y ser presa de un águila que devoraba su hígado el cual se regeneraba inmediatamente para ser nuevamente devorado. Se convirtió, con su hazaña y sacrificio, en héroe cultural y protector de la civilización humana. La imagen de Prometeo ha sido recreada en literatura, música, escultura, pintura y cine. En el Prometeo de Vlady, la cabeza se convierte en águila y el héroe se devora a sí mismo. La imagen se encuentra en varios Cuadernos, grabados y acuarelas, así como en los murales de la BMLT y de Managua, Nicaragua.
Distribución de las águilas
El piolet
La imagen del piolet se refiere al artefacto que empleó Ramón Mercader para asesinar a Trotsky destrozándole la cabeza en su casa de Coyoacán, el 20 de agosto de 1940. Vlady lo representa por medio de una imagen estilizada: un círculo dominado por una “T” con un brazo más largo que en ocasiones se reduce a una línea interrumpida por un medio círculo a la que nombra “La onda” (véase). Posiblemente, sea también una alegoría sobre la muerte que rebasa a la figura histórica del dirigente bolchevique. La imagen vuelve una y otra vez en distintas obras de Vlady, en el mural Las revoluciones y los elementos, en el Tríptico trotskiano, en distintos óleos, grabados, bocetos, acuarelas e, incluso, en obras de contenido erótico.
El Pensamiento o La Mediterránea de Aristide Maillol
Vlady conocía la obra del escultor, pintor y grabador francés Aristide Maillol (1861-1944) a través de su amiga Dina Vierny, modelo del artista. De la obra, existen dos versiones, una labrada en mármol -como la que se aprecia en la imagen- y otra en bronce que se encuentra en el Jardín de las Tullerías de París. Originalmente se llamó Alegoría del Pensamiento, por estar claramente relacionada con El Pensador, una de las esculturas más famosas de Auguste Rodin (1840-1917). Sin embargo, la obra después pasó a llamarse La Mediterránea por representar la esencia cultural de ese mar con una mujer de formas rotundas, poderosas al mismo tiempo que sensuales.
Isaac Deutscher
Isaac Deutscher (1907-67). Es el conocido biógrafo de Trotsky, autor de la trilogía: El profeta armado (1954), El profeta desarmado, (1959), El profeta desterrado (1963). De origen polaco, vivía en Londres donde Vlady lo visitaba a menudo.
Solsticio de herejía
La imagen ofrece la clave para descifrar “la onda”, la figura que Vlady crea para simbolizar el asesinato de Trotsky: un piolet en forma de “T” volteada, con un solo brazo, situado por encima de un círculo que representa la cabeza de líder bolchevique. Desarmada y vuelta a armar de otra manera, esta es “la onda”. Un esbozo incipiente de la onda aparece en el Cuaderno 49 de 1964 (fojas 62 y 74), mientras que el primer bosquejo del Solsticio de herejía se encuentra en el Cuaderno 52 (foja 67) y tiene el nombre de Visión de herejía. En la foja 84 del mismo cuaderno, con fecha 19 de noviembre de 1965, se encuentran algunas imágenes del piolet golpeando una cabeza y ondas escondidas entre los trazos. El boceto Solsticio de herejía aparece en el Cuaderno 73 (fojas 61, 63) con fecha 19 de diciembre de 1966.
Budiónovka
El budiónovka es el gorro gris con una estrella de cinco picos que utilizaban los soldados del Ejército Rojo. Forma parte de la iconografía de la Revolución Rusa (Trotsky, el Kremlin, los budiónovkas, el piolet, la hoz y el martillo) de la que Vlady se apropia para crear su propia narrativa. En un boceto para el El cerebro colectivo (fragmento de la Capilla freudiana), por ejemplo, Vlady dibuja una estrella, conformada por budiónovkas dispuestas de manera circular. En general, tiene un significado ambivalente, ya que en ocasiones se transfigura en el puño que sostiene el piolet que asesina a Trotsky, pero en otras evoca la espiritualidad revolucionaria o la tradición religiosa rusa, como las cúpulas de la catedral de san Basilio.
Elefante
La imagen del elefante es recurrente en la obra de Vlady y, generalmente, tiene que ver con la historia. En el costado norponiente del mural Las revoluciones y los elementos se encuentra el fragmento El paso paquidérmico de la historia, en donde sendos elefantes evocan la memoria, en palabras de Vlady: “si tuviéramos tiempo de ver detalle por detalle creo que descubriríamos todas estas dualidades antihistóricas que se expresan en distintas imágenes: esos dos grandes elefantes de Aníbal, que no entraron en Roma. Uno con patas frágiles sobre escaleras y trompa rosada y otro, que representa la agresión y la violencia” (José de la Colina y Eduardo Lizalde, “Vlady en el vientre de la ballena”, El Semanario Cultural de Novedades, 25 de julio de 1982)
Salón Independiente
En junio de 1968, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) abrió una la convocatoria Exposición Solar 1968 como parte del programa de los Juegos Olímpicos a celebrarse en ese año. En el contexto de la rebelión estudiantil, un grupo de artistas rechazó los premios que se ofrecían argumentando que la operación tenía un sentido comercial y reaccionario, lo cual dio pie a la creación del Salón Independiente. Se abrió así le posibilidad de que se desarrollaran proyectos de tipo colectivo y de carácter experimental y que se fortalecieran actitudes contestatarias frente al orden establecido. El Primer Salón Independiente se celebró en octubre de 1968, en el Centro Cultural Isidro Fabela. En 1969 y 1970 se realizaron el Segundo y el Tercer Salones Independientes en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA) de la UNAM. Vlady participó en las ediciones de 1969 y 1970 con las siguientes obras:
Leda y el cisne
Vlady plasma en su obra una iconografía muy personal y bastante difícil de descifrar, pero también se “apropia” de las mitologías mesoamericana (Quetzalcóatl, Cuauhtémoc…), judeo-cristiana (Judith, Holofernes, Cristo, San Pablo, San Jerónimo…) y, sobre todo, greco-latina (Prometeo, Edipo, Narciso Ícaro, Sisifo, Leda, Perseo, Medusa, Jano…) transformándolos y resignificándolos. Generalmente, trabaja las imágenes previamente en sus cuadernos y luego las vierte en grabados, bocetos, acuarelas, óleos y en los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada así como en los del Palacio Nacional de la Cultura de Managua, Nicaragua, que realizó en 1986 por invitación del gobierno sandinista.
En el caso de Leda, uno de los mitos más recreados por la pintura. Vlady pinta la imagen erótica de Leda y el cisne durante toda su vida, así se puede constatar en sus cuadernos y en algunos grabados.
Tríptico Trotskiano
El tríptico consta de tres cuadros: Magiografía Bolchevique (1967), óleo sobre tela, 316.5 x 405 cm; Viena 19 (1973), óleo y temple sobre tela, 316. 5x 405 cm y El instante (1981), óleo y temple sobre tela 316.5 x 405 cm, Colección INBA/Museo de Arte Moderno. El conjunto integra una de las obras más significativa de Vlady, tanto por el simbolismo como por la riqueza cromática. He aquí el juicio de Jean- Guy Rens, biógrafo de Vlady: “Los tres cuadros que Vlady le dedicó a Trotsky representan el homenaje artístico más grandioso dirigido a un jefe político y también el más fraternal. A pesar de la inmensa producción cromática que inspiraron, ni Lenin, ni Stalin, ni Mao recibieron jamás un reconocimiento semejante”. (http://www.vlady.org/galerie/trip-s.html)
Tríptico Trotskiano
(Texto de Vlady))
A mi madre Liuba in memoriam
Treinta y cuatro metros cuadrados de lino, expresamente encargado en Bélgica, dedicados a una trilogía sobre Trotsky, sin la menor esperanza de lucrarse, trabajando en el espacio de catorce años, redundando en una reflexión sobre la pintura, efectuada con los materiales; pasando de "la pintura moderna" directa, a la pintura del siglo XV, de transparencia, profundidad y relieve; pintando con sentido renacentista en cuanto a tamaños de figuras humanas, para salas amplias sin miramiento a urbanizaciones comerciales; sin reparo en tiempo y materiales invertidos; por el gusto o por la necesidad de hacerlo; es lo que vemos ahora ¡diez, veinte años después! No creamos al artista sobre palabra; siempre mitifica, se justifica. ¡No puede hacer otra cosa! ¡Desmiéntame si puede!
La desmedida, es pasión, jerarquía de importancia. ¡Pretensión! México es instancia de desmedidas, Rusia también, para bien o para mal. El entonces Secretario de Hacienda Julio Rodolfo Moctezuma Cid, me dijo cuando terminé los dos mil metros de murales en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada "Aquí usted pudo expresar toda una cultura vencida". ¿Quién preveía la perestroika? "Ahora esta cultura pertenece a México. Es nuestra. Si retorna allá, será como nuestra también": ¡Conjunción de desmedidas! Orozco, Diego, Siqueiros: muralistas; Tamayo pintor de caballete e interiores privados, de cuadros grandes; y pintores de talentos desiguales, han trabajado cuadros de mayores tamaños, en la tradición más ambiciosa de las grandes machines picturales.
El autor de la trilogía reúne estos sentimientos de renacentismo, motivado por las frecuentes visitas infantiles al Ermitage, a finales de los veinte, cerca de nuestra casa en Leningrado (ulitza Zheliabova 19-kv. 4, tel. 2-13-54). En seguimiento de esta cultura pictórica, luego en Bruselas, en casi toda Europa reiteradas veces, por muchos años. México ¡El destierro! le ofreció la oportunidad de un trabajo asiduo, amparado por Isabel: un trabajo que a la postre resulta de una extraña coherencia, aun implicando ingredientes muy diversos. Quizá se puede entender la ciega obcecación, "camino que arranca de la conciencia de la propia ignorancia del conocimiento de sí mismo, de sus propias fuerzas", dice el filósofo, pero siento que para mí, el yo es insuficiente, y quisiera que me excusaran la pretensión de la pretensión, siempre vanidosa vista desde abajo, pero simplemente responsable vista en la perspectiva de la tarea cumplida; del destino de mi familia, como mariposa clavada por la historia de un siglo, con alcurnia de espíritu apasionado. Los dramas son particulares. la tragedia escribe el destino de la especie. Isabel dice que "Magiografía bolchevique", es más la imagen del exilio en Oremburgo, confín asiático de la Siberia occidental. La imagen correspondiente a la salida de la infancia.
El cuadro se empezó con gran júbilo, se mantuvo en esta tónica durante seis meses. Me ofrecí preparado con gran esmero. Ponía capas, lijaba, medía aceites, los desgrasaba, mezclaba piedra pómez, polvo de mármol, volvía a lijar, hacía "polvos de mariposa", improvisaba, surgían cambios de ritmo y tónicas ¡Strawinski! Seis meses. Llegó el crítico francés Thailandier, quien me dijo: "Los mexicanos tenéis la costumbre de terminar (finir) los cuadros. ¡Cuando el cuadro está pintado, ya no hay que tocarlo!" Me sacó de apuros. Entonces aún no hubiese sabido cómo ponerle pentimentos y transparencias. Estos aparecieron en el segundo cuadro: "Viena 19, Coyoacán",cinco años después, entrando a tientas en la fase de pintura veneciana, ya practicada en los cincuenta, y abandonada.
"Magiografía bolchevique" es mosaico de temas con una "profusa variedad de recursos", juego de representaciones privadas, del ámbito de mi infancia, protegida de las terribles asperezas de la realidad rusa por la ecuanimidad de mi padre, a cuyo lado todo se volvía luminoso y bello. La sopa de col agria, sin más, las gélidas noches estelares, en espera de petróleo para el quinqué, o por el pan negro; mis culpables exclusiones de la escuela, en realidad formas de presión sobre mi padre; inclusive la atroz locura de mi madre, en momentos de calma se volvían reflexiones de psicología práctica y gran ternura familiar. Los camaradas bolcheviques-trotskistas me daban verdaderos cursos de historia política y económica, me contaban de Lenin, con verdad, crítica y humor. Mucha gente moría de hambre. Tuvimos graves males, de escorbuto, mi padre estuvo a punto de morir. Participé en gavillas con exaltada motivación; robamos conejos, gallinas, legumbres; una vez quitamos un enorme pistolón a un guardia borracho; otra vez, la gavilla de niños, fuimos perseguidos por un jinete en la estepa, algunos escapamos tirándonos al agua del Ural, desde la alta ribera, escondiéndonos en la Roshcha (bosquecillo). Voté contra la ley condenando a muerte niños por "robo de la propiedad socialista", produciendo gran escándalo en la escuela: Todos robamos, no podemos votar la pena de muerte para nosotros mismos". Fui excluido. Hay una carta de André Gide pidiendo mi reintegración. En los límpidos cielos, helados en invierno y ardientes en verano, colgaban larguísimos filamentos de seda, que mi maestro de física, enjuto uniformado con voz estentórea, explicaba ser "visos de moléculas del aire". Desde entonces tengo un sentimiento recurrente, de lo que medio siglo más tarde supe es la anaclástica, que a menudo caracteriza el ámbito de mis dibujos y cuadros. ¡No me crea sobre palabra, verifíquelo! En "Magiografía bolchevique" es muy visible, pero en formas variadas. La composición es de paralelas verticales, alteradas por un medio círculo (otra observación del crítico Thailandier: "esquema de la forma de estabilidad dinámica, propia del clasicismo" .
Pero usted, estimable lector, quiere leer la temática, aquello que se puede decir por teléfono, y que hace al cuadro prácticamente innecesario. La imagen está basada en una foto de familia (refotografiada) de aquellos tiempos. Trotsky atravesando la Plaza Roja con su estado mayor (1921). Las figuras pintadas son reales y ficticias. Muralov, el bigotón titánico (fusilado por Stalin), un comisario, hecho de maderas ensambladas, como isbá rusa, escaleras al cielo y cruces subiendo escaleras, a la izquierda el general Yakir, fusilado por Stalin, murió gritando "viva Stalin", pensando que era víctima de un complot contra aquél. Su hijo, de los primeros disidentes de los sesenta acabó por desdecirse oprobiosamente, torturado. Represento al general, en levitación sobre un zoclo, en realidad caja de limpiabotas. En medio del cuadro, como halo de santo, una IIanta, los grafismos en su centro evocan rasgos de Lenin, pero a la vez los de su hermano ahorcado por una conjura terrorista contra el Tzar Alejandro III, pero a su vez alusiva/elusiva, evocan do rasgos de San Giovani Labra, un bienaventurado que se pasó la vida mirando al cielo, atendiendo pestíferos, viviendo de limosna y, mugroso como era, murió con el "cuerpo de puro marfil". No hizo nada; ¡miraba al cielo! El friso que forma el vacío entre las piernas de los personajes, son convexas cúpulas de iglesias ortodoxas. Trotsky está apenas indicado con pocas pinceladas, la tela está en crudo, otra mitad suya avanza... Hay formas de piolet, de cadalsos... escondidos en el color.
Me decidí a pintar el segundo cuadro, ante la amenaza de que La Casa desapareciera; ante el peligro de ver desaparecer el testimonio de nuestra atormentada historia. Siempre hubo reaccionarios y estalinistas, para acabar con La Casa. En uno de estos trances fui a hacer dibujos del despacho de L.D. Me lancé a pintar el cuadro desde la preparación del lienzo (¡Cómo en el primero!). Respeté ciertas zonas dejando la tela casi intacta (sensación de incorporeidad) por allí cerca de la puerta ventana de mayor luz, y poco a poco, llevado por la fantasía, puse la piedra de las tablas de la ley mosaica-cristiana; alrededor de los objetos, papeles en la mesa, rollos del dictáfono, entre las patas de la mesa y de la silla, por todas partes hay arremolinamientos y anaclástica (rebotes de luz). Del Sarape, en la luz del sol de Coyoacán, emergen, atravesándolo, los Exodos: bíblicos, revolucionarios, islámicos, mexicanos, rusos, cartagineses, y finalmente, se disgrega la materia de la estera de petate, sobre el piso de tablas pintado de congo, a los pies de la pareja de ancianos, ya fuera del teatro de la historia, pintados a golpe de pentimentos de temple y sumidos en "transparencias venecianas". Por demás el cuadro es pintura moderna, en eI sentido de que los colores son directos, aunque elaborados con materiales diversos; y sólo el mayor espacio del fondo oscuro tiene múltiples capas alternando pentimento y óleo para asegurar profundidad y volumen, hecho con intenso esfuerzo, como persiguiendo algo inasible. Compensando la oquedad del rincón más oscuro, surgió la figura de proa, cóncava del "profeta armado" (estaba leyendo el libro de Deutscher), como aparición del padre de Hamleth, convirtiendo al pintor y al espectador en Hamleth, herederos de la tragedia. Lo menos esperado fue la figura central. Había la deliberada intención de respetar el espacio vacío, la ausencia. Pero fuimos a Monte Albán, y aquella proa sagrada lanzada al cosmos, sembrada de formas zapotecas, de todos los tamaños, como módulos capaces de expresarlo todo, un verdadero alfabeto de signos (lo veo ahora), se me hicieron conocidos de toda la vida. Llegando al estudio me puse a jugar con estas formas de ritmos de piedra y pluma, rehiletes de luz en el espacio. Pensaba quitarlo y no obedecer a ningún propósito, me divertí pintando a T-y escribiendo con su barbita. ¡De todos modos lo iba a borrar! ¡Y así quedó hasta hoy! Me acuerdo haberle dicho a Víctor Serge ante el retrato de Lenin que pintó Diego Rivera en el Palacio de Bellas Artes: "¡No es parecido!" "Pero es una imagen de Lenin mexicano, y esto es lo interesante", me contestó mi padre. Y comprendí, cómo San Pablo en sus epístolas explicaba a las distintas comunidades el cristianismo universal. Del propósito de hacer un cuadro documental y sobrio, surgió otra vez, una imagen épica de "La vida y muerte de León Trotsky".
El tercero de los cuadros es "El instante", del momento en que recibe el terrible golpe de piolet ("siete centímetros dentro de un cerebro excepcional"). Sólo me acuerdo cómo me encontré ante el lienzo con el propósito firme de no apartarme en fantasías improvisadas y obedecer a una manera de pintar por amplias capas de colores transparentes, y trabajar todas las luces y volúmenes con el mayor cuidado. La manera veneciana, rubeniana acredi tada hasta el siglo XIX, (Delacroix, Gustave Moreau). ¡Es maravilloso cómo un método puede expresar la mayor libertad! Sólo el pintor puede entenderlo. Me avasalló la sensación de ingravidez y espacio. Velatore trenta, curanta (frota, treinta, cuarenta capas). ¡Lo hice!
Pero, otra vez, a Ud. le importa el tema. ¡Descuelge el teléfono y oiga! Todo brinca, sin apoyo en ningún lado. La mesa tiene pie-de-mesa, otro-humano, otro arde como zarzal bíblico en el que Moisés vio a Yavé, la cuarta parta es el hacha de nuestra barbarie revolucionaria. ¡La rusa! El fondo es cielo, y mar, donde L.D. pidió se arrojaran sus cenizas, como lo pidió Marx. Natalia no le hizo. Como las suyas, un día las depositaremos en el pleno mar del socialismo ruso. ¡Esta vez el verdadero! Un libro vuela, veinte veces repintado: oscuros-óleo, blancos-tempera. ¡Cómo mármol! Las suelas desgastadas de mi padre muerto. (Por allá una figura que no pude pintar, ni quitarla tampoco; un calibán ¡es como la realidad!).
Vlady, 21 de diciembre de 1990, México D.F.
Cristo andrógino
El título original de la obra es: En el epicentro de la violencia -la revolución cristiana- hombre-mujer rescatando la tierra, pero es más conocida como Cristo andrógino. Se trata de un lienzo de lino, pintado al temple y óleo, ubicado en el centro de la pared occidental del mural Las revoluciones y los elementos de la BMLT. “El Cristo abraza un globo terráqueo: ¿para salvarlo? ¿Para hundirse junto con él? No importa. El Cristo de Vlady es insostenible en su género ambiguo, informe y monstruoso. Sin embargo, nada es menos blasfemo que el Cristo vladiano. La complicidad de Vlady con su Cristo está avalada por una cruz gigante que, a la postre, no es una cruz, sino un piolet. Y en la iconografía vladiana el piolet simboliza el mal absoluto (Trotsky fue asesinado con un piolet). Representa la revolución religiosa con un Cristo andrógino que se lanza a la tierra para rescatarla, pero se encuentra crucificado en una cruz que tiene forma de piolet” (Araceli Ramírez Santos, “El mural Las revoluciones y los elementos. Una historia para armar”, en: Vlady. Una revolución en el muralismo, UACM/SHCP, 2018, p. 243).
Al respecto, he aquí el testimonio del propio Vlady: “En medio aparece la revolución cristiana, que es un Cristo que tiene sexo masculino y sexo femenino. No sé por qué. Mientras más lo pienso, menos lo sé. No quería separar a la mujer del proceso de la hechura humana. El Cristo atrapa la Tierra, el planeta azul, lo abraza, lo besa, lo protege. Sobre la cruz, Verónica Volkow dijo: “No es una cruz, es un piolet”. Nada es casual. La inteligencia está dividida. Lo pinté a la manera del Tintoretto y los colores son cada vez más cristalinos, cada vez tienen más luz”. Véase: Vlady, Las revoluciones y los elementos. Monólogos, zozobras, provocaciones y obsesiones del maestro Vlady en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ed. de Claudio Albertani, México: FCE, CONACULTA, 2006, pág. 46.
El cerebro colectivo
Es uno de los temas recurrentes en la iconografía vladiana y representa la posibilidad redentora de la revolución que el pintor plasma al fresco en la Capilla freudiana, parte del conjunto muralístico Las revoluciones y los elementos de la BMLT. En la misma pared, Vlady coloca a Edipo que en la interpretación psicoanalítica de Gilles Deleuze y Félix Guattari —a la sazón Vlady leía su Anti-Edipo— simboliza la ley del padre y la represión del deseo. En el boceto “El cerebro colectivo” (1973), Vlady dibuja una estrella o flor, conformada por budiónovkas (las gorras de los militares revolucionarios) dispuestas de manera circular.
El uno no camina sin el otro
Esta representación es la glosa de un detalle del fresco El incendio del Borgo de Rafael Sanzio (que se encuentra en el Palacio Apostólico del Vaticano) y que evoca a Eneas escapando del incendio de Troya y llevando a cuestas a su anciano padre, Anquises; esta imagen es un referentesímbolo de la piedad de los hijos hacia los padres. Existe, también, una escultura de Bernini con el mismo tema. Vlady pinta El uno no camina sin el otro en el frontispicio del mural Las revoluciones y los elementos, así como en óleos, grabados y cuadernos. La versión más importante es el temple y óleo de gran formato que forma parte del acervo del Archivo General de la Nación. En esta obra incluye, adicionalmente, otro personaje que carga a alguien en la cabeza y no en la espalda. Abajo dice Mamá en letras mayúsculas. Sobre el mismo tema de la madre también existen un óleo, acuarelas y dibujos en los cuadernos.
Vlady y Orozco
Cuando Vlady llegó a la Ciudad de México en 1941 mostró un interés especial por el muralismo mexicano que estaba en auge en la época. Conoció a Diego Rivera y a José Clemente Orozco, a quienes profesó admiración según se desprende de las notas que hizo en sus cuadernos. Entre otros sitios visitó con frecuencia los murales de Rivera en el Palacio Nacional y los de Orozco, recién terminados en la Suprema Corte de Justicia, en donde Vlady realizó copias de algunos fragmentos. José Clemente Orozco tuvo una importante influencia sobre el joven pintor ruso, quien en un texto escrito en el Cuaderno 6, comenta su admiración por el muralista jaliciense, al mismo tiempo, es visible su influencia pictórica en la obra de Vlady de ese período, particularmente en los murales que pintó en el Molino de Bezares entre finales de 1941 y principios de 1943, los cuales fueron borrados por la censura, pero se conservan algunas fotografías.
Acéfalo
Revista Acéphale
Acéphale es el título de una revista francesa dirigida por George Bataille de la cual salieron cinco números entre 1936 y 1939. El primero tenía en la portada el dibujo de André Masson del mismo nombre, el cual se inspira en la famosa obra de Leonardo da Vinci, el Hombre de Vitruvio. La diferencia es que el de Masson es decapitado y su ingle está cubierta por una calavera. También colaboraron en la revista Pierre Klossowski, hermano menor del pintor Balthus (Balthasar Kłossowski), y el filósofo Jean Wahl, entre otros.
Molino de Bezares
Vlady pintó su primer mural entre finales de 1941 y principios de 1943, pero fue borrado por la censura y sólo nos quedan algunas fotos. Aquí presentamos un texto de Victor Serge sobre esta obra de su hijo, unas notas del pintor fechadas en 1973, el año en que empezó a pintar los murales de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, y bocetos procedentes de los Cuaderno 6 y 7, ambos de 1942.
Historia de una pintura mural
Texto de Victor Serge. Revista Mundo no. 3, 15 de agosto de 1943.
A fines de 1941 dos jóvenes artistas fueron invitados a pintar un fresco en el llamado Molino de Bezares, sobre la carretera de México a Toluca, local destinado a servir de club a la Colonia de Las Lomas. Su respuesta fue: ―Sólo pedimos lo necesario para vivir mientras dure la realización del trabajo. Nuestro proyecto será audaz y concienzudo, de ahí que nuestra sola condición sea la de un respeto total a nuestra libertad.
Las condiciones fueron aceptadas. Ambos artistas trabajaron febrilmente durante unos diez meses. Poco a poco la pared era cubierta de formas y de colores. El fresco cubría ya unos 160 metros cuadrados. Todo el poder de visión y de expresión de los jóvenes artistas era puesto en acción. El París de la juventud inquieta y audaz, el París de Picasso, de la Torre Eiffel, de Chevalier; tanques movidos por hombres desnudos y torturados, pisando campos de flores bajo el caos social; multitudes en marchas, multitudes de Europa y de Asia; guerrilleros rusos y guerrilleros chinos; cárceles y fusilamientos; hombres rotos; hombres vencidos hombres delirantes. Al otro extremo, caballeros de las estepas, bajo las nubes de Asia, caracoleando espléndidos caballos, interrogándose a si mismo sobre los caminos de la conquista o de la liberación. A sus pies, la silueta de un adolescente suicidado estallaba en un blanco fosforescente sobre el fondo oscuro de unas cajas fuertes petrificadas. Un bruto déspota vestido de cuero, carne y metal surgía más lejos, dominando un mundo de esclavos, mientras que a la luz temblorosa de un farol de París, de Londres o de Viena, una mujer desesperada aguardaba al viajero de la noche… Era vasto, movido y lleno de color. Terminado hubiera sido indiscutiblemente impresionante.
Un día, un visitante — no desinteresado como la mayoría de los que acudían con simpatía a ver los progresos del fresco― que hablaba perfectamente el ruso, divisó en un rincón, por encima de las luchas representadas, el perfil oscuro de un colgado. Este colgado se parecía a uno de los más sangrientos jefes totalitarios. El visitante no pudo ocultar su descontento. Y empezaron a llover las denuncias, con amenazas anónimas de incendio y de asesinato. Los dos artistas, que hacían a veces de noche diez kilómetros a pie para regresar a sus casas, vieran cernirse sobre sus cabezas el peligro. El propietario del Molino de Bezares fue alarmado por docenas de cartas anónimas y conminativas y mandó hacer un peritaje. ¿Es qué la pintura era verdaderamente subversiva? El experto constató que se trataba de una obra vigorosa y fuerte sobre la que no podía buscarse ninguna intención política. Los jóvenes se limitaban a expresar sus inquietudes, las protestas y las esperanzas de su generación. ¡Juventud de nuestro tiempo!
Con todo, se dio orden de interrumpir los trabajos, ya muy adelantados. Incluso se dejó de pagar el compromiso establecido por el trabajo hecho. Más tarde, el Molino de Bezares cambió de propietario. Los nuevos propietarios decían generalmente a los visitantes que venían a ver el fresco inacabado: —Se trata de un gran fresco inacabado de Diego Rivera…
Pero un partido totalitario que se ampara en la calumnia y el asesinato, un partido que quema los libros o los inscribe en el índice antaño como la Inquisición y en la actualidad el nazismo, no olvidaba esta obra inquietante en si misma. El Molino de Bezares fue convertido en restaurant. Y sin ruido, sin peritaje artístico esta vez, la obra fue destruida, el fresco fue completamente destrozado. Las paredes que habían cobrado vida con las formas, los colores y las ideas, están hoy blanqueadas con cal.
Esto ha tenido lugar en México, el país de los más grandes y más audaces fresquistas, admirados del mundo entero. ¿Qué dice usted de esta historia, José Clemente Orozco, usted que ha golpeado sin piedad sobre los muros de un Palacio de Justicia la iniquidad y la hipocresía de las falsas balanzas? ¿Qué dice usted de esta historia Diego Rivera, usted que ha cantado sobre tantos muros de la gloria de las grandes revoluciones?
Los dos jóvenes artistas se ilamaban el uno Vlady (Vladimir Serge), colaborador de nuestra Revista, y el otro Iván Denegri1. Ninguno de ellos tiene seguramente nada que decir. Sólo sabemos que uno de los dos regresó una tarde al Molino de Bezares y de allí, sentado en medio de la gran sala, delante de los muros blanqueados, bajó la cabeza meditando sobre la cultura, el arte, los valores espirituales, el valor de los intelectuales y tantas otras cosas. Después salió, discretamente, en silencio.
Mundo tampoco tiene mucho que decir. Pero no puede silenciar la destrucción realizada. Los atentados contra el arte deben ser denunciados, sea quien sea el instigador. El fresco del Molino de Bezares ha sido destruido por una mentalidad totalitaria, como la que mandó quemar y destruir en la Europa de Hitler a tantos libros y a tantas obras de ciencia y de arte. Es un honor para los artistas que trabajaron en él y es una vergüenza para los que han mandado destruirlo, temerosos de contemplar la verdad escrita con audacia en los grandes muros. Millones de hombres se levantarán pronto en todo el mundo para defenderla y el mañana está lleno de nuevos muros.
1No hemos podido encontrar datos biográficos sobre Iván Denegri, hijo del diplomático Ramón P. Denegri, una de las personas más cercanas a Victor Serge en México.
Notas de Vlady (Cuaderno 134, fojas 4 y 5, año 1973)
Transcripción
(…) Curioso resulta contemplar esta situación [se refiere a los murales de la BMLT, ndr] en el contexto y antecedentes de todo mi trabajo; desde que llegué a México en 1942, no tardé en empezar un mural que me llegó por la intervención de don Ramón Denegri y su estimable y refinadísimo hijo Iván. El expresidente Ortiz Rubio me encargó un mural de 120 metros de los cuales logré pintar 107 mts. Diego a quien visitaba en las mañanas en su despacho-taller de Palacio Nacional me mandó con O´Gorman para que me diera la fórmula del fresco y un aceite. Entre los primeros metros colgué a Stalin… y empezaron las dificultades. Desfilaban misteriosas personas con acento checo y polaco, me interpelaban. Llegaron cartas anónimas amenazadoras al dueño del edificio. Las que me llegaron a mí no me causaban el menor efecto. El dueño consultaba a curas y expertos, vino Diego, a menudo venia Calles acompañado de una bella dama.
Orozco (…) escribió un amplísimo texto que analiza mi trabajo y recomendando que lo terminara. Me acuerdo de una frase “Trae los [ilegible] de los orígenes y situaciones de su infancia”
Transcripción
Finalmente me cortaron los [ilegible] de trabajo: Calidra y albañil. (…) No digo que aquel mural me aseguraría la inmortalidad, me temo que su contribución a la historia fue bastante exigua, pero este tipo de prevención nunca son explícitas en la psicología del pintor, son viejos [ilegible] no se trata de decirse cosas, dar forma a sus sentimientos, y no se sabe si un cuadro anodino hoy no será significativo mañana. En tiempos de [Elizabeth Gardner] Borguereau y Rosa Bonheur quien hubiese dicho que Cezanne y los impresionistas serían lo que son, y entre ellos “el Loco Pintante” fuera la dimensión más anticuada en el futuro. No me comparo, mi mural era malo, de un dieguismo improvisado y sin rigor pero enunciaba muchos conflictos que inclusive se adelantaban al hoy.
(…) Desde aquel mural aprendí a pintar y a dibujar. Acepté todas las formas de contienda a mi alcance. Me enfrenté a Diego que cada vez se hacía un estalinista
Molino de Bezares
Bocetos para el Molino de Bezares,Cuaderno 7
Diógenes y Alejandro
Autorretratos
“El pintor es el mejor modelo para el pintor”, solía decir Vlady. Aquí presentamos una pequeña selección de los incontables autorretratos que realizó a lo largo de su vida.
Violencias fraternas
Lear & Cordelia
La obra de Vlady es profundamente simbólica y con una iconografía propia. Como la mayoría de los artistas, hace interpretaciones de obras de otros creadores y pinta alegorías a partir de las obras clásicas tanto literarias como plásticas, históricas y filosóficas; imágenes que poco a poco subvierte hasta imprimirles su propio estilo e interpretación personal, la cual, al mismo tiempo que expresa la singularidad del pensamiento vladiano mantiene el sentido histórico y simbólico de la tradición. Vlady hizo bocetos para escenografías de obras de William Shakespeare, Lope de Vega, Calderón de la barca, entre otros autores. En los murales de la BMLT, en grabados, acuarelas y obras de caballete representó a Ana Karenina, Ricardo III, Calibán, al Rey Lear, entre otros personajes. De este último realizó hermosos bocetos para el fresco que pintó en uno de los arcos de la Capilla freudiana, al que denominó El incesto (Lear & Cordelia), en donde “una Cordelia sin vida yace en los brazos de su padre, un rey acéfalo. Vlady llamó esta estampa El poder del vacío o el vacío del poder. La cabeza del rey Lear es una corona en caída, el rey está descabezado, despojado de los atributos de su poder y reducido a la impotencia, magnetizado por el vacío de la pérdida. He aquí una alusión a la culpa y al duelo. Justo arriba de la imagen que nos ocupa, en el arco superior, hay una silla vacía con el respaldo sobre el piso, denominada El trono (El poder)”. (Araceli Ramírez Santos, “Historia para armar. El mural Las revoluciones y los elementos”, en: Vlady. Una revolución en el muralismo, coedición SHCP/UACM, 2018 p. 281)
Mecanismo carcelario
Vlady procedía de una familia de perseguidos y disidentes. El abuelo paterno, León Kibalchich, fue miembro de la organización terrorista Naródnaya Volia y un tío abuelo, Nicolái Kibalchich, integrante del mismo grupo, fue colgado en 1881 por ser uno de los asesinos del zar Alejandro II. El abuelo materno, Alexander Rusakov, fue un prominente anarquista y como tal encarcelado por el Estado soviético; la madre, Liuba Rusakova, enloqueció al no soportar la represión y el padre, Victor Serge, pasó 10 de los 57 años de su vida en distintas formas de cautiverio. Entre 1933 y 1936, el propio Vlady vivió la experiencia del GULAG, al acompañar a Serge a la remota ciudad de Oremburgo. donde había sido deportado. De manera que el universo carcelario se relaciona, por así decirlo, con lo más íntimo de la vida del pintor y el tema regresa una y otra vez en su obra. De esta producción, presentamos una obra particularmente significativa de 1959, Mecanismo carcelario
Capilla freudiana
Cuando Vlady recibió el encargo para pintar un mural en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada ubicada en el Antiguo Oratorio de San Felipe Neri, el primer espacio que le asignaron fue la capilla adjunta a la nave central a la que nombró Capilla freudiana. En este espacio, el artista vertió sus inquietudes más personales según sus propias palabras escritas en el Cuaderno 44: “Lo primero que pinté fue la capilla lateral (…). Allí quise hacer un trabajo íntimo, personal. Decidí pintar a Freud y la revolución sexual. Naturalmente lo hice de una manera que algunos definirán blasfema (…) Yo lo viví como una suerte de psicoanálisis salvaje (…). El psicoanálisis me enseñó a lidiar con mi locura. Todos tenemos algo de locura, pero yo la asumí gracias a los murales”.
Araceli Ramírez Santos comenta lo siguiente: “en estos muros, Vlady plasmó algunos temas y personajes ligados al pensamiento psicoanalítico, en particular la teoría de la sexualidad, la constitución del aparato psíquico, el complejo de Edipo y el narcisismo. También se encuentra el origen de la cultura a través del mito creado por Freud, Tótem y tabú, Moisés y las pulsiones de vida y de muerte. Además, y en concordancia con sus preocupaciones sociales, el pintor enfatiza su interés por la obra de Marx... También ocupan un lugar central el amor, la traición y la muerte. El mural se compone de ocho paneles relativamente independientes entre sí que, al mismo tiempo, guardan una relación con el conjunto. Simplificando, se puede decir que el frontispicio trata del origen de la cultura y sus guías espirituales; el muro sur contiene alusiones al desarrollo sexual infantil a partir de postulados freudianos; el muro norte tiene que ver con el erotismo en la vida adulta y sus fantasmas. Por último, el muro oriente, donde se ubica la entrada, es una suerte de conclusión de del pensamiento de Vlady”. (“El mural Las revoluciones y los elementos. Una historia para armar” en: Vlady. Una revolución en el muralismo, SHCP/UACM, 2018, p. 269)
Xerxes
Vlady recrea personajes históricos, mitológicos y literarios como parte de las creaciones simbólicas que va construyendo para representar el espíritu revolucionario del que fue heredero y que ocupó el centro de sus preocupaciones. Uno de dichos personajes es Xerxes, hijo y sucesor de Darío, quinto rey persa del imperio aqueménide. De Xerxes, Heródoto cuenta que en el curso de la Segunda Guerra Médica (480-479 a.C.) entre persas y griegos, intentó cruzar con sus enormes ejércitos el estrecho de los Dardanelos mediante la construcción de un puente formado con barcas. Sin embargo, lo que sucedió fue que unidas ya las barcas se levantó una tempestad que deshizo el puente.
“Llenó de enojo esta noticia el ánimo de Xerxes, quien irritado mandó dar al Helesponto trescientos azotes de buena mano, y arrojar al fondo de él, al mismo tiempo, un par de grillos. Aún tengo oído más sobre ello, que envió allá unos verdugos para que marcasen al Helesponto. Lo cierto es que ordenó que al tiempo de azotarle le cargasen de baldones y oprobios bárbaros e impíos, diciéndole: —«Agua amarga, este castigo te da el Señor porque te has atrevido contra él, sin haber antes recibido de su parte la menor injuria. Entiéndelo bien, y brama por ello; que el rey Xerxes, quieras o no quieras, pasará ahora sobre ti. Con razón veo que nadie te hace sacrificios, pues eres un río pérfido y salado” (Historias, libro VII, párrafo 35).
Por otra parte, en la tragedia Los Persas, Esquilo destaca que hasta el propio fantasma de su padre, Darío, atribuye la derrota de su batalla de Salamina a la insolencia y desmesura de su hijo por transgredir los límites impuestos por los dioses a los mortales y su consecuente castigo por sus excesos al pensar que podía esclavizar hasta a los dioses, intentando atar al Helesponto para sostener el furioso Bósforo como un esclavo encadenado considerando que su poder debía elevarse por encima de los dioses.
Para Vlady, Xerxes simboliza la arrogancia y la estupidez del poder. Lo representa al fresco en el sotocoro del mural Las revoluciones y los elementos, en una obra de grandes dimensiones pintado al temple y óleo, en grabados, dibujos, acuarelas y en sus cuadernos.
Liuba Rusakova (1898 - 1984)
La madre de Vlady, Liuba Rusákova, nació en Rostov-en-el-Don en 1899, en los confines de Rusia y Ucrania, a orillas del mar de Azov. Es la primera hija de una familia judía. Durante los grandes pogromos de 1905, los fanáticos cosacos de las Centurias Negras destruyeron la casa de la familia. El padre Alexander Ivánovich Rusakov (por su verdadero nombre, Yoselevich) era anarquista por convicción y, por oficio, sombrerero. Defendió a su familia pistola en mano y derribó a varios cosacos. Para Vlady, esa actitud es fuente de orgullo: el abuelo Rusakov es un héroe, si acaso un mártir, en ningún caso una víctima. Perseguido por la policía zarista, Alexander Rusakov optó por exiliarse. Sastre un día, el otro tintorero o marinero, llevó una vida miserable, de puerto en puerto: Hamburgo, Nueva York, Buenos Aires, Barcelona, antes de establecerse en Marsella donde lo sorprendió la Revolución de octubre. Su taller de tintorero era un refugio para los incontables marineros rusos que transitaban por el gran puerto provenzal durante la primera guerra mundial. Su esposa, Olga Grigórievna, era una persona de nervios frágiles, angustiada y presa fácil del pánico. Habían dejado Rusia a instancias de ella, por su miedo a las persecuciones raciales y policiacas. Pertenecía al turbio clan de las víctimas.
Victor Serge conoció a Liuba a bordo del barco que lo llevaba de Dunkerque a Copenhague y de ahí a Helsinki. Una travesía anormalmente larga: 19 días, con cambio de navío en Copenhague. Se trata, en realidad, de un convoy completo: adelante van barcos destructores que deflagran las minas flotantes a cañonazos y, de Copenhague en adelante, un rompehielos que abre un canal entre los hielos del Báltico. Mientras tanto, Victor Serge se traba en afiebradas discusiones con otros exiliados rusos. Ebrios de esperanza, se alejan de esa Europa que se deshace a fuego y sangre a sus espaldas y sueñan con la nueva Rusia que nace “a golpes de voluntad, de lucidez, de implacable amor a los hombres…”
Luego, una asombrosa muchacha de veinte años, con grandes ojos llenos de sonrisa y con una especie de terror apaciguado, venía a buscarnos en cubierta para decirnos que el té estaba listo en la cabina, atiborrada de niños, de un viejo obrero anarquista, más exaltado que nosotros. Llamaba a esa mujer-niña el Pájaro Azul —y fue ella quien me dio la noticia del asesinato de Karl Liebknecht y de Rosa Luxemburg. Esa escueta alusión a la obra de teatro etérea de Maurice Maeterlink es todo cuanto las memorias de Victor Serge cuentan de su encuentro con Liuba Rusákova. Podemos imaginar que algo tuvo que ver en el encuentro el parecido de sus dos destinos: Victor y Liuba hablaban francés, ambos iban con entusiasmo a descubrir Rusia, la Rusia revolucionaria (Liuba había salido del país a los siete años, Victor no lo conocía). Como sea, tres meses más tarde, Victor y Liuba se casan —unión libre, como es obvio entre dos compañeros revolucionarios. Compañeros, lo son, ya que Victor y Liuba trabajan juntos en una curiosa organización que se acaba de fundar: la III Internacional. Victor tiene el encargo de instalar la primerísima oficina del Ejecutivo. Luego, al crecer la organización, le tocan las relaciones con los socialistas franceses. Liuba trabaja de secretaria de Zinoviev —estudió taquigrafía y dactilografía en Marsella.
Jean-Guy Rens, Vlady. De la revolución al Renacimiento,
Siglo XXI Editores, México, 2006, pp. 43-44.
“Mi madre, una mujer muy guapa de constitución frágil, no aguantó la presión a la que estaba sometida nuestra familia a causa de la actividad política de mi padre. Empezó a tener recurrentes crisis de histeria, de depresión y de llanto. Hablar de ella me causa mucho sufrimiento: perdió la razón cuando yo tenía siete años y, ya muy vieja y lejos de mi, terminó sus días en un manicomio francés.1 Siempre le he tenido un rencor involuntario por haberme abandonado cuando más necesitaba de ella. Con mi padre perseguido político y mi madre encaminada hacia una locura sin regreso, hacia los siete u ocho años, yo me volví un niño retraído y rebelde. Cuando ya no aguantaba la atmósfera de la casa, me ponía a dibujar o salía a la calle. Era capaz de atravesar toda Leningrado completamente solo”.
Vlady. Testimonio recogido por Claudio Albertani.
1 Liuba Rusakova murió en Ex en Provence, Francia, en 1984.
Los Rusakov
La familia materna de Vlady estaba integrada por las siguientes personas:
Los abuelos:
-Aleksandr Ivanovič Rusakov (1875-1934). De origen judío, su verdadero apellido era Ioselevič, pero al casarse adoptó el apellido de su esposa, Olga Grigorevna Rusakova. Murió en enero de 1934, de un ataque al corazón, al regresar a Leningrado después de visitar a los Kibalchich en Oremburgo.
-Olga Grigorevna Rusakova (1876-1947). Detenida en enero de 1937, bajo la acusación de pertenecer a una organización trotzkista, junto a sus hijos Paul Marcel, Joseph y Esther.1 Murió en el campo de Vyatlag.
Aleksandr y Olga tuvieron siete hijos:
- Bluma (Liuba) Aleksandrovna Rusakova (1898-1984), esposa de Victor Serge y madre de Vlady. Estuvo recluida más de cuarenta años en una clínica psiquiátrica de Aix-en-Provence, Francia, donde murió.
- Rachèle (Rachel'1900-¿?) Aleksandrovna Rusakova-Sosnowsky. No siguió a su familia en Rusia optando por quedarse en Marsella.
- Joseph (Žosef) Aleksandrovic Rusakov (1902-1954). De profesión marino, fue detenido en enero de 1937 y pasó varios años en el Gulag.
-- Éugénie [Evgenija o Jenny, 1903-1963) Aleksandrovna Rusakova. Se casó en 1921 con el historiador y traductor Pierre Pascal (1890-1983) quien había desertado del ejército francés para sumarse a la causa revolucionaria. Obtuvo el permiso de abandonar la URSS junto a su marido en 1933. Murió en París.
- Anita Aleksandrovna Rusakova (1906-1993). Detenida dos veces. Primero en 1933 y luego en 1936. Pasó 20 años en el Gulag. Vlady la encontró cuando regresó a la URSS en 1987. “Mi cuñada, Anita Rusakova, dactilógrafa a mi servicio, cumple tres meses en secreto; después la ponen en libertad. Es detenida de nuevo a comienzos de 1936”. 2
- Paul Marcel Aleksandrovič Rusakov (1908-1973). Músico. 3 En 1925, musicalizó poemas de Alexander Blok y Vladimir Mayakovski para una puesta en escena del escritor Daniil Harms, futuro esposo de su hermana Esther.4 El 20 de noviembre de 1937, fue condenado a 10 años de trabajos forzados. Estuvo preso en el campo de Vyatlag, donde organizó sesiones de teatro musical.
- Esther Aleksandrovna Rusakova (1909-1938), esposa del escritor Daniil Ivanovič Harms (Juvačev, 1905-1942). Murió en el Gulag, igual que su marido.
“La familia de mi madre [Liuba Rusakova] condensa el drama de un pueblo que hizo una revolución y la vio evaporarse. Los Rusakov eran muchos, muy ruidosos y de muchos sentimientos. De origen judío, el abuelo Alexander era anarquista y combatiente de la revolución en 1905. Emigrado a Francia había sido sombrerero, tintorero y lavandero. Como muchos revolucionarios de esa época era muy orgulloso de su oficio. Lo recuerdo repitiendo: pon un sombrero de fieltro por debajo de un tren y yo te lo devuelvo como nuevo. En Marsella había sido secretario del sindicato de marinos rusos y contacto de los partidos ilegales de Rusia: bolcheviques, mencheviques, anarquistas. De esta manera, había conocido a Radek, Lunacharsky y otros. Fue expulsado de Francia en 1918, junto a su mujer e hijos, por organizar acciones de apoyo a la revolución. Mi padre y mi madre se conocieron en el barco que los llevaba a la Rusia de los soviets.
Los Rusakov se establecieron en Petrogrado, no lejos de nosotros. El abuelo entró a trabajar como obrero en una fábrica de sombreros. En 1921 lo afectó mucho la represión de la insurrección de Kronstadt y, junto a mi padre y otros, fundó la Comuna agrícola de Novaya Ladoga, al norte de Petrogrado. Fue una experiencia difícil y de corta duración. Los campesinos no querían saber de colectivización: ¡querían la tierra para ellos mismos!
A pesar de su fe anarquista, yo diría que el abuelo era más bien apolítico: sin decirlo abiertamente, siempre le reprochó a mi padre de haber arruinado la vida de mi madre con su activismo político. Recuerdo cuando nos acompañó a Oremburgo, en Siberia a donde mi padre había sido enviado por sus convicciones anti-estalinistas. Cuando se despidió, en la escalinata de la isba, me dio sus últimos consejos: -La política... no te metas. No te metas.... y levantó la mano a manera de amenaza. Me quedé muy impresionado porque sentí que era un reproche para mi padre y él estaba sentado tras de nosotros mirándonos, tranquilo. Yo me hundí en sollozos. Fue nuestro último encuentro: el abuelo murió a los pocos meses y nunca volví a verlo.
Mi tío Paul Marcel, hermano de mi madre, era un músico de improvisaciones espléndidas. Como ella había nacido en Francia, era bilingüe y un poco raro: siempre se quejaba de su estado de salud y afirmaba padecer siete enfermedades mortales. Lo recuerdo en la casa de los abuelos: llegaba como un oso del sindicato de músicos, con un abrigo enorme adentro del cual sudaba todo el tiempo. Entraba y se sentaba en el piano con el abrigo puesto. Empezaba a tocar como un loco, siempre enojado: el piano temblaba y la casa también. Cuando yo llegaba, el sonreía y se calmaba. Entonces me tocaba la Marcha turca.
Cuando se desató la persecución contra mi padre, por represalia, la emprendieron también contra la familia de mi madre. Una de mis tías, Eugenie, logró regresar a Francia, pero los demás murieron o pasaron largos años en algún campo de concentración, al igual que millones de otros rusos. Mi tío Paul estuvo preso muchos años y vio muchas cosas. Cuando salió en los años 50 se puso en contacto conmigo y me escribió de sus experiencias. En una de sus cartas relata que mientras estaba en una cama de hospital en el campo de concentración (tenía pulsiones suicidas y se colgaba a cada rato) vio a una señora limpiando el piso. De repente, levantó la cara y ... era su mamá (mi abuela) que, sin que mi tío lo supiera, también estaba presa. Hacía mucho que no se veían madre e hijo: entre lágrimas se dieron un gran abrazo bíblico, pero inmediatamente los volvieron a separar. Algunos años después, en otro hospital, tío Paul se percató de una viejita agonizante en una cama: era la abuela que se estaba muriendo”.
Vlady. Testimonio recogido por Claudio Albertani
Mi padre político, obrero tintorero, antiguo emigrado político, fundador en Marsella de un sindicato de marinos rusos, expulsado de Francia en 1919 por haber organizado una huelga contra un buque ruso cargado de municiones para los blancos, fue separado de la fábrica y del sindicato, condenado al ocio y amenazado de pena capital después de una querella sucia que le busca una agente de la Guepeú, encargada de vigilar mi domicilio. Sin la intervención de Panait lstrati, la mía y otras, al pobre viejo Rusakov le amenazaba la pena de muerte. Mi mujer no resiste este ambiente y contrae una grave enfermedad nerviosa, que nos fue imposible curar; los buenos establecimientos de salud estaban, no está mal decirlo, reservados a los que pensaban bien.
Esto dura cinco años. En 1932, se repite nuevamente la persecución encarnizadamente, porque se estaba en plena hambruna y en pleno terror. Vio el viejo que se le negaban los carnés del pan y los pasaportes interiores. Se sobrepuso a todo eso, pero murió del corazón.
Victor Serge, Destino de una revolución,
Los libros de la frontera, Barcelona,
2010, pág. 142
1Victor Serge, Carnets (1936-1947). Édition établie par Claudio Albertani et Claude Rioux, Agone, Marsella, 2012, pp. 6-7 (de próxima publicación en español por la editorial de la UACM). Serge no incluye a la abuela Olga en la lista de detenidos. Sin embargo, lo hace Wikipedia en ruso, bajo la entrada Paul Marcel Rusakov.
2Victor Serge, Destino de una revolución, Los libros de la frontera, Barcelona, 2010, pág. 142.
3Wikipedia en ruso menciona a Paul Marcel como un importante autor de música popular. En “Musical Activity of Gulag Prisoners from the 1920s to 1950s”, Inna Klause menciona a Paul Marcel Rusakov como uno de los principales músicos que animaron la vida de los presos en el Gulag Véase:
https://www.researchgate.net/publication/287217774_Musical_Activity_of_Gulag_Prisoners_from_the_1920s_to_1950s/figures?lo=1
4 Laurence Senelick, Historical Dictionary of Russian Theater, The Scarecrow Press Inc. Toronto, 2007, pág. 180.