Centauro paradójico
Vlady plasma en su obra una iconografía muy personal y bastante difícil de descifrar, pero también se “apropia” de las mitologías mesoamericana (Quetzalcóatl, Cuauhtémoc…), judeo-cristiana (Judith, Holofernes, Cristo, San Pablo, San Jerónimo…) y, sobre todo, greco-latina (Prometeo, Edipo, Narciso Ícaro, Sisifo, Leda, Perseo, Medusa, Jano…) transformándolos y resignificándolos. Generalmente, trabaja las imágenes previamente en sus cuadernos y luego las vierte en grabados, bocetos, acuarelas, óleos y en los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada, así como en los del Palacio Nacional de las Culturas de Managua, Nicaragua, que realizó en 1986 por invitación del gobierno sandinista.
Los centauros son seres que representan tradicionalmente la lucha entre la barbarie y la civilización, entre los instintos y la razón. También se les asocia con seres raptores de mujeres. Vlady retomó al centauro y lo pintó en muy variadas formas. En sus Cuadernos encontramos muchos dibujos con este tema y pintó un lienzo al temple y óleo, Caprichos velazqueños (1984-1991), en donde, a partir de dos cuadros de Diego Velázquez, representa al rey Felipe IV y a la reina Margarita de Austria como centauros. Al mismo tiempo, Vlady crea unos seres a los que denomina Centauros paradójicos, los cuales pueden tener dobles ancas y un torso humano, o bien, un cuerpo equino con los pies en direcciones inversas y doble torso humano, igualmente en sentido inverso, de manera que una mitad va para adelante y la otra para atrás. Casi siempre se les ve con la mirada hacia arriba, observando a la mujer raptada (o a otro ser). Vlady recrea la misma paradoja en Adonde va uno no va el otro, lienzo al temple y óleo de 1994.